Testimonio Relatos de Colombia

UN POCO ANTES

 

 

… (…)…

Estoy muerta… lo sé… cuando morí, de nuevo estaba lucida. Pensé, y luego quise dejar de estar muerta porque fue cuando el dolor llegó… lo peor que pude sentir cuando ya no sentía nada, fue recordar lo que me hicieron sentir cuando estaba viva y percibirlo tan latente… pero, mientras estaba viva mi mente estaba en un mundo de delirios, me alejaba de mi cuerpo estando allí y perdía mis sentidos. Estaba inconsciente siendo consciente. Pero… estaba allí y lo estaba viviendo, así que era mejor estar muerta, aunque no lo supiera en ese momento.

… (…) …

Y luego estas tú, queriendo saber qué me sucedió…  Mi nombre es… o era… Lina Catalina Suarez Gómez y si ellos hubieran llegado una semana antes o incluso Un Poco Antes, no estaría así. Pero, no le puedo echar la culpa a alguien más, porque fue mi mala decisión la que me trajo aquí... y aquí fue donde viví mis peores días… donde, entre la fiesta y la amargura de la cerveza adulterada, mi mente viajaba por mundos infinitos debido a las sustancias que me hacían inhalar y que me inyectaban. Ahora, sin sentirlo, me duele en cada milímetro de piel.

Sin embargo, todo comenzó antes. Tan solo una semana antes de cumplir años, mis amigos querían celebrarlo… Mala decisión. Debí irme para mi casa como cualquier otro viernes, celebrar con mi familia y luego acostarme hasta la madrugada viendo anime o Facebook. Quizá leyendo esa última y magnifica novela que me esperaba en la mesita de noche y que nunca terminé de leer…

… (¿Podrías decirme fechas exactas?) …

Lo intentaré… era martes 17 de mayo del 2016. Juan Pablo Piñeros, quien estaba en once, lo tenía planeado.

–¡Entonces, Cata! –Me saludó en el descanso– ¿Qué planeas hacer para el viernes?

–Lo de siempre –respondí cortante. Mamá siempre me había dicho que no debía mostrarme interesada ni dejarles el camino fácil, si no, se aburrirían de mi rápidamente. Me gustaba mucho, pero quería que, si sucedía algo, durara–. Irme a mi casa, leer un libro, quizá hacer tareas y dormir.

–¿En tu cumpleaños? –Fue ese enganche, no pensé que se había dado a la tarea de averiguarlo, nunca lo puse en Facebook–. Nooo, que aburrida.

–Si te parezco aburrida, ¿para que me hablas? –mis amigas secreteaban y su amigo estaba de bombero.

–Pero no se ponga brava, fue solo una chanza.

Miré hacia un lado, me hacia la indignada, y contesté–. ¿Me vas a invitar a hacer algo diferente?

Sonrió. Sentí dos cosas al tiempo; que mi rostro se ruborizada al verlo sonreír, pero, que no era una sonrisa gentil, más bien, era una sonrisa victoriosa que no me daba buena espina. Decidí dejarlo pasar, levanté una ceja mirándolo de arriba abajo y le dije–. Pero di algo, ¿o es que el ratón se te comió la lengua?

–Pues… quería invitarte a una fiesta –contestó– en una discoteca.

–¿Dónde?... ¿Recuerdas que somos menores? No nos dejan entrar a ning…

–Yo conozco donde nos dejarían entrar –me interrumpió.

Lo mire incrédula–. Entonces dilo y deja la vaina.

–En el Bronx –dijo, sin titilar–. Allá no le ponen problemas a los menores.

–Estás loco Piñeros –dijo mi amiga, Estefany Rojas. Si pensabas que yo era NERD, imagínate ella. Con sus gafas grandes de marco verde y siempre peinada con trenzas de algún estilo, normalmente llevaba un libro en la mano y aprovechaba cualquier minuto para leer. Ella fue la que me introdujo a la lectura, de hecho. Le gustaba Manuel Medina, el amigo de Juan, pero, él ni por enterado, aunque se quedara viéndola leer por horas embelesado–. Allá es muy peligroso. No más hoy en las noticias…

–Relájate, Tefa –la interrumpió mi otra amiga, Camila Cardozo, quien se había atrasado un año y era la mayor de las tres. Sus padres continuamente peleaban, así que ella hacia lo que quería. Entraba a las discotecas con una cédula falsa y se quedaba fuera de casa, donde su novio. Aprovechaba que nadie la iba a reprender por ello–. Vamos, disfrutamos, tomamos algo y ya, si nos aburrimos nos vamos. Como en cualquier discoteca u otra fiesta.

–Si… Cálmate, Tefa –contestó Juan–. No es para tanto, yo… bueno dejen así, mejor me voy. Piénsenlo.

Me dejó con la incertidumbre de lo que iba a decir, mientras se alejaba.

… (¿Qué pasó en las noticias?) …

La verdad no veía noticias. Pero, esa noche mientras papá veía la televisión me dio curiosidad al escuchar “El Bronx”. El presentador de RCN describía lo que ocurría en un video tomado por las cámaras de seguridad.

–Llegada la noche. –Recuerdo tan claramente su relato, como si esas palabras me alertaran de lo que iba a suceder–. Se ven llegar varios vehículos de gama alta a la entrada del conocido Bronx. Para empezar, la grabación que están viendo es la del pasado viernes 13 de mayo. Vemos como hombres y mujeres que visten de manera formal dejan sus vehículos ahí parqueados y, a estos, no les pasa nada durante las largas horas de la noche. Llegada la madrugada se ven salir nuevamente a esas personas junto a varios menores, acá podemos apreciar hasta cinco de ellos, entre niños y niñas que, tambaleándose, se suben a los carros.

Lamentablemente por la calidad de las imágenes no se podían determinar ni rostros ni placas, así que asumí el genero de cada persona por lo que llevaban puesto.



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En el texto hay: realismo, violencia, colombia

Editado: 18.08.2022

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