— ¡Estuviste increíble, papá!
Corrió la alada, quien portaba un lindo vestido color verde pastel, con pequeños moños adornando gran parte inferior, conjugando con su cabello corto. Lucía muy bien, llegando de la mano de Kenna, quien estaba encantada por su porte y naturaleza.
— Gracias, linda. ¿Y Uriel?
— Dijo que se iría con su familia y me dejó con mi Kenna.
— ¿Tu Kenna?
— No estaba segura de cómo debía llamarme, así que me llama así.
— Linda, ella es tu mamá.
— ¿Seguro? ¿Está súper confirmado?
— Lo será en tres días, pero no hay problema si te refieres a ella como tu madre desde hoy. — La de cabello rosado gritaba con tanta emoción en el regazo de Kenna que no fue ignorada por los demonios que había alrededor. Varios miraban la escena con repudio, mientras otros tantos lo hacían con ternura y cariño, pero eso poco, si no es que nada, me interesó; verlas a ambas conviviendo con tanta naturalidad me calmaba bastante, no logrando evitar soltar una que otra risa ante las incoherencias de Maehwa.
— Veo que interrumpo un momento importante con su familia, alteza. — Las risas se esfumaron en cuanto la mirada de Lennox se fijó en Maehwa, con un semblante para nada amigable, lo que la hizo aferrarse a Kenna con claro terror.
— Lo hace. ¿Puedo ayudarle en algo? — Algo que este hombre pareció no entender desde que entró a Gehena es que no tiene el poder para controlar a nadie, así que mi respuesta no le agradó para nada y eso se demostró en su mirada sombría, mirándome con tanta intensidad como si esperara que me disculpara. No lo hice, y eso lo enfureció más. Los ángeles son sumisos, no los demonios.
— Quería hablar contigo, Mallory.
— No recuerdo haber dado permiso para que me nombre de manera informal. — Algo en Maehwa apareció, un sutil brillo en su mirada. No había entendido que ya no puede regresar al Deliciae porque es hija de un demonio; por ende, cualquier ángel no posee autoridad sobre ella, y aquello pareció encantarle. En cuanto a Lennox, solo pudo sostener su enojo en su puño mientras su mirada se ensombrecía aún más. Podía entender por qué Uriel le tenía miedo.
— Qué... descarado de mi parte. Una disculpa, señor Valtheron.
— ¿Qué quiere? — La formalidad siempre es importante, siempre que se quiera. Podía hablarle como se me antoje porque no estaba en su región y, por ser heredero, cada golpe de realidad parecía costarle demasiado.
— Conversar con usted, alteza. Hay algo que uno de mis hijos quiere negociar con su persona.
— ¿Y por qué está usted si el que desea negociar conmigo es su hijo? — Su mandíbula se tensó aún más, mientras buscaba cómo justificarse sin dañar su reputación ante mi prometida e hija.
— Mallory...— Gritó Lucifer, maldiciendo internamente mientras se acomodaba a mi lado, ignorándolas por completo. — ...Por favor, no lo arruines, a no ser que quieras que tu hija pague las consecuencias. — Habló bajo, siendo escuchado solo por nosotros tres, antes de mirar de reojo a Kenna, quien acunaba a Maehwa.
— Maldito sinvergüenza. — Me aparté de ellos, yendo hacia Maehwa, quien parecía estar aguantando las ganas de soltarse a llorar. — Vayan a disfrutar del evento, las alcanzo después. — Acuné el rostro de Maehwa con mis manos, como había visto que lo hacía Uriel con Leonor, limpiando las pequeñas lágrimas que se acumulaban en sus ojos.
— Podemos hablar en el salón principal, solo que llegue mi heredero, majestad. — Habló casi gritando, buscando que ya terminara con aquello que estaba haciendo, mientras Levi trataba de parecer calmado, sereno, todo un arcángel hombre a pesar de ya haber demostrado parte de su verdadera cara.
— No dejes que ningún ángel la toque. Quédate con tu familia si puedes. — Le supliqué antes de "guiar" a ambos adultos a la sala ya mencionada. Esta sala era bastante especial para los invitados de otras regiones, ya que su cuidado es bastante peculiar; es limpiada periódicamente con magia de Éter, dejando así que pueda esparcirse una sutil aura de cada región en ella, siendo cómoda para los invitados.
— Entonces, aceptaste que tu hijo se casará con un demonio.
— ¿Crees que iba a dejar que te lo quedes?
— Me da igual, aunque sí me hubiera gustado presumirlo en el Deliciae. Su poder de nigromante es impresionante.
— ¿Podemos hacer esto rápido? Tengo una hija a la que me encantaría cuidar. — Ambos hombres me miraron, Lucifer con enojo y Lennox con envidia.
— Bien. Supongo que el campo de la academia y el heredero ya quedó claro, ¿Me equivoco, alteza?
— No. — Apreté mi mandíbula. Ya decía que algo tenía que ver ese ángel con todo esto.
— Bien, entonces cubriremos lo demás. Valtheron, ¿Sabes qué es una criatura mágica?
— ¿Me ve cara de idiota?
— Oh no, claro que no. No es común tener ese tipo de criaturas por aquí, así que creí que no lo sabrías, no buscaba ofender.
— Sé lo que son, pero no he visto una.
— Bien, pues será su segundo patrimonio, además de cinco instituciones que lidera Leena, más una mesada de...
— Lamento tener que interrumpirlo, majestad, ¿Por qué quiere darle tanto patrimonio a mi hijo?
— No es tanto para su alteza Valtheron; quiero que mi querida nieta aprenda a liderar y administrar un bien. Como sabrán, es hija ilegítima y la excluyeron de toda herencia por parte de Leena, sin embargo, a Miguel no le interesa mucho quitarle propiedades. Por eso estoy entregando la academia y el albergue; quiero que la esposa de mi hijo mayor deje de liderar instituciones tan importantes como las que ahora tiene.
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Editado: 16.08.2025