– No creí que el blanco te quedaría bien, hijo.
– Mall, ¿por qué llevas ese traje? – Uriel me miraba con alegría, emoción y un toque de sentimiento, mientras sus ojos brillaban con una intensidad que nunca había visto antes. En contraste, Lucifer me observaba con desprecio y orgullo, entre la emoción y la irritación por el comportamiento de los ángeles. Seguramente ya estaba pensando que tuvieron algo que ver respecto a esa decisión, y posiblemente lo hicieron a propósito, pero ¿cómo saberlo? Sea como sea, lo lograron.
– No acondicionaron bien la habitación; el dolor se esfumó, pero el calor era insoportable. Me obligaron a bañarme y me dieron esta vestimenta, por ahora.
– ¿Y qué es lo que te van a dar?
– La escuela, el refugio, varias empresas de cristales y aura, una mesada del 45% y regalías del 35%.
– ¿Alguna condición?
– Traer a Ariadne seis veces al año y casarme en la iglesia.
– ¿Fecha?
– La pondrá Leena. Antes de irnos nos la dirá.
– Entonces, iré a ver a Miguel. – Uriel me abrazó en cuanto Lucifer salió de la habitación, mirando con total atención el traje. Me obligaba a dar un par de vueltas, dándole mayor visibilidad al mismo.
– Nunca había visto un traje tan especial como el que tienes. Tenían muchas ganas de presumirselo.
– Tal pareciera.
– Y te casarás por la iglesia. ¡Mallory, me hiciste la mujer más feliz después del nacimiento de Leonor!
– Me lastiman tus palabras, madre.
– Ay, ya. Me dan muchas ganas de ver cómo será tu traje. Conociendo a mi padre, seguramente será en un mes tu boda. Tenemos bastante tiempo para buscarle un vestido a Maehwa y un traje para Leonor, aunque Lucifer es el problema...
– Tranquila, esos detalles ya los consultaremos después. Respira, Uriel. – Daba pequeños brincos mientras caminaba por la habitación; su mirada se iluminaba al pensar en qué podría ponerle a Maehwa. De todas las personas en mi casa, la última que creí que se encariñara con mi pequeña sería Uriel, y, curiosamente, parecía ser la primera.
– Lamento interrumpirlo, sus señorías solicitan su presencia.
– Muchas gracias. Iremos de inmediato. – Con cuidado, Uriel sostuvo mi mano mientras nos guiabamos hacia la oficina de Lennox, que era mucho más grande que la de Miguel y en la que el calor era más intenso. Gracias al maná de Lucifer, se controlaba el ardor, pero el bochorno era molesto.
– La boda se celebrará la siguiente semana, el domingo. – Comenzó Leena, mirándole fijamente a Uriel, y bajándole un poco su alegría. – De recomendación, mi esposo Miguel, el señor Levi, Gabriel, Rafael y yo estamos de acuerdo en mantener a su majestad en la casa para ayudar con los preparativos de la boda. Nos aseguraremos de que no se repita el acontecimiento de la noche pasada, puede estar seguro de que...
– No puede dejar sus responsabilidades estando aquí...
– No puedo abandonar a mi esposa e hija tanto tiempo...
Hablamos Lucifer y yo al mismo tiempo, sin querer, asombrando a todos, como si se les olvidara un dato muy importante: los demonios no son sumisos. Lennox cambió su semblante en un instante, dejando paralizados a Uriel y Miguel, quienes nos miraban con bastante miedo. Me apenaba no poder ayudar a Uriel con esto.
– Lamento haber interrumpido, su señoría. Pero no puedo dejar solas a mi esposa y mi hija tanto tiempo, no es lo correcto. – Hablé, tratando de mejorar el ambiente y las expresiones de Lennox y Leena, que estaban afectando a Uriel por cómo sujetaba mi mano.
– ¿Y qué propone, su alteza?
– Si se desea que me hospede aquí, solicito que me permitan hospedar a mi hija conmigo y que me dejen mantener comunicación con mi esposa. No requiere visitas si eso les molesta.
– ¿Y usted, su majestad?
– Solo que le permitan completar su documentación en esta semana que se ausentará de su esposa. – El suspiro de desesperación fue muy notorio en la sala y más que satisfactorio para Lennox, que sabía que sería trabajo que Lucifer y Kenna tendrían que solucionar hasta que regresara a Gehenna. La mueca de mi rostro y el de Lucifer no pasaron desapercibidas por Leena, quien parecía estar neutral, ante todo.
– Si esas son sus peticiones, no tenemos ningún problema en aceptarlo. Prepararé todo lo necesario para su estadía. Mientras tanto, pueden visitar la capital y los pueblos cercanos. Mis hijos pueden acompañarlos si así lo requieren.
– ¿Cuándo nos dejarán ir? – Comentó Lucifer, ya rendido. Los altos mandos siempre solían mantener el respeto en todo momento, pero con los demonios siempre era diferente, porque nos tenían en un concepto negativo, grosero e irrespetuoso, sobre todo los ángeles, y por eso Lucifer no mantenía ningún tipo de respeto hacia ningún miembro del Deliciae.
– Si usted gusta partir ahora, puede hacerlo. El carruaje para su pequeña se preparará hasta en la noche, alteza. – El semblante frío de Leena cambió bastante, volviéndose más tranquilo, como si mis palabras anteriores le hubieran cautivado. Sabía que los ángeles son muy sentimentales, pero ¿Tanto?
– Agradezco muchísimo su trato hacia nuestra familia. Lamento los inconvenientes que se pudieron provocar. – Lucifer salió de la habitación hecho una furia, azotando la puerta al entrar a la habitación donde me quedaría por el resto de la semana.
– Vámonos ya, Uriel. Tengo cosas más importantes que hacer.
– Ya hablé con mis hermanos. Solo no rompas nada, por favor.
#646 en Fantasía
#144 en Joven Adulto
descripciones explicitas, lengua bulgaria malas palabras, magia reina
Editado: 17.08.2025