The Furies

Capítulo 17

Observaba en silencio a Astrid caminar de un lado a otro, inquieta por el silencio y la ausencia de Light Fury. Habían acordado encontrarse en ese callejón en quince minutos, pero la heroína no aparecía por ningún lado y, definitivamente, no estaban dispuestos a irse sin ella.

La preocupación de Astrid podía percibirse en su caminar y en su mirada, esa que se mantenía fija en la entrada del callejón con una esperanza latente de ver a la albina.

—Tal vez la atraparon—susurró, Tyre había perdido la cuenta de las veces que la escuchó decirlo—, deberíamos volver para ayudarla.

El azabache tan sólo la observó, sentado contra la defensa de la camioneta utilizada para su fuga.

Parte del plan consistía en robar uno de los autos blindados, similar al que Astrid abordó horas atrás mientras fingía ser Light Fury. Antes de llegar a ellos, la heroína había seleccionado un auto, retirándole el rastreador y desactivando su GPS, para evitar ser localizados durante el escape.

Ese plan ligeramente improvisado había funcionado casi perfectamente, pues jamás contemplaron la posibilidad de tener que separarse.

—¡¿Por qué tú no estás preocupado?!—exclamó en un nuevo susurro, ahora molesta por la poca muestra de interés.

Tyre suspiró, la rubia finalmente se había detenido para encararlo.

—Claro que estoy preocupado—reveló con calma, aunque sus ojos demostraban lo contrario—. Pero estarlo no servirá de nada. Nos están buscando, Astrid—recalcó, sosteniéndole la mirada—, si nos atrapan, todos sus esfuerzos serán en vano.

—¿Entonces debemos dejar que la atrapen a ella?

—No—negó con la misma calma, algo que no era muy común en él y que, en el fondo, Astrid sabía que era sólo una máscara más que decidió ponerse para brindarle seguridad a ella; y lo odiaba por eso, pero en el fondo también le estaba agradecida—. Debemos confiar en ella. Démosles un par de minutos más, no deben tardar en llegar.

Astrid asintió dudosa, dejándose convencer por sus palabras, hasta que un nuevo pensamiento cruzó por su mente.

—¿Deben?—repitió, enarcando una ceja, confundida y curiosa.

Vio a Tyre apartar el rostro, negándose a observarla nuevamente, como si se hubiera dado cuenta del error que había cometido.

—Tyre—insistió, con una nueva y temible seguridad, mientras se cruzaba de brazos frente a él—. ¿Quién más viene con Light Fury? Acaso… ¿había más prisioneros?—cuestionó, esta vez con la preocupación volviendo a ella.

El azabache se llevó las manos al rostro, suspirando contra ellas y enredando sus dedos entre el flequillo despeinado. Sabía que no podía continuar aplazando esa conversación, pero el miedo a las consecuencias seguía latente en su interior y no podía hacer nada para detenerlo. Porque en el fondo temía haberse equivocado, temía que Grimmel lo hubiera engañado una vez más y que sus esperanzas de verlo con vida se desvanecieran.

No quería que fuera falso. No quería caer nuevamente en esa realidad en la que él estaba muerto. No podría soportarlo y mucho menos deseaba que Astrid cayera con él, porque así al menos le evitaría más dolor.

—Tyre—lo llamó nuevamente—, dijiste que me explicarías todo cuando saliéramos de ese edificio—le recordó, había cierta tranquilidad en su voz, quizá había notado su debate mental—. ¿Por qué le pediste a Light que nos separáramos? ¿Fue a buscar a alguien que conoces?

Dejó caer las manos a los costados, aferrándose al auto cuyos faros continuaban apagados para evitar ser descubiertos. Sus ojos buscaron nuevamente los azules de ella, esos que le gritaban que confiara y le prometían soportar la carga juntos, sin importar el resultado.

—No—murmuró la respuesta, su voz comenzó a temblar al igual que su cuerpo—. A alguien que ambos conocemos…

Sus palabras la desconcertaron, obligándola a permanecer en silencio por unos segundos que parecieron eternos, hasta que finalmente, pareció comprender a quién se refería… y eso rompió toda la seguridad que había estado mostrando.

—Eso… no es posible—musitó, a pesar de la oscuridad que los envolvía, Tyre alcanzó a ver el brillo de las lágrimas que comenzaban a formarse en sus ojos.

—Astrid…—mientras ella negaba en silencio, conteniendo las lágrimas, Tyre logró levantarse para sujetar sus hombros—. Él está vivo—pronunció suavemente—. Hiccup está vivo—volvió a decir, de tal manera que ambos pudieran creerlo.

Una lágrima silenciosa resbaló por el rostro de la rubia, ahora era ella quien se aferraba a los brazos del chico, para que no dejara de sujetarla por temor a caer.

—¿Cómo…?—logró decir con voz rota.

—Grimmel, él nos engañó a todos—intentó explicar Tyre, no se necesitó nada más para que ella comprendiera lo delicado de la situación—. Yo también tengo muchas dudas, pero en este momento no importan.

Astrid asintió, su cuerpo aún temblaba, pero se las arregló para liberarlo de su agarre y mantenerse de pie por su cuenta. Su cabeza había comenzado a dar vueltas, repitiendo una y otra vez las palabras de Ty.

¿Realmente Hiccup estaba con vida? Todo ese tiempo, él había estado vivo… y ellos, ella lo había dejado atrás. Sus tres años de soledad y sufrimiento no eran nada comparados con los de él. La herida que tanto esfuerzo le costó sanar, se abrió de nuevo, sangrando y doliendo con una fuerza superior… Y entonces, al sentir la culpa aplastándola sin piedad, comprendió porqué Tyre se había marchado.



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En el texto hay: superheroes, dragones, romancejuvenil drama

Editado: 30.12.2023

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