Terror Y Algo Más

La Prisión De Azazel

En el rincón más oscuro del Reino Celestial, donde las estrellas apenas alcanzan a iluminar con su tenue resplandor, existe un ser de inigualable belleza y misteriosa aura. Su nombre es Seraphine, el ángel oscuro, cuyas alas blancas y azules contrastan con su alma sombría.

Seraphine era una de las guardianas más veneradas del Reino Celestial. Sus alas eran un despliegue de plumas brillantes, cada una destellando con un brillo etéreo que hacía eco del cielo nocturno.

A pesar de su apariencia angelical, un secreto oscuro la envolvía. Nacida del amor prohibido entre un ángel y un demonio, Seraphine llevaba consigo una dualidad que pocos comprendían y muchos temían.

Una noche, mientras patrullaba las fronteras entre los mundos celestiales y el abismo infernal, Seraphine encontró una misteriosa prisión olvidada, en ruinas y cubierta de enredaderas oscuras. Dentro, una voz susurrante llamaba su nombre, atrayéndola hacia el interior. Era la voz de Azazel, un demonio antiguo, encarcelado por sus innumerables crímenes contra la luz.

Azazel, con sus ojos ardientes y sonrisa encantadora, supo reconocer la oscuridad en el corazón de Seraphine.

— Eres como yo — dijo, sus palabras envolviendo a Seraphine como un veneno dulce — Llevas la sombra dentro de ti. Abre esta celda y juntos dominaremos el Reino Celestial y el Infierno.

Seraphine, confundida por sus propios sentimientos y la verdad de sus orígenes, sintió una atracción poderosa hacia Azazel. Sin embargo, su sentido del deber y su amor por la luz la frenaron. Decidió regresar al Reino Celestial, buscando consejo de los Ancianos Ángeles, quienes sabían más sobre su pasado.

Los Ancianos revelaron la verdad a Seraphine: ella era la clave para mantener el equilibrio entre la luz y la oscuridad. Solo ella podía impedir que las fuerzas del mal rompieran la barrera entre los mundos. Aceptando su destino, Seraphine juró proteger ambos reinos, sin permitir que ninguno prevaleciera sobre el otro.

Armada con su nuevo conocimiento y una determinación renovada, Seraphine regresó a la prisión de Azazel. Esta vez, su corazón estaba claro y sus intenciones firmes.

—No cederé a la oscuridad — declaró, su voz resonando con el poder de mil truenos. Con un gesto de sus alas, desató una tormenta de luz que selló la prisión de Azazel para siempre.

Desde ese día, Seraphine se convirtió en una leyenda. Un ángel oscuro que, a pesar de sus orígenes, eligió la luz y se convirtió en la guardiana del equilibrio.

Su historia se susurraba en las noches estrelladas, recordando a todos que incluso en la oscuridad más profunda, la luz puede prevalecer si uno elige seguirla.

FIN
 




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