Freya, una joven encantadora, irradiaba luz por donde fuera su paso, y, ¿cómo no hacerlo? Con una sonrisa podía encantar a cualquiera, su calidez era capaz de confundir a los que caían en sus encantos, quizás la suavidad de sus palabras y la ternura de sus acciones eran las heridas más profundas de sus corazones.
Sin embargo, su ignorancia la hacía inocente, ella no comprendía que su calidez podía descongelar los corazones más fríos, incluso el de sus dos mejores amigos. Nunca se posó en su mente el pensamiento de que sus amigos se sintieran atraídos hacía ella, mientras su corazón se acercaba a Matteo, su mejor amigo desde la infancia, creyendo que ella se encontraba en un amor unilateral, sin saber que él no apartaba su mirada de ella, atrapada en un triángulo amoroso con sus dos mejores amigos, ¿es esto un cliché?
Probablemente suene así, pero este era uno de mis más grandes sueños, un típico amor cliché adolescente, lo cual es imposible ahora, porque claro, a mis veintitrés años, creo que ya no soy una adolescente.
Además, viviendo sola, yendo del trabajo a mi apartamento, me hace una persona solitaria, mi única compañía es mi pequeña gatita, aunque hay días en los que mi compañía no le agrada mucho.
A veces el único respiro que me hace sentir que hay algo más en mi vida, son mis pensamientos, mi imaginación, plasmarla en una historia cliché me da la felicidad que recarga mis energías.
Y es que la vida me enseñó algo muy importante, el tiempo no se detiene, no importa que tanto lo anhelemos, para algunos es una bendición, porque significa que las heridas del pasado podrán sanar, para otros es una condena. Para aquellos quienes esperábamos el tiempo perfecto, sólo significa que tenemos que seguir avanzando.
Sostener en mis manos la invitación de su boda solo me lo recordó los momentos felices, lo tonta que es la idea de esperar por ti, y lo tonta que fui al pensar que eras mi destino.
Así fue como hace unos años había empezado a escribir nuestra historia, quería reconectar contigo, sentir que estabas ahí, y darme las respuestas que por tantos años había esperado, quería cerrar este capítulo de mi vida, despedirme de ti para siempre, pero era tan difícil de aceptar que solo me veía creando un capítulo tras otro, hasta que me di cuenta de la razón, no quería terminarlo, la ilusión, la idea de que eras tú, me impedían terminar con mi tonta historia.
Pero lo haré, ¿me escuchaste?, voy a terminar esta estupidez y será el final tal cual he soñado. Al menos tendré el final que siempre soñé y será infinito, lo leeré cuantas veces yo quiera, ese idiota, ¿cree que ganó por casarse? Tendré un esposo cien veces mejor que él, guapo, millonario y que solo tiene ojos para mí, ¡yo gané esta vez!
—Señorita, no sé a quién le está hablando, pero todos aquí se están poniendo nerviosos con usted, ¿puede por favor moderarse? – dijo un lindo chico que parecía ser un bartender.
Momento, ¿un bartender? Claro, ahora lo recuerdo no se me había ocurrido mejor idea que venir a escribir a un bar.
—Eres lindo, pero no taaan lindo como Matteo—logré decir mirándolo fijamente sin tener control completo sobre mis palabras y acciones.
—El chico guapo, millonario, ¿que solo te mira a ti? ¿Acaso él sabe que mientras tanto tú andas mirando a otros con una mirada lasciva? —susurró acercándose a mi rostro.
—No lo sabe, no existe, bueno, solo existe aquí—respondí señalando mi cabeza mientras sonreía.
—Señorita, hay cosas que nunca entenderé ni usted entenderá—terminó mientras seguía atendiendo a otros clientes.
Pésimo servicio, ¿de verdad hay gente que se queja por que alguien con unas cuantas sangrías en su sangre está escribiendo una historia en un bar? No es como que esté causando disturbios o esté loca, simplemente estoy peleando con mis personajes ficticios y basados en mis desilusiones reales para evadir mi solitaria realidad. Oh, Dios mío, creo que sí estoy loca.
Se supone que, si amas a alguien, deseas su felicidad, ya sea contigo o sin ti. Tal vez no te amo lo suficiente, porque la idea de que ames a alguien al punto en el que tú, un casanova que toda la vida dijo que nunca formalizaría una relación, de pronto decida casarse, no me hace feliz, estoy enojada, triste, solo deseo volver atrás.
Aunque, pensándolo bien, un matrimonio tan joven, quizás se divorcien, ¿no? O mejor aún, que camino al altar le de diarrea, una tan fuerte que no pueda continuar con la ceremonia.
No, no puedo desear algo tan malo, además, eso es muy infantil. La verdad, a estas alturas, la única forma de evitarlo es que surja un apocalipsis zombi y que todos los invitados nos convirtamos en plantas que los combaten. Lanzarle semillas en la cara de la feliz pareja que se convirtió en zombi, es un sueño, uno muy bueno. No, creo que es el efecto de la sangría.
Tomé mi laptop y caminé tambaleantemente hasta la puerta del bar, se veía iluminada, pero con cada paso que me acercaba se sentía cada vez más lejana, sabía que ya era hora de regresar a casa, no había podido terminar la historia, pero el efecto del alcohol, mi poca resistencia a este y mi despecho por un amor no correspondido era en general una mala combinación que podría salir mal si no emprendía mi rumbo a casa en este instante.
Mi pequeña Botitas debe estar allí esperándome, solo nos tenemos la una a la otra, mientras yo estoy aquí, sufriendo por alguien a quien ya tiene a otra persona por quien sufrir.
Editado: 02.11.2024