—Entonces, ¿esta es la pequeña a la que deseas proteger?
— Sí. — El querubín abrazaba mi pierna, ocultando su pequeño cuerpo tras de mí, seguramente desconfiada al ver que se trataba de un arcángel o porque era una persona desconocida para ella.
— Déjame revisar. — Me aparté un poco para intentar que se soltara de mí, pero solo conseguí jalarla, no me soltó en ningún momento.
— Puedes estar tranquila, nena. Ella es mi madre, no te hará nada. No puede hacerlo. — Con un poco más de confianza se apartó, aunque aún se notaba que temblaba por la extrañeza de la mujer.
— Parece que Kenna hizo bien su trabajo. Casi no tiene nada. — Con su mano emanando un pequeño rastro de aura, revisaba el cuerpo de la pequeña, quien no parecía estar infectada ni mucho menos. — Entonces, ¿Quieres que conserve su naturaleza y continúe siendo un querubín a pesar de que esté en Gehenna? ¿Correcto?
— Sí.
— No es un proceso difícil, siempre y cuando ella acepte el procedimiento y tú estés al pendiente de su tratamiento. Aunque no podría salir de tu recámara, teniendo en cuenta que acabamos de prometer que traicionamos a Lucifer.
— No será un problema.
— En cuanto a su adopción, podríamos firmar un papel de paternidad temporal hasta que te cases con tu uxor, o si lo prefieres, esconderla hasta que seas su padre. Yo recomendaría que hagas pública tu adopción antes de tu compromiso con Ariadne. — Hablaba mientras seguía revisando a la menor con su mano y mirada, quitándole lo poco de maná oscuro que quedaba en ella.
—P ero ya debería estar casado con Kenna para ese entonces, ¿no?
— ¿¡¿Kenna será mi mamá?!!— La mano de Uriel se detuvo en la boca de la menor ante su pequeño grito intencionado.
— No debes gritar, pequeña, aún no es seguro que estés aquí. — Continuó con su revisión tras la confirmación de la menor. — Entonces, escogiste a Kenna.
— Es con quien mejor me llevo. Hace casi siete años que no veo a Theodore.
— Bueno, Mallory, si todo sale bien, esta niña podría purificarse dos veces por semana; solo sigue haciendo lo que has estado haciendo para esconderla. ¿Cuándo te presentarás ante los padres de Kenna para pedir su mano?
— Aún no lo sé. Por los ensayos y el bienestar de la bebé, no me he dado un tiempo.
— Pues hazlo ya, Mallory. No se puede vivir encerrada en tu habitación.
— Iré la próxima semana.
— Bien. Enviaré a una concubina a que le traiga lo indispensable para su salud, me aseguraré de que sea de confianza. Y asegúrate de que Casper acepte la unión antes del Dark Night; Ariadne necesita verte casado, aunque estén comprometidos. Y por lo que más quieras, que esto se quede entre nosotros dos, Kenna se enterará después.
— Bien, gracias por todo.
— Ahora, busca una buena excusa para justificarte con tu padre respecto a las clases que faltaste. Por donde entraste, te sales; todavía te quedan cuatro horas para pensar. Cuando tenga los papeles, te los haré llegar para que los firmes. — Manteniendo la misma sutileza de antes, salió de la habitación, provocando una ola de alivio en la menor que solo me hizo reír.
— Señor, ¿Seguro que está bien? — Miraba la ventana del carruaje, tratando de mantenerme sereno, muy a mi pesar, su pregunta me dejó en claro que mis nervios eran más notables de lo que me gustaría.
— Bell, nunca había pedido la mano de alguien, ¿Crees que estoy bien?
— Puedo darle algo para que se relaje. No soy hombre, así que no viviré esto, pero no debería sentirse nervioso, señor. Lilith ya tenía previsto el matrimonio.
— Lilith no es mi problema; el que debe aceptar es Casper.
— No sé cómo ayudarlo, señor. Lamento mi inutilidad — Como pude, me relajé el resto del camino, logrando disimular mis nervios, aunque no podía deshacerme de ellos cuando llegamos a su residencia. — No le pasará nada. Lo peor que puede suceder es que rechacen la pedida.
— Eso es lo que quiero evitar.
— Bienvenido, príncipe Valtheron. Su majestad lo está esperando. Por favor, acompáñeme. — Miré hacia Bell, quien, con un pequeño gesto, me deseó la mayor de las suertes antes de entrar a la casa. Lo único que logré percibir fueron varios cuadros de pinturas y retratos de la familia Dearbhail y Kimbrough colgados en la pared de un angosto y largo pasillo, más uno que otro reconocimiento y trofeo, que seguramente eran de Nicholas Dearbhail -el heredero de la familia-, Lilith y uno que otro de Kenna. — Su majestad, el príncipe Valtheron está aquí. — Anuncio con total formalidad al encaminarme a la oficina de Casper, padre biológico de Kenna.
— Gracias, Alfred, puedes retirarte. Comunícame cuando esté lista la comida. — Y con una sutil reverencia, salió de la recámara, dejándome solo con este hombre. — Entonces, vienes a pedir la mano de mi hija, ¿Me equivoco?
— No, majestad. No podría decirlo mejor.
— Dime por qué. Si mi información es correcta, usted ya está comprometido con la hija ilegítima de Miguel Blackwood, según el informe que Lucifer compartió la semana pasada.
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Editado: 18.08.2025