— ¡Nena!
La menor corrió a los brazos de la mencionada, quien no dudó en devolver el abrazo con una cálida sonrisa.
— ¿Cómo estás, linda? Te has portado bien, ¿verdad?
— ¡Sí! Cumplo con todo lo que Val me dice.
— ¿Val? Por favor, ¿cuántos apodos más te van a poner?
— No lo sé, Ryder. ¿Te callas? — Terminé de hacer el pequeño ritual a la sal, evitando así que ningún demonio ni ángel lograra percibir el aroma de la menor. Este tipo de rituales no era muy común debido a la cantidad de maná que requerían, pero son bastante efectivos si estás dispuesto a perderla.
Las sonrisas que Kenna le dedicaba eran tan diferentes a lo que había visto en ella durante los catorce años que llevaba conociéndola. Eran amables, cálidas y reconfortantes, algo rarísimo de ver en un demonio femenino, que por lo general son frías, calculadoras, preventivas y desconfiadas, sobre todo Lilith.
— ¿Por qué me ven así?
— ¿Quién fue el que se estaba encariñando con la niña?
— No es cariño, se le llama amabilidad.
— Claro, sonreír como idiota es amabilidad.
— ¡¡Aedan!!
— ¡Oh no! Una mujer está a punto de cometer violencia enfrente de una hermosa señorita. ¡Bello ángel, por favor, salve esta miserable alma de mi depredadora!
— Qué dramático. — Aunque la bebé no parecía opinar lo mismo, estaba encantada con la actuación del castaño, quien se socorrió con cierta dramatización.
— Ya, nena, deja esta cabeza hueca y ve con Kenna. Necesitas purificarte.
— ¡Sí! — La de cabellos rosados no dudó en correr hacia la cama, donde Kenna la recibió con un fuerte abrazo y comenzó con su labor. Su mano tocó su cabeza mientras empezaba a transmitir aura a través de esta, recitando una oración que sabía cuál era, porque escuchaba siempre a Leonor y Uriel recitarlo, pero nunca lograba entenderla.
— Y tú, párate, ensucias mi piso.
— Eres muy cruel, igualito a Lucifer.
"¿Qué tienen con eso? Ya sé que soy por completo su copia, no necesitan repetirlo tanto. Lo odio."
—¡Mira, Val! De nuevo tengo mi aureola. ¿No es bonita? — La de menor edad corrió de nuevo a mis brazos, señalando la tan mencionada aureola que se encontraba detrás de su cabeza, con pequeños rayos de aura muy reforzados, tanto que Ryder tuvo que alejarse un poco de la menor para no verse afectado.
— Claro que sí, nena. — A diferencia de Ryder, el aura de la menor era cada vez más fuerte y, al no ser un rey demoníaco, no tenía la suficiente fuerza ni maná para soportarlo. A pesar de no llevar tanto tiempo purificada, se acurrucó rápidamente en mi regazo, quedándose profundamente dormida en cuestión de segundos.
— ¿Cómo va el plan? — Dijo Kenna, al notar que miraba demasiado tiempo a la menor con un aire maternal.
— Si todo va bien, mañana mismo podremos movernos. — habló Ryder, un tanto decaído, lo que fue perceptible para ambos. — ¿Qué? Ya no voy a poder dramatizar a gusto cuando se vaya. Déjenme llorar.
Los tres miramos a la menor dormir con bastante tranquilidad. La posibilidad de habernos encariñado de esta niña era bastante probable, pero no podía tenerla aquí, no se podía quedar aquí, no quiero que pierda esa naturaleza tan preciosa que tiene.
— Entonces, ¿mañana nos podemos mover?
— Claro, mañana Mammón y Abbadón van a entrar al Deliciae para hablar sobre los siete cuerpos de los hombres que cazaste. Las entradas del Deliciae a Gehenna suelen durar diez minutos abiertas antes y después de que se entra o sale. Tenemos solo dos oportunidades para hacerla entrar sin que haya algún problema.
— Todo bien, pero no podemos acercarnos tanto a los portales del Deliciae. ¿Cómo haremos que entre?
— Dándole indicaciones. Cuando estemos allá, ella tendrá que avanzar sola, ahí es cuando tendrás que purificarla para que no se lleve nada. Y Mall, tendrás que explicarle desde ahora qué es lo que va a pasar mañana.
— ¿Y a qué hora iremos?
— Es en la mañana. Nos da el tiempo suficiente para regresarla y entrar a la academia, evitando total sospecha.
— Bien. Confío en que todo quedará como predices, Aedan.
— ¡Malloy, Lilith ya llegó! — La voz de Leonor gritando por el pasillo nos sacó un pequeño susto a todos, pero eso no evitó que se movieran inmediatamente, como ya lo veníamos haciendo desde hacía seis días antes de abrir la puerta y acompañar a Kenna y Ryder a la salida de la mansión.
— Cuídala mucho, ¿sí? — me susurró Kenna, antes de subirse a su carruaje junto a su madre, quien me dedicó una enorme sonrisa entre maliciosa y contenta, desapareciendo de mi vista después de varios minutos.
— Mallory, ¿Podemos hablar?
— ¿Eh? ¿Ahora? — Miré con incredulidad a Lucifer, quien aún mantenía su buena imagen a pesar de que solo estábamos nosotros dos y un par de sirvientes.
— Sí. Acompáñame, tenemos varias cosas de qué hablar. — Traté de mostrarme tranquilo; me gustaría quedarme en mi habitación para asegurarme de que nadie encontraría a la pequeña, pero confío en que no intentaría hacer nada, aun si no me encontraba en la habitación.
Sabía que algo estaba mal cuando comenzó a contarme sobre el linaje de la familia y de todas las responsabilidades que me correspondía hacer cuando llegara al trono. Seguramente toda esta conversación era por las constantes visitas de Kenna, y esperaba que fuera por eso.
— Uriel está muy preocupada por ti últimamente— declaró cuando llegamos a su oficina.
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Editado: 18.08.2025