The Academy

10: Mallory, ¿Es enserio?

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— Mallory, ¿Es en serio?

Apretó la oreja de la taza con tanta fuerza que su mano comenzó a tornarse más blanca de lo habitual.

— No tenía alternativa. Fue la condición para aceptar el matrimonio. — Uriel apoyó su mano en la frente, quizás frustrada por la noticia acerca de la niña cordero de la capital de Osprey, en Olympus.

— ¿Y está bien? ¿Qué dice Lilith que tiene? — Me apena mucho involucrar a Uriel en todo esto, pero ahora es la única mujer en la que puedo confiar antes de mi matrimonio.

— No sabe con certeza. Parece que entró en coma.

— Bien, veré qué puedo hacer para esconderla. Cambiando a otro tema, ¿Se casarán antes o después del Dark Night?

— Tres días después, según lo decretó Lucifer.

— Esto es un desastre, Mallory. Para que Lucifer acepte la adopción, tiene que ser antes de que te cases, y solo tenemos cinco días para esto.

— ¿No puedes trabajar más rápido? — Tomé a la pequeña que jugueteaba en mi regazo, que estaba a punto de caerse por tratar de atrapar una mariposa que revoloteaba cerca de ella.

— El documento está en camino; aún no lo autoriza el consejo, y si sale como me lo informaron, llegará el mismo día del Dark Night. Es lo más rápido que puedo moverme, a no ser que pague, claro está.

— ¿Cuánto es y cuándo llegaría?

— En tres días. Me parece que 500,000 ducantos.

— Págalo.

— Estás loco, Mallory. Izara lleva las finanzas tuyas y de tu hermano. ¿Crees que no se dará cuenta?

— Le diré a Lucifer que está relacionado con la boda, ya que quiere que Kenna resalte sobre las demás possessorium, y que te concedo ese dinero para que puedas ayudarla.

— Es muy grosero involucrar a tu prometida sin consultarlo.

— Está al tanto de la situación, no dirá ni hará nada que nos perjudique. Confío en ella.

— Bien. Otra cosa, no has visto a Leonor, ¿Verdad?

— No recientemente. ¿Pasa algo?

— No te debe importar.

— Lo hace si te perjudica.

— Bien, Valtheron, eso es todo por el momento. Cuando Lucifer llegue, coméntale sobre los ducantos.

— Como ordene. — La de cabellera blanca se puso de pie, caminando hacia la puerta del invernadero, donde Uriel solía ir para purificar su alma, un lugar especial para ella, siendo el primer y último regalo de Lucifer.

— Vamos, niña. — Habló Uriel desde la entrada de su recámara, donde solía purificarla. Era más fácil, cómodo y seguro para ambas. — Y ve buscando un nombre para ella. Es difícil no dirigirme a ella por uno.

— ¿Un nombre?

— ¿O esperabas llamarla nena todo el tiempo?

— No realmente...— Aunque la consideración del nombre no se me había pasado por la cabeza, a pesar de ser algo tan obvio, lo que pareció no pasar desapercibido por ambos ángeles. La presión de los ensayos para el Dark Night, las claras órdenes de Lucifer hacia el compromiso y los proyectos que la escuela me enviaba a hacer en remplazo de mis asistencias me estaban dejando bastante cansado.

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— Un nombre...— Miraba con atención al techo de mi recámara, como si este me resolviera todas mis dudas.

— Su majestad, ya está todo preparado para la menor, mi señor. — Habló Katherine, la mucama más cercana a Uriel y la quinta concubina de Lucifer, la encargada que Uriel me envió para ayudarme con la niña.

— ¿Desde hace cuánto se durmió?

— No lleva mucho tiempo, quizás media hora.

— Katherine... Si tuvieras una hija, ¿Qué nombre le pondrías?

— ¿Un nombre? Bueno, hay varias opciones a elegir, mi señor.

— Eso lo sé, pero no tengo ni idea de uno. — La mujer de cabellera naranja dirigió su vista al techo, como si esperara ver lo que yo miraba tan atentamente, pero no encontró nada.

— ¿Es para la lady?

— Sí.

— Por su naturaleza tan pura y su cabello rosado, podría ponerle algo que se asemeje a ello. Como el de una fruta, un mineral o incluso una flor.

— Algo que se asemeje a ella...

— Sí, mi señor. Con los conceptos que ya le di, podría sugerirle quizás Rosa, Sapphire, Dahlia, Maehwa.

— ¿Maehwa?

— Es una pequeña flor, mi señor. Crece en los árboles.

— Gracias por tus recomendaciones. No te hago perder más tu tiempo. — La palabra "Maehwa" se quedó impregnada en mi mente durante el resto de la tarde. Había algo en el nombre que me atrapaba. Dejé de mirar el techo para observar la ventana; la completa oscuridad era lo que más destacaba junto a una enorme luna menguante, de un color rojo tan fuerte que podría atemorizar a cualquiera si fuera la primera vez que la vieran. Sin embargo, aquel macabro color no opacaba su belleza.

— Mallory, ¿Puedo entrar?

— Adelante. — Me sorprendió ver a Leonor entrar con sigilo y cerrar la puerta con cuidado. Comúnmente la hubiera azotado al entrar. — ¿Y esa tranquilidad?

— Mallory, necesito que me ayudes. Yo... lo arruiné, de verdad lo arruiné. — Su mirada era opaca, sin ese brillo del que Uriel tanto hablaba. Su ropa y sus manos estaban cubiertas de sangre de tonalidades oscuras, rojas y plateadas.




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