The Academy

Prólogo

AD_4nXflLG_NVzEf6t69h0JGEabtqHGhTPIXBbKHYNY_F66hwOeLf2zI_l5n6t5LeIyf7WtieMGhOKg0SvK_zLeL_zSsdWkoUWqJ51rD88WscMefvnXcbdwWLicWDDkQTnIOxc6fytorhQ?key=aH5cw99pA9qF3pOtynwibA

"¿Y qué quiere que haga con él?"

"¿Tengo cara de que me importa? ¡Lo que sea! Ese niño es un demonio. Es hijo de un demonio. No me importa lo que hagas con él. Entrégalo a su padre oh ¡No sé! Yo no quiero verlo"

"Pero señora..."

"¿Es que tengo que repetirte todo? ¡¡Él no es mi hijo!! Yo soy un arcángel ¡Arcángel! Si me case con Lucifer es por qué necesitaba tener un heredero, solo necesito a Leonor, déjaselo a su padre que tiene todo de él, y te aseguro que si se casó conmigo es por el mismo motivo. Jesús necesita un heredero y él igual. No quiero verlo en mi vida ¡Escuchaste!"

¿Así que nunca le interesé a mi madre?

Lo sabía, siempre lo supe

Pero es mi madre...

Eso me lastimo más de lo que pensé, más de lo que quería

AD_4nXdWqqYZS3oqPyAkMuwWUCvd8sdOCLlvnnyEmlkfJHJo9kEjaKgBOrnMpmHCfIvGoc4mgvmyTQ7kLXH03UFaKKUaJFy9UNAYiSHGnZ2_ardr7f44h9ZcypGQSc51TrNMvmKY-sW2EA?key=aH5cw99pA9qF3pOtynwibA

--¡Mallory, levántate que ya es muy tarde! Tu padre te va a matar. -Miraba, sin mucho entusiasmo, a Bell, la mucama, quien se movía de un lado a otro por toda mi habitación. ¿Haciendo qué? Ni idea, es difícil saber qué está pensando o qué va a hacer.

- ¿Es necesario ir? -Alcancé a tomar el uniforme que se encontraba en mi escritorio y que, seguramente, ella estaba buscando, frotando con delicadeza mis ojos medio abiertos, esperando que con ello terminaran por abrirse. Bell era muy buena haciendo su trabajo, siempre y cuando no estuviera nerviosa, claro.

- ¡Por supuesto que lo es, Mallory! Leonor ya te está esperando para ir a la academia. -Solo el mencionar su nombre fue suficiente para arruinar por completo mi día, tan solo aludiendo a esa maldita escoria.

Leonor Blackwood, hijo de Uriel Blackwood, futuro heredero al cielo, futura mano derecha de Dios Padre y Dios Hijo, bendecido entre todos los ángeles y bla, bla, bla. Sin duda, la estrella de la familia, según lo que Uriel alaba con tanto orgullo. Hasta su nombre dictaba todo lo que ese hombre representaba: la luz de Dios.

- ¿Y por qué necesito ir con él? Puedo llegar solo.

-No quiero quejas. Son órdenes del patrón, así que rápido. -Esa mujer era terca, mucho.

Sin más palabras para decirle, terminé por vestirme y arreglarme, aún con el cansancio pesando en mi ser. A pesar de llevar solo una semana en aquella institución, sentía que era demasiado complicado. No es para menos, es la escuela de magia más grande del mundo; era de esperarse que fueran más estrictos.

– Buenos días, hijo. –Habló mi padre, Lucifer Valtheron, quien dejó de lado lo que fuera que estaba haciendo para dirigirse a mí cuando, por fin, me presenté en la sala de estar. - ¿Cómo te sientes? ¿Tomaste tu medicamento?

--Sí, padre, estoy bien. No me voy a morir por no tomarlo un día. Creo.

- ¡No me interesa! No puedes morir tan joven, hijo. Por eso necesito que te acuerdes, niño. -Sostuvo mi cabeza en sus manos por un tiempo, observando con claro detalle mis ojos, que apenas tenían diferencias con los suyos. Ambos teníamos los ojos un poco más grandes de lo habitual, aunque no demasiado. La pupila era completamente blanca y el iris, gris. Características bastante obvias de un demonio que no estaba a punto de hacer un escándalo total ni de absorber el alma de alguien.

-No volverá a pasar, quítame tus manos de encima.

-No seas grosero con tu padre, Valtheron. -Los sonidos de tacones resonando en el suelo comenzaron a volverse más intensos, deteniéndose cuando ella ya estaba en la entrada de la mansión, dispuesta a salir. -No te vas a ir de aquí hasta que te disculpes, mocoso.

-Deja, Uriel, no pasa nada. Además, mi hijo está de cumpleaños. ¿Puedes ser más comprensiva con él? Por lo menos hoy. -Recriminó mi padre ante su esposa, quien no dudó en otorgar una gran mueca de desagrado en respuesta.

-No importa. ¿Leonor ya está en el carruaje?

-No tienes derecho a pronunciar un nombre tan sagrado como el de mi hijo. -Odiaba cómo esta mujer lo defendía y protegía tanto. Sé que los nombres tienen fuerza y poder, pero no le va a pasar nada por llamarlo por el suyo. Al final del día, es mi hermano y ambos tenemos poder entre nosotros, y a pesar de poseer los mismos padres y casi la misma sangre, en casa cada uno tiene distintos poderes; él más que yo, al tener de su lado a Uriel, un arcángel.

- ¿Está o no?

– Sí, hijo, ya vete. Se les hace tarde.

Salí de la casa aún escuchando los constantes reproches y gritos de Uriel. Nunca entendí por qué me odiaba tanto; para ella, todo lo que yo hacía estaba mal, absolutamente todo. Llevaba 11 años tratando de encontrar un motivo para su odio hacia mí. Los ángeles son puros por naturaleza, tanto que sus sentimientos también lo son; su odio es puro, simplemente por no ser como Leonor, por ser más demonio que ángel, una opción que nunca elegí. Y gracias a eso, tengo el odio completo de Uriel, mi madre.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.