Testimonio Relatos de Colombia

LA ESTÚPIDA GUERRA

 

 

Soy Javier Faustino Noguera Tapia, viví aquí, en el Huila. Trastiándonos de un pueblo a otro durante la mayor parte de mi juventud hasta quedarnos definitivamente acá, en Neiva. Esas épocas fueron duras. La corriente política de mi padre nos trajo problemas y, con ello, muchas muertes. Por eso, y por muchas cosas más, teníamos que desplazarnos constantemente para evitar las confrontaciones al máximo.

… (¿Podría contarme que sucedía entre 1945 y 1955?) …

Por supuesto, lo recuerdo muy bien. La lucha de las corrientes políticas dejaba dos bandos; los liberales apoyábamos a Gaitán y los conservadores que apoyaban al, recién electo, presidente Mariano Ospina. La Estúpida Guerra ya llevaba algunos años y las confrontaciones en las calles no se hacían esperar.

Los disparos retumbaban en las noches mientras los caballos relinchaban y se escuchaba el trotar de ellos. Los conservadores se organizaban para darle caza a los simpatizantes del liberalismo. Aunque en un inicio solo asesinaban a aquellos que vagaban en las noches, con el tiempo empezaron a buscar casa por casa. Mariano Alcázar, un cachiporro, fue encontrado muerto en la madrugada de un lunes. Llegaba a su casa después de haberse emborrachado y despotricado del presidente. Lo alcanzaron en su camino, enlazándolo del cuello y arrastrándolo por todo el pueblo hasta llegar a su vivienda. Tenía cortes en sus pantorrillas para evitar que se levantaran y le dispararon para darle el golpe de gracia.

El hijo mayor de Mariano, Julio Alcázar, tomo riendas y planeo su venganza. Con un grupo de sus amigos habían emboscado a Florentina Ramírez, la hija menor de un líder de «Los Pájaros», cuyo nombre era desconocido, pero lo llamaban «Mano Azul». Florentina era una hermosa joven de 24 años que se había encargado de cuidar a sus hermanos y a su madre enferma mientras su padre se encargaba de la organización de su bando. Ella vivía en una de las veredas y se devolvía con el mercado para su casa después de haberse encontrado con sus amigas. Por la angosta trocha que tenía que subir con su caballo la esperaba Julio y sus amigos con machetes en mano. El caballo se asustó por el ruido que hacían las peinillas golpeando la tierra y corrió hacia uno de los jóvenes que en su intento de supervivencia le corto las patas al animal haciéndolo caer por el barranco junto a la joven. Ella fue encontrada entre los arbustos y la maleza con sus ropas rasgadas y laceraciones en la piel, murió por un golpe en la cabeza mientras caía. El caballo había sobrevivido y condujo a la familia Ramírez hasta donde se encontraba Florentina.

Mano Azul, quien se estaba emborrachando para afrontar el duelo por su hija y su esposa, quien murió poco después a causa de la enfermedad y la tristeza de perder a su Florentina, escuchó a un joven, German Puerto, al otro lado de la taberna hablar sobre la emboscada. Lleno de ira sacó a golpes al joven del lugar, después lo torturó golpeándolo una y otra vez hasta hacerlo confesar. German había dado el nombre de sus tres amigos, pero, Mano Azul lo ahorcó con las manos desnudas hasta quitarle la vida.

Es misma noche, Mano Azul reunió a su grupo armado y entro a la casa de cada uno de los jóvenes liberales. A uno lo mataron a machetazos frente a sus padres, quienes no querían tener problemas con los temas políticos, a otro lo agarraron dejando a su novia, quien también tenía afinidad al liberalismo, en la casa. Ambos murieron en el tiroteo. A Julio también lo encontraron en su casa, su hermano menor murió de un machetazo en la cabeza intentando sostenerlo para que no lo llevaran. Cuentan que Julio fue torturado antes de ser entregado a la policía, nadie más supo de él.

German fue encontrado en la mitad de la plaza dos semanas después, su cuerpo ya estaba en estado de descomposición y, en ese momento, nadie sabía quién ni por qué lo habían matado de una forma tan brutal. Lo que te acabo de contar fue la construcción de los hechos después de una larga investigación.

German era mi primo. Mi tío, al ver el cadáver de su hijo en medio de la plaza, después de buscarlo durante largos días. Sin embargo, tenían una vaga idea de quienes habían matado a German y a los otros chicos.

–Miguel, tenemos que hacer algo –le dijo mi tío a mi padre.

–Tú sabes perfectamente lo que hizo German. –Contestó mi padre, quien no quería meterse en problemas con los conservadores.

Nuestra familia ya había escapado una vez de esas confrontaciones y nos habíamos cambiado de pueblo, cerca de la casa de mi tío. Mi abuelo vivió y murió defendiendo su ideal político y cuando lo asesinaron, uno de los grupos de los «Chulavitas» le advirtieron a mi padre que sería el siguiente y que luego seguiría yo.

–Necesito tu ayuda, hermano –continuó mi tío–. Si los dejamos salir con las suyas comenzaran a matar más gente y llegaran a nosotros.

–Y si continuas con esa guerra, nos buscaran más rápido.

–Solo tendremos que asesinar a su líder y los demás caerán.

–No lo harán, simplemente subirá otro a la cabeza.

Y mi padre tenía la razón. Los asesinatos de lado a lado de los grupos lo único que generaba era más asesinatos, no importa que grupo lo comenzara.

–Por favor, Miguel. Ayúdame –dijo mi tío con seriedad y tristeza en su mirada –Si tú no me ayudas, igualmente los confrontaré solo.

Mi padre decidió retirarse antes de dejarse convencer de hacer esa locura y ponernos en peligro. Mi pequeña hermana, Sofia, y yo los escuchábamos desde el otro lado de la sala y luego seguimos a mis padres.



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En el texto hay: realismo, violencia, colombia

Editado: 18.08.2022

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