Su teléfono comenzó a timbrar bajo la almohada, despertándola de su letargo. ¿Cuánto tiempo había dormido? ¿Minutos? ¿Horas? Sentía que recién se había lanzado a su cama y ocultado el rostro contra el mullido colchón. Le dolía todo el cuerpo y la cabeza le punzaba con horror, pero aun así, se aventuró a responder la que, según sus cuentas, sería la segunda llamada en ese intervalo de tiempo.
Tomó el teléfono y deslizó su dedo sin siquiera revisar el nombre escrito en la pantalla.
—Sí cerré todo, mamá—pronunció con voz pastosa, apoyándose sobre uno de sus codos, reusándose a levantarse por completo de la cama.
Pero no fue su madre quien le respondió.
—¿Light Fury?—la voz rota de una mujer resonó contra su oído, aumentando el martilleo constante en su cabeza.
Reconocía esa voz. Sabía quién era y el hecho de que la llamara, bastó para desvanecer cualquier residuo de sueño que aun quedara en su interior.
—¿Valka?—logró decir, sintiendo como se formaba un nudo de angustia en su garganta; obligándose a sentarse sobre el colchón, con las manos temblando contra su teléfono—. ¿Qué…?
—Se lo llevaron…—reveló la mujer, interrumpiendo cualquier pregunta que Leily intentara formular—. ¡Se llevaron a mi hijo!
Y eso fue suficiente para que todo a su alrededor se derrumbara. El cansancio se fue, dejándole el lugar a la preocupación y el terror.
Night Fury había sido secuestrado.
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Saltó sobre los tejados, deteniéndose cuando alcanzó a distinguir el reflejo de las luces policiales, provenientes de la misma dirección a la que ella se dirigía. Mentiría si dijera que eso no la alertó, aumentando la preocupación que durante los últimos minutos había controlado su cuerpo.
Se obligó a continuar, su respiración se agitaba con cada metro que avanzaba hasta que llegó a la calle donde vivía la familia de Night. Las luces, rojas y azules, parpadeaban sin parar, iluminando el área alrededor de la casa; consecuencia de los tres autos blancos estacionados frente a esta.
Exhaló con esfuerzo, tratando de recuperar el control de sus sentidos y, tras caer de pie sobre la acera, comenzó a caminar hacia los policías y los vecinos curiosos.
—Oficial—llamó a uno de ellos cuando estuvo a su lado—, ¿qué ha ocurrido aquí?
—Light Fury, ¿a qué has venido?—fue su respuesta; el hombre castaño la observó con una clara confusión.
—Estaba cerca y vi las luces—contestó, luchando por mantener el porte firme y seguro.
—No hay nada en lo que puedas ayudar—dijo el hombre, esta vez con calma y amabilidad; algo que no estaba acostumbrada a recibir y que, sin duda, la sorprendió—, tenemos todo bajo control.
En otras circunstancias, se habría alegrado por conseguir un trato amable e igualitario como heroína; ¡las personas finalmente comenzaban a aceptarla! Desde que se convirtió en Light Fury, había luchado por agradarle a la ciudad; un año entero de intentos fallidos que sólo lograron desanimarla con el paso del tiempo. Pero eso era el pasado, porque ahora Berk comenzaba a notarla y eso se lo debía en gran parte a Night Fury; algo que jamás creyó posible, en especial considerando los malos pensamientos que tuvo sobre el héroe antes y después de su regreso.
Night Fury. El chico azabache de ojos brillantes que, sin darse cuenta, se había apoderado de su mente; el mismo que ahora se encontraba en peligro y necesitaba ayuda.
—¿Qué ocurrió?—volvió a preguntar, centrándose en el oficial y los ruidos a su alrededor; no podía permitir que los sentimientos nublaran su juicio en ese momento.
—Un intento de robo—comenzó a explicar el hombre uniformado, señalando la casa cuya puerta permanecía abierta—. Los dueños estaban dentro, al parecer lucharon con los ladrones. El ruido alertó a los vecinos y llamaron a emergencias.
—¿Y los dueños de la casa?—indagó, nerviosa por la respuesta que fuera a recibir.
—Están bien—respondió él con calma—. Ninguno resultó herido. Sólo están asustados, en especial la mujer—otro oficial llamó su atención, obligándolo a marcharse tras un asentimiento que ella correspondió.
Analizó sus palabras con detenimiento, permitiendo que la angustia disminuyera lentamente.
Debió suponer que la presencia de la policía no era debido a Valka y Stoick; el hecho de que lo tomaran como un robo fallido y no se mencionara a una tercera víctima, dejaba en claro que el matrimonio procuró ocultar la verdad para evitar más problemas. Todos pensaban que Valka tenía miedo debido a los intrusos; pero sólo Light sabía la verdad tras ese sentimiento, y eso le oprimía el corazón causándole dolor.
Se alejó de la vista de todos, ocultándose entre las sombras para después volverse invisible con un chasquido de sus dedos. Para cuando el oficial de antes volvió, ella ya había desaparecido, dejándolo confundido. Avanzó con sigilo hacia la puerta abierta, deteniéndose repentinamente cuando dos policías salieron de la casa, quedando a escasos centímetros de ella.