The Furies

Capítulo 15

Observó al hombre frente a él mientras la puerta se cerraba lentamente. Su cuerpo herido continuaba colgando de las cadenas que apresaban sus manos, estaba seguro de que, al menos uno de sus hombros, se había dislocado por el peso constante. En su mente surgía una infinidad de frases ingeniosas para quejarse de la situación, pero estaba tan cansado que no tenía ánimos de pronunciar ninguna.

—No vendrá—dijo en su lugar, con voz ronca, cuando el cazador avanzó a su encuentro.

—¿Eso crees?—respondió el hombre con burla—. Lamento desilusionarte, pero ya viene en camino.

Tragó con fuerza, pasmado por la sorpresa y el enojo que comenzaba a fluir en él. Sabía que existía la posibilidad de que Light Fury se entregara, pero él había decidido creer en lo contrario, confiando que sus palabras serían suficientes para convencerla de no hacerlo. Al final se había equivocado y ahora otra persona inocente pagaría las consecuencias.

—No te atrevas a lastimarla, ella no…

—¿No tiene nada que ver en esto?—recitó el cazador, interrumpiéndolo—. Vamos, héroe, ambos sabemos que sí—sentenció y tenía razón; era imposible negarlo—. Y no puedo prometer que no le haré daño—añadió, aumentando el enojo del azabache—, no mientras continúes resistiéndote.

—Grimmel...

—¡Dime, héroe!—volvió a interrumpirlo—, ¿cuántas personas deben resultar heridas, para que me des lo que quiero?

No podía ni quería responder a eso; por el contrario, apartó la mirada, evadiendo sus provocaciones. Era verdad que ya muchos habían sido lastimados por su culpa, pero si hablaba, los condenaría a todos. No era justo, y dolía demasiado.

El mayor dilema de un héroe era tener que elegir entre sus seres queridos y el bienestar del mundo. Darles prioridad a las necesidades de los demás, a costa de las propias; eso es lo que un héroe debería hacer. Pero, ¿cómo sigues luchando, cuando al salvar a muchos corres el riesgo de perder a los que amas?

No siempre se podía salvar a todos, pero él realmente deseaba hacerlo. No quería perder a nadie más…

—Supongo que no dirás nada—determinó Grimmel con cierta tranquilidad.

—No, mientras sigas lastimándolo y amenazándome, ¡no te diré nada!—exclamó con la última fuerza que aún conservaba, encarándolo nuevamente.

—Entonces tendré que recurrir al último recurso—concluyó sin cambiar su porte, retrocediendo hasta la puerta para abrirla con un botón—. No quería hacerlo, porque puede destruir tu cordura—hizo un ademán de locura con sus manos—; pero no me has dejado otra opción.

La puerta se deslizó, permitiéndole ver a un hombre castaño y uniformado; al principio no lo reconoció, pero eso cambió cuando sus ojos se acostumbraron a la luz proveniente del corredor.

—Changewing—murmuró, un escalofrío recorrió su cuerpo al comprender lo que estaba por ocurrir.

—Al parecer no son necesarias las presentaciones—comentó Grimmel tras alcanzar a escucharlo—. Creo que conoces las habilidades de los Changewing—continuó, mientras el castaño se adentraba, con la puerta cerrándose tras él, sumiendo nuevamente la habitación en la penumbra—: Camuflaje, ácido…—enumeró con calma—; pero hay una que pocos conocen y que nos será muy útil.

El escalofrío se repitió, esta vez con mayor intensidad.

—Hipnosis.

El castaño se acercó a él tras un asentimiento de su líder. Tyre intentó alejarse, pero cómo hacerlo cuando estás encadenado al techo. No importaba cuánto se resistiera, no había manera de escapar esta vez; Grimmel finalmente iba a obtener lo que quería.

Las frías manos del hombre sujetaron su cabeza, obligándolo a mirarlo a los ojos a pesar de todas sus protestas; esos ojos que, iluminados de un color carmesí, parecieron engullirlo, volviendo todo oscuro a su alrededor. Incluso aunque lo intentara, no pudo apartar su mirada. Le dolía el pecho y le faltaba la respiración, era como si el Changewing absorbiera la poca energía que aún conservaba.

Los dedos fríos se sentían como agujas atravesando su cabeza, hurgando entre sus memorias en busca de algo útil. Y, aunque él se apresuró a cerrar todas las puertas antes de que su interior fuera expuesto, al final los candados cedieron.

Su mente se rindió, y entonces, la oscuridad lo envolvió.

—Ya puede hacerle una pregunta—dijo el castaño, aun sosteniendo la cabeza del héroe cuya mirada ahora se encontraba perdida en el vacío.

Grimmel volvió a acercarse, observando victorioso como Night Fury finalmente estaba a su merced. Carraspeó y habló con voz pausada contra su oído:

—¿Dónde está la llave del Dragon Eye?

El cuerpo del azabache se estremeció, una última lucha contra la hipnosis, antes de responder.

—La… tiene…—pronunció con dificultad, su voz temblaba—… Alastair Grant.

—¿Dónde?—insistió el cazador, inconforme con la respuesta dada.

—Alastair… Grant—repitió cada vez con mayor dificultad.

Grimmel volvió a preguntar, ahora más ansioso, pero el resultado continuó siendo el mismo. Encaró al otro hombre, en busca de una explicación que, sin duda, no le iba a gustar.



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En el texto hay: superheroes, dragones, romancejuvenil drama

Editado: 30.12.2023

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