— Lamento haberte pegado tan fuerte, Valtheron.
— No pasa nada, ¿En qué te puedo ayudar? — La amabilidad de Uriel, más que calmarme, me inquietaba, pues seguramente se pondría a hablar más de la cuenta. Mayormente no me importaba escucharla, pero justo ahora, teniendo a dos demonios y un querubín encerrados en mi armario y debajo de mi cama, no me parecía un buen momento.
— ¿No quieres que hable contigo? Parece que me estás corriendo.
— No es eso. Aún no me curo de tu cachetada. — Estos momentos en los que ella se dedicaba a asumir su papel como madre solían ser especiales para mí, pero siempre terminaba buscándole algún beneficio, así que dejaron de ser importantes para mi "yo" pequeño.
— No pensé que llegarías tan tarde; me preocupé al no saber nada.
— Perdón. Fue algo imprevisto. — La tensión en el ambiente aumentaba cada vez más. Hacía años que ni siquiera hablábamos sin Lucifer o Leonor presentes. — ¿Quiénes están abajo?
— Amigos de tu padre y de Leonor.
— ¿Quieres que baje?
— Sí, pero antes quería decirte algo.
— Claro. — Quería tomar asiento en la misma silla donde antes estaba, pero la mano de la albina me detuvo, dando ligeras palmadas en su pierna izquierda. Sabía lo que eso significaba, porque lo había visto tantas veces con Leonor, cuando lo consolaba o simplemente lo mimaba. Creí que era un trato exclusivo para Leonor, pero aquí estaba, pidiendo que me recostara en su regazo.
— ¿Sabes que Lucifer ya está planeando casarte, ¿verdad? — Quizás fue la preocupación que escuché en su voz, o el sentir su mano acariciando mi cabeza, pero algo me provocó un escalofrío.
— Lo imaginé desde que Lilith venía muy seguido.
— ¿Y quieres hacerlo?
— ¿Tengo opción a negarme? — El que hablará sobre casarme no me suponía un problema, porque ese campo ya lo tenía cubierto; solo necesitaba anunciarlo, pero el hecho de que hubiera sacado el tema me dejaba inquieto.
— Creo que no. Mis decisiones no pueden influir contigo, Mallory.
"Sí influyen, solo que no quieres hacer nada."
— ¿Eso era lo que me querías decir?
— Es una de las cosas. ¿No puedo platicar contigo?
— Se me hace extraño que lo hagas. — Sus caricias comenzaron a ser más tiernas, ahora jugueteando con mi cabello. ¿Qué es lo que busca con esto?
— No saliste de Gehenna, ¿verdad? — El escalofrío cambió a terror ante la pregunta del arcángel.
— ¿Por qué supones que haría algo así? — Al ver mi mirada, por alguna razón la mantuvo tranquila, como si la sorpresa en mis ojos le confirmara algo.
— Abaddon encontró a siete hombres sin alma tirados en México. No lleva mucho tiempo desde que le dieron el informe a tu padre.
— ¿Y por eso viniste? ¿Porque sospechaste de mí?
— Estabas en la capital. Sabes que las entradas clandestinas son abundantes allí.
— No, Uriel, no salí de Gehenna. Estuve todo el tiempo con Ryder; puedes preguntarle después. — Con sutileza, volvió a colocar mi cabeza en sus piernas, continuando con sus caricias.
— Lucifer me contó que vas a bailar con Kenna.
— Su madre la obligó.
— ¿Y por qué vas a bailar con ella?
— Porque mi padre me obligó. — La sutil risa de Uriel fue lo único que se escuchó después. No podíamos hablar como si fuéramos madre e hijo, y eso le pareció incomodar.
— ¡Muy bien, Mallory! Necesito que mantengas esa delicadeza con la lady. Lo haces muy bien. ¡Otto, mantén tu figura más recta, por favor! — Los ensayos para el Dark Night habían comenzado más pronto de lo esperado, dejándome con menos tiempo para cuidar a la niña.
— ¿En serio él es tu tutor de danza? — La comunicación con Kenna había mejorado bastante desde aquel día, pues necesitaba saber de ella para mantener el secreto lo mejor posible, y ella parecía ir tomando cariño por el ángel de a poco, y no era para menos, sus tierna e inocentes acciones cautivaba por montones, que lastima que solo nosotros tres podíamos verlas.
— Lo ha sido desde siempre, mis padres le tienen un gran aprecio. — El primer baile que se llevaba a cabo solo era entre príncipes y sus parejas, siendo un sutil vals lo que se practicaba. Para las mujeres era bastante sencillo, pues era común que las entrenen para esto, pero los varones no teníamos idea de lo que implicaba. Todos estábamos en el mismo barco, lo que a ellas parecía gustarles y divertirse demasiado, incluso a Kenna.
— ¿Cómo pueden bailar esto?
— Vamos, no es difícil; solo es dar vueltas y verte elegante.
— Si fuera así de fácil, no necesitaríamos un instructor.
— ¡Estamos bailando, no hablando, majestad Valtheron!
La práctica se extendió quizás una hora más gracias a los constantes errores que se cometían —en su mayoría por parte de los príncipes— quienes ya estábamos un poco frustrados. Solo era dar vueltas sin chocar, ¿Por qué nos regañaban tanto?
— ¿Cómo está ella? Hace mucho que no la veo. — Salimos del aula, encaminándonos hacia la salida, donde seguramente Noah ya nos esperaba.
#634 en Fantasía
#135 en Joven Adulto
descripciones explicitas, lengua bulgaria malas palabras, magia reina
Editado: 18.08.2025