The Magic World

C11: Ameba

Flashback de Ameba:

He llegado a casa después de recibir clases en Bextruz. Nos han dado unos días libres porque están fumigando toda la escuela. Estoy algo desanimada, es la 4ta semana que llevo sin poder usar mi don; ya comienzo a dudar de si en verdad podré usarlo. Dejo mi bolso en el sofá y busco algo de comer.

—¡¡AMEBA!! —me llama fuerte mi madre, del cual me asusta por ser repentino aunque sea algo normal. —Espero que hayas comprado algo para cenar, tu llegada ha sido toda una sorpresa. —comenta bajando las escaleras y dirigiéndose a la cocina donde me encuentro.

—Ahm, no. —respondo en seco, no sé cómo contestar. —Bextruz llamó para informarles que vendría, pero no contestaron a ninguna de sus llamadas. —le informo sirviéndome un vaso de leche.

—Ash, creí que eran los de la renta, ahora se la pasan molestando para que paguemos. —confiesa llegando a la cocina. —De hecho, deberías dejar esa escuela, y ponerte a trabajar para pagar todas nuestras deudas. Estoy segura de que con 17 años puedes hacerlo, eres de la masa joven y enérgica.

—Una vez que me gradúe, quiero formar parte de el Ministerio de Defensa. La paga es bastante buena, así podría ayudarlos a pagar esas deudas. —le confieso, y tomo del vaso de leche. —Además, deberías trabajar, no tienes nada que te impida hacerlo; también tienes a mi hermano que es aún mayor que yo y no está haciendo nada.

—¿Qué? ¿Cómo dices? —pregunta ella mirándome con expresión molesta. Escucho la puerta de la entrada abrirse. —Yo soy la que atiende esta casa, la que se la pasa pendiente de ustedes, ya eso debería considerarse como trabajo. Solo eres floja, y no quieres tomar esa responsabilidad.

—La casa está vuelta un desastre, cada vez se decae más rápido y las deudas crecen. —le digo intentando hacer que se de cuenta de su alrededor. —Mi hermano ya tiene 24 años, no está trabajando porque lo han despedido en 4 ocasiones, no estudia por ser expulsado en 3 universidades; y todo por tener mala conducta y ¡que no se toma nada en serio! —le recalco y ella me da una cachetada.

—Al menos ha intentado varias veces ver lo que puede hacer en su vida. —me dice. Luego, golpea mi mano consiguiendo que suelte el vaso y se parta en el suelo. —Tú eres la única bruja de la familia que solo quiere ir a esa escuelita a perder tiempo. —agrega haciendo que me moleste, en eso, mi padre llega a la cocina, viene del trabajo.

—¿Qué está pasando? —pregunta él mientras deja su maletín en el sofá y se quita la corbata.

—Tu hija hace reproches de nuestra situación económica, y solo culpa a su hermano. —le responde ella. Yo intento aguantar las lágrimas, estoy por llorar de la impotencia.

—¿Y cómo te va con esa escuela de brujas? —me pregunta mientras abre la nevera y saca una botella de vino.

—He aprendido acerca de magia, lo que tiene que ver con las clases, como usar el don que tenemos y valores para educarnos. —le respondo mientras busco un vaso de plástico para servirme agua. —Por cierto, no soy una bruja, soy un mago. Las brujas son de intenciones malignas.

—Hmm, interesante, ¿y ya comenzaste a usar tales dones? —me pregunta, y toma varios sorbos de la botella.

—Aún no, los profesores me dicen que tenga paciencia y que no es nada fácil hacerlo. —le respondo, y me sirvo el vaso con agua. Mi madre observa y niega con decepción.

—Así que supuestamente tienes dones, según ellos, y que después de un mes estando allá, fuera de casa, ¿no has hecho nada de magia? —dice mirándome extrañado, y no me deja responder. —A mí me parece que es un timo, jamás creí en la magia a pesar de que existan tantos libros y películas acerca de eso.

—Es la realidad. El tren que ustedes vieron que me llevó hasta allá tuvo que viajar a gran velocidad para transportarse de una dimensión a otra. —les explico. Ambos me ven extrañados, parece que no me están creyendo. —En esta dimensión donde habitan los humanos, se tiene la seguridad en registro que la magia existe. No es para nada un mito.

—Esos son solo científicos y periodistas que sacan esas mentiras para ganar dinero. —asegura mi madre convencida.

—Tendremos que sacarte de esa escuela. —dice mi padre decidido. —Lo único que hacen es engañar a la gente. Aunque sean gratis las clases, consiguen que pierdas el tiempo. Queremos que trabajes y que atiendas mi negocio, así más adelante podrá ser tuyo. —confiesa y vuelve a tomar varios sorbos. Yo dejo el vaso que tengo en el mesón.

—Yo me convertiré en miembro del Ministerio de Defensa Mágico. —Les informo con determinación y firmeza. —Seguiré mi propio camino, no quiero ser dueña de un negocio, tampoco trabajar en uno.

Al contestarles eso, ambos se molestan. Me dicen que debo mantener lo que mi padre ha estado construyendo. Me gritan que no sirvo para nada. Según ellos, lo único que busco es diversión y maneras para evitar responsabilidades. No creen que pueda liderar algo con mi actitud, retractándose mi padre de pensar en dejarme el negocio. Me mandan al cuarto sin cenar, ya que no traje nada de comer y porque vine de ”imprevista".

Paso por el cuarto de mi hermano. Abro la puerta, y lo encuentro como me lo esperaba, tirado en la cama jugando vídeojuegos y comiendo comida chatarra. A mí me castigan por no traer comida, y a él le dejan comer porquerías mientras se divierte.



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En el texto hay: personajes variados, combates epicos, lugares magicos

Editado: 27.10.2022

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