|Especial: La Desaparición del Héroe, Parte 1|
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“Todos nosotros tenemos poderes, talentos y habilidades. De dónde vengo, los héroes usan esos poderes para luchar y hacer del mundo un lugar mejor, sea o no sea su mundo. ”–The Flash, DC Comics.
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Habían ocurrido muchas cosas desde que obtuvo sus poderes ocho meses atrás y, sin duda, su vida ya no era la misma.
Un año antes habría pasado su noche de viernes jugando videojuegos con su hermano, pero ahora gastaba ese tiempo en perseguir a un ladrón de joyas a través de los húmedos y oscuros callejones de la ciudad.
Sí, ahora ese era su pasatiempo.
—Si llega a la avenida principal, lo perderás—advirtió Hiccup desde su auricular, había tomado la costumbre de llamarlo cuando necesitaba ayuda—. Hay demasiada gente a pesar de la hora.
—¡Lo sé!—exclamó él sin aliento, saltando de una azotea a otra—, incluso con mi velocidad, no puedo alcanzar su motocicleta.
Continuó su carrera sin perder de vista al pequeño vehículo que zigzagueaba entre los contenedores de basura dispersos por la calle estrecha. La capucha le había caído sobre los hombros debido a sus saltos, dejando al descubierto su cabellera azabache.
Detrás de él podía escuchar las patrullas que intentaban acercarse, algo que claramente les sería imposible, pues habían tardado en responder el llamado luego del robo a la joyería, dejándole toda la responsabilidad de atrapar al criminal.
Sin presiones, ¿verdad?
—Creo que tengo una idea—dijo Hiccup de pronto, sobresaltándolo—. Dispara frente a él para desviarlo hacia la izquierda, eso lo llevará a un callejón sin salida.
—Aún tengo problemas con la puntería, ¿recuerdas?—alegó, saltando hacia el siguiente techo—. Podría darle a él por error.
—Bueno, de cualquier manera se detendrá, ¿no?—mencionó el castaño con cierto toque divertido—. Tranquilo, no fallarás—agregó seguro—, ¿confías en mí?
Suspiró, no sabía si su pulso acelerado era por la carrera o por la presión que tales palabras ponían sobre él. Aun así, la respuesta estaba clara en su mente.
—Siempre—declaró sin ningún atisbo de duda.
—Entonces dispara—ordenó su hermano, y pudo jurar que estaba sonriendo.
Se detuvo en una cornisa, llenando sus pulmones con aire nuevo, sintiendo cómo su mano hormigueaba, ahí donde se formaba un pequeño proyectil de fuego que no tardó en lanzar y, cuando este impactó contra un contenedor, siguió al motociclista hacia el callejón que Hiccup había señalado.
—Eres un genio—celebró, apresurando la marcha.
Escuchó la suave risa de su hermano contra su oído, obligándolo a sonreír también. Pero esa alegría se desplomó cuando encontró la motocicleta abandonada al final del camino.
—Escapó…—dedujo con pesar, bajando de la azotea con un salto.
—¡Es imposible!—exclamó Hiccup, con sus dedos tecleando en el fondo—, el edificio frente a ti está abandonado, debió entrar en él.
Night asintió, a pesar de saber que él no podía verlo, y se dirigió hacia la construcción. Era de tres pisos y todas sus ventanas estaban bloqueadas con tablas de madera. La puerta tenía el mismo obstáculo, pero con un espacio suficiente para atravesarlo.
Al entrar, agradeció poder ver en la oscuridad, pues la luz que se filtraba por el agujero en el techo no era suficiente. Hiccup había dejado de hacer ruido para permitirle escuchar con claridad. Al principio, el silencio del lugar fue roto únicamente por los pedazos de vidrio que crujían bajo sus botas, pero eso cambió cuando llegó al segundo piso.
Había subido con cautela por las escaleras de concreto que se caían a pedazos, y fue al final de estas que vio un trozo de madera volar hacia él, obligándolo a agacharse para evitar el impacto. No tuvo tiempo suficiente de recomponerse, cuando un puño se dirigió a su rostro.
—¡Toothless!
Ignoró la voz de su hermano para responder el golpe de su atacante. Una patada en las piernas bastó para derribarlo.
—La próxima vez que quieras golpear a alguien, asegúrate que no sea mejor pelador que tú—aconsejó con burla, colocando una rodilla sobre su espalda para inmovilizarlo—. No irás a ningún lado.
—¡Eso es!—exclamó Hiccup con euforia—. Haré una llamada anónima a la policía, para que vayan por él.
Night estaba por responder, cuando percibió un penetrante olor a gas. Al principio sólo sintió nauseas, hasta que sus ojos comenzaron a lagrimear y su garganta a cerrarse. Se apartó por instinto, liberando al ladrón que mantenía su rostro oculto tras un pasamontañas.
—¿Toothless, qué ocurre?—cuestionó preocupado, escuchándolo toser.
Acto seguido, el gas se incendió, causando una pequeña explosión que lo alejó aún más de su atacante. Conforme el gas era consumido por el fuego, pudo recobrar el control de su cuerpo, permitiéndole ir tras él una vez más.