Hay un sueño en el que he quedado atrapada desde que llegué a esta especie de universo infinito, uno en el que me veo a mí misma rompiéndome en pedazos sobre un risco mientras una oscuridad casi celestial se cierne sobre mí y la única pisca de luz se desvanece tan rápido en un simple parpadeo.
Se repite una y otra vez, y cada una de esas veces el dolor y la tristeza me desgarran desde adentro tanto a mí como a la que veo sobre las rocas, hasta que finalmente la asfixia roba el último aliento de mi vacío cuerpo, para comenzar de cero una vez más.
Cuando intento ver más allá buscando una salida, algo me golpea... todo se hace borroso, mi mundo empieza a moverse como si alguien lo estuviera meciendo, la neblina se introduce por todas partes y me cega, adormeciendo mis sentidos. En el final siempre me encuentro inerte, con la pena derramándose de mis ojos hasta que el momento llega, y me libera por unos gloriosos segundos.
Hay un punto de resignación en el que solo esperas por el nuevo inicio de reproducción, pero esa última vez, se convirtió verdaderamente en eso.
Una última vez.