Capítulo 2
La necesidad de una familia
Habían pasado cinco años desde que los tres decidieron vivir juntos. En ese tiempo, Mike y Maggie habían cambiado mucho. Mike se había vuelto un gran dibujante, incluso vendía retratos de personas en el pueblo y recibía bastantes mercurios. Sus ventas se habían convertido en una parte muy importante en la economía de los chicos. Por otro lado, su personalidad no cambió demasiado; a diferencia de cuando era pequeño, ahora era una persona más segura, más inteligente e incluso su forma de ser se había vuelto un poco más seria, pero siempre su amabilidad era lo que resaltaba. Por otra parte, luego de varios años practicando y poniendo a prueba todas las enseñas de Dave (Cazar insectos, Pescar, curarse, recolectar plantas, cocinar, etc.) Maggie se encontraba en pleno desarrollo de su personalidad. Ella se había vuelto callada y muy indiferente con otra gente; sin embargo, con Dave y Mike seguía siendo cariñosa, amable, y se había vuelto muy servicial y compañera. Y por último, Dave. Dave no había cambiado en absoluto: su carisma y su alegría no desaparecían tan fácilmente. Llegaba el invierno al pueblo. El frio dominaba cada rincón de las casas y el refugio de los chicos era un lugar que no resistía los climas extremos, por lo tanto, se debía buscar muchas ramas, hojas y troncos para que en la noche se pueda combatir el frío. Dave y Maggie volvían de recolectar leña, cuando de repente, escucharon un grito de ayuda viniendo desde el bosque. Rápidamente, ambos corrieron hacia el lugar para saber qué es lo que ocurría. Cuando ambos llegaron, lo que se encontraron era algo de todos los días, un conquistador aprovechándose de una persona, que esta vez era un niño. El niño era un poco más chico que ellos, y estaba siendo molestado por un conquistador. Rara vez los Conquistadores andaban solos, así que esta vez parecía que ayudar al niño era posible. Normalmente estaban en grupos de cinco: cuatro guerreros comunes y un comandante. Se decía que este último era mucho más fuerte y peligroso que un soldado normal, así que, si estuvieran los cinco sería imposible ayudarlo, ya que un soldado común tenía la fuerza de ocho hombres promedios. Por lo tanto, esta era una gran oportunidad para poder ayudar a alguien que lo necesitaba. Rápidamente, Dave le dijo a Maggie su plan: él lo distraería y ella llevaría al niño al refugio, lo alejaría lo más que podía para perderlo y que no pudiera seguirlo de camino a casa. Dave le lanzó una piedra al conquistador y le dijo:
—Lo siento, jaja, se me resbaló.
—Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? ¿Un niño estúpido que quiere ser un héroe? HA, HA, HA. Voy a ser bondadoso y dejar que vivas. Ahora vete, mocoso.
El conquistador se giró, dándole la espalda, pero Dave le volvió a lanzar una piedra. Entonces el conquistador, furioso, dijo:
—Tú lo pediste, niño. ¡Clavaré tu cabeza en una estaca!
Dave por fin logró que el conquistador lo persiguiera, pero no terminó ahí, ya que venía la parte más difícil: escapar con vida, debido a que los Conquistadores poseían una velocidad y resistencia sobrehumana.
Maggie salió de los arbustos para ayudar al niño a levantarse y que pudieran irse al refugio, pero el niño le dijo:
—¿A dónde vamos? El conquistador lo atrapará, tenemos que ayudarlo.
—Tengo que llevarte a nuestro refugio, es lo que me pidió y tenemos que hacerlo.
—N-no… hay que ayudarlo… no podemos irnos…
—No podemos. Si vamos tras él, lo pondremos en peligro, incluyéndonos. Tranquilo, confía en el…
A pesar de sus palabras de tranquilidad, Maggie por dentro estaba muy preocupada por Dave, ya que se enfrentaba él solo a un conquistador. Por otro lado, Dave intentaba perder al conquistador de muchas maneras posibles, pero ninguna con éxito. Corrió en muchas direcciones y zigzagueando, ya que no podía correr recto: debido a que el conquistador era mucho más rápido. Finalmente, Dave se ocultó tras un árbol y lanzó una piedra hacia las frutas de un árbol, haciéndolas caer, captando la atención del conquistador. Rápidamente Dave huyó al refugio sano y salvo. Dave llegó al refugio y fue abrazado por Maggie y Mike (que había regresado del pueblo y estaba al tanto de lo sucedido). Ambos estaban muy preocupados, pero a la vez muy feliz porque habían logrado salvar al niño, quien, luego de recuperarse, les dijo:
—Muchas gracias por haberme salvado. Tenía mucho miedo y estaba muy preocupado por ti. Lamento haberles causado problemas.
—¿Estas bien? ¿Te hizo algo malo?
—Sí, estoy bien, solo unos moretones.
—Menos mal. ¿Cómo te llamas?
—Bob ¿Y tú?
—Me llamo Dave, él es Mike y ella es Maggie. ¿Por qué estabas solo en el bosque con ese conquistador, Bobby?
—Casi siempre juego cerca del rio, y hoy no era distinto. Pero en un momento alguien me llamó del bosque. Cuando me acerqué, era ese conquistador. Me dijo que iba a matar a mis padres por estar jugando solo. Yo… tenía mucho miedo… realmente creía que nadie vendría…
—Tranquilo, ahora estas con nosotros. Estás a salvo. No voy a dejar que nada vuelva a ocurrirte.
—Muchas gracias… hay algo que me gustaría preguntar… e-m… ¿cómo lo hiciste? ¿Cómo no tuviste miedo?
—Simplemente corrí para perderlo. No es la gran cosa. Además, saber que necesitabas ayuda me hizo fuerte.
—Ojalá fuera tan valiente como tú…
—Jajaja, ¿De qué hablas? Fuiste muy valiente. Estuviste solo ahí afuera con un conquistador y no lloraste. Todos tenemos miedo, es algo normal, y no es una debilidad. Al contrario, puede llegar a ser una fortaleza. Por supuesto que tuve miedo, ¿quién no tendría miedo de enfrentar a un conquistador? Pero ese miedo me dio fuerzas. El hecho de querer volver a verlos a ellos me hizo fuerte. Solo tienes que encontrar un motivo por el que pelear, y eso te dará mucha fuerza.
El gran miedo que sentía Bobby poco a poco se desvanecía gracias a Dave y su familia. Cada vez se sentía mejor y sentía que podía ser igual de valiente que todos ellos. Bobby soltó unas pequeñas lágrimas de desahogo y alivio.
—Dime una cosa, Bobby, ¿vives muy lejos de aquí?— preguntó Mike.
—Vivo en el pueblo, junto a la casa de frutas y verduras.
—Te llevaremos con tu familia, ¿de acuerdo? Pero debes prometerme que no volverás a jugar cerca del rio ni muy lejos de tu casa. Es probable que el conquistador te busque por ahí.
—Jamás volveré a jugar cerca de ahí ni andaré solo. Es una promesa.
Los chicos se dirigieron al pueblo para acompañar a Bobby hasta su casa y que pudiera reunirse con su familia. Cuando llegaron, les contaron a sus padres lo sucedido, pero estos no mostraron emociones muy notorias. Simplemente sonrieron y agradecieron traerlo de vuelta, pero después de eso, de una manera muy fría, cerraron la puerta sin despedirse ni decir más palabras. Pero cuando intentaron cerrar la puerta, Bobby los detuvo y dijo:
—Espera, mamá, ¿pueden quedarse a comer? Por favor, ellos me salvaron.
La madre, con una mirada despectiva y de asco, le respondió en voz baja:
—Es peligroso. Despídete y que se vayan rápido. No pueden quedarse.
Dave escuchó un poco de la conversación y, con sospechas de lo que puede estar diciendo la madre, dijo:
—No te preocupes Bobby. Nosotros tenemos que irnos. No queremos molestar.
—Por favor, mamá… aunque sea démosles una bolsa con algunos alimentos, por favor, mamá, ellos me salvaron.
La madre, con una mirada llena de repulsión, dijo:
—Está bien, pero vayan al bosque. No quiero que los vean en mi casa. Bobby les llevará una bolsa— decía para posteriormente cerrar la puerta de inmediato.
Luego de un rato esperando, por fin llegaba Bobby con la bolsa.
—Lamento la demora. Mi madre es algo difícil de convencer, pero les traje muchas cosas. Deben probar el “Cake Meat”, es mi favorito. Porque es increíble, pero debe condimentarse bien, sin pasarse, ya que demasiado condimento hace que los sabores no se distingan.
—Ja, Ja, ¿sabes mucho de comida, no?— dijo Dave.
—¡Sí! Comer es lo que más amo en este mundo. Mi sueño es ir por el mundo probando comidas de otros pueblos, incluso de otros países. ¿Crees que habrá comidas distintas? ¿Carnes distintas? ¿Especias distintas?— decía Bobby con una sonrisa y una euforia que no se le veía con otras cosas.
—Es muy probable que haya cosas que no habías visto nunca. Es imposible imaginar algo que nunca viste.
—¿Crees que es un sueño tonto?— preguntó Bobby, cabizbajo.
—Ningún sueño es tonto. Por algo son sueños. Los sueños no saben de límites ni de prejuicios.
Bobby sonrió y dijo:
—Siempre que necesiten comida pueden venir a verme. Puedo conseguir más comida que esa.
—No queremos que la robes por nosotros. Tus padres se van a enojar.
—No la robaré… de todos modos, no creo que les importe…
—Dave, lamento interrumpir, pero está oscureciendo— decía Maggie.
—Está bien, ya nos vamos. Gracias por la comida, Bobby.
—Esperen… me… me preguntaba si… ¿puedo acompañarlos?
—No es seguro que estés afuera. Recuerda que el Conquistador puede estar buscándote. Aquí es más seguro, además tienes a tus padres para que puedan protegerte. Seguramente te visitaremos, así que no tienes que preocuparte por eso.
—Eso no… no es lo que me preocupa…
—Dave, debemos irnos— volvía a decir Maggie.
—Hasta pronto, Bobby. ¡Nos volveremos a ver pronto!— decía Dave mientras se iban rápidamente de vuelta a casa.
DOS SEMANAS DESPUÉS
Tras unas semanas de estar sin pedidos, Mamá Alegría les dió un trabajo para poder conseguir unos mercurios. Su objetivo era conseguir maderas y materiales para construir una pequeña choza cerca de la casa de Mamá Alegría. De camino hacia la casa de Garba, el hombre de las macetas, que también, de forma clandestina y sin llamar la atención, vendía maderas, materiales, comida y otras cosas que conseguía o le vendían en ese mismo momento.
Por supuesto, el comercio clandestino debía hacerse muy discretamente y sin ser visto por Conquistadores ni personas. Mucha gente se dedicaba al comercio clandestino debido a la falta de mercurios y a la abundante pobreza. Solían juntarse vendedor y comprador en el bosque, cerca del rio, en el pantano o, rara vez, en sus casas. Una gran parte de las familias no participaba de estos comercios debido a que la pena, si te atrapan, era la cruda muerte para los comerciantes y compradores, junto a sus familias y viviendas.
Mamá Alegría había hecho este comercio por muchos años con Garba. Ambos tenían una ruta específica para verse en el pantano, en donde los Conquistadores no solían rondar. A pesar del gran miedo que sentía por su seguridad, estaba tranquila porque no era una ruta peligrosa ni patrullada.
De camino al pantano por esa ruta y luego de una larga caminata, los chicos llegaron a un puente que cruzaba al otro lado del rio, pero antes de llegar, vieron que en el puente había gente comerciando. Rápidamente se ocultaron detrás de unos árboles al costado del camino y Mike dijo:
—¿Quiénes son esos? ¿No debería estar fuera de peligro? ¿Qué hacen aquí?— decía Mike con un tono alterado y asustado.
—Parece ser que están comerciando, porque no se ven Conquistadores… pero… ¿por qué hay niños?— dijo Maggie.
—Vamos a subirnos a este árbol. Maggie, saca las botellas de vidrio, veremos si podemos ver algo más— dijo Dave.
Los chicos se subieron al árbol y Maggie utilizó dos botellas de vidrio con unos lentes que habían modificado para observar largas distancias. Dave dijo:
—¿Y? ¿Qué ves?
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Editado: 15.08.2025