Terror Y Algo Más

El Reino De Las Sombras

En lo profundo de la tierra, donde la luz del sol nunca llega y la oscuridad reina soberana, se extiende un reino olvidado por el tiempo y los hombres.

Este lugar, conocido como el Reino de las Sombras Ardientes, es un dominio de pesadillas, donde los condenados arden eternamente y los demonios alados gobiernan con crueldad.

La entrada a este reino está oculta entre las montañas, en una cueva que exhala un calor infernal, y pocos han regresado para contar lo que han visto.

Una noche sin luna, un grupo de exploradores llegó a la boca de esta cueva, movidos por antiguas leyendas que hablaban de riquezas inconmensurables y poderes oscuros.

Entre ellos estaba Anna, una joven arqueóloga con un ansia insaciable de descubrir los secretos del pasado, y su compañero, Mark, un hombre escéptico pero valiente.

-¿Estás segura de esto, Anna? - preguntó Mark, su voz temblando ligeramente mientras observaba la entrada oscura de la cueva.

- Más que nunca - respondió Anna, su mirada fija en la negrura - Las historias dicen que aquí yace un tesoro más antiguo que la misma humanidad. Si es verdad, debemos encontrarlo.

Con linternas en mano, se adentraron en la cueva, el calor sofocante envolviéndolos como una manta de fuego. A medida que avanzaban, las paredes rocosas se volvían más calientes, y pronto se dieron cuenta de que algo más siniestro los acechaba.

Después de lo que pareció una eternidad, llegaron a una vasta caverna iluminada por un resplandor rojizo. En el centro de la caverna, un ser alado se erguía majestuosamente, sus alas hechas de llamas ardientes. A su alrededor, figuras humanoides retorcidas y ennegrecidas, condenadas a una eternidad de sufrimiento, se movían sin rumbo, sus ojos vacíos y sus bocas abiertas en un grito perpetuo de agonía.

Anna y Mark se detuvieron en seco, sus corazones latiendo con fuerza. 
- Dios mío - susurró Mark, su voz apenas audible -¿Qué es esto?

- El Reino de las Sombras Ardientes - murmuró Anna, su voz teñida de asombro y terror - Las leyendas son ciertas.

El ser alado, el Rey de las Sombras, giró su cabeza hacia ellos, su mirada ardiente fija en los intrusos. 
- Bienvenidos, mortales - dijo, su voz resonando como el eco de un trueno en la caverna - Habéis osado entrar en mi dominio. Ahora, pagaréis el precio.

Antes de que pudieran reaccionar, las figuras condenadas se lanzaron hacia ellos, sus movimientos torpes pero implacables. Anna y Mark corrieron, tratando de evadir las garras ardientes que los perseguían. Sin embargo, la caverna parecía expandirse y contraerse, y pronto se encontraron separados.

Anna cayó al suelo, su linterna rodando lejos. La oscuridad la envolvió, y el calor se intensificó. Sentía que su piel se quemaba, y el aire se volvía irrespirable. De repente, una figura se inclinó sobre ella, sus ojos vacíos mirándola fijamente.

- No te resistas - dijo una voz débil - Es inútil.

Anna gritó y se deshizo del agarre de la figura, levantándose con dificultad. 
- Mark, ¿dónde estás? -gritó, su voz resonando en el vacío. No hubo respuesta.

Desesperada, Anna continuó avanzando, cada paso más doloroso que el anterior. La caverna parecía un laberinto interminable, y cada camino la llevaba de vuelta al mismo lugar. Fue entonces cuando vio una figura familiar: Mark, arrodillado ante el Rey de las Sombras, su rostro una máscara de terror.

- ¡No! - gritó Anna, corriendo hacia él.

El Rey de las Sombras levantó una mano, y una barrera de fuego se alzó entre ellos.

-Silencio, mortal - dijo, su voz fría - Tu amigo ha aceptado su destino. Ahora es uno de nosotros.

Mark levantó la cabeza, y Anna vio con horror que sus ojos eran ahora vacíos y negros, como los de las figuras condenadas.

- Anna - dijo, su voz hueca - Únete a nosotros. Aquí no hay dolor, solo fuego eterno.

Anna retrocedió, su mente buscando una salida. Sabía que no podía quedarse, pero la caverna parecía cerrarse sobre ella. En un último esfuerzo desesperado, levantó su linterna y la lanzó contra el Rey de las Sombras.

La linterna estalló en llamas, iluminando la caverna con una luz brillante y cegadora. Por un momento, el Rey de las Sombras se tambaleó, y las figuras condenadas se detuvieron. Anna aprovechó la oportunidad y corrió hacia la salida, su corazón latiendo desbocado.

El camino de regreso fue un torbellino de calor y sombras. Las garras de los condenados se cerraban a su alrededor, pero Anna se movió con una determinación feroz. Finalmente, vio la luz de la entrada de la cueva y se lanzó hacia ella, sintiendo el aire fresco y frío del exterior en su rostro.

Cayó al suelo, jadeando y temblando, pero viva. Miró hacia atrás, y la entrada de la cueva comenzó a cerrarse, sellando el Reino de las Sombras Ardientes de nuevo en la oscuridad.

Anna sabía que nunca podría olvidar lo que había visto, pero había aprendido una lección invaluable. A veces, las leyendas son reales, y algunos secretos están destinados a permanecer ocultos, protegidos por las sombras y el fuego eterno.

Con un último vistazo a la cueva sellada, se levantó y comenzó su largo camino de regreso, dejando atrás el terror y la oscuridad, pero llevándolos siempre en su corazón. En especial a su amigo Marck.

FIN
 




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