Drake:
Me acerco al callejón en donde se encuentran Lucy, Bibi y los dos amigos de ella, Alaric y Kim. Me coloco al lado de una tienda, fingiendo que estoy observando sus productos, y en un ángulo que no me puedan ver. No quiero que le hagan daño, por esa misma razón estoy pendiente de si algo malo sucede.
Alaric tiene el don tipo zoan del caballo. Es alto con 1,87 de altura, cabello castaño oscuro, delgado, postura firme, piel morena y ojos algo achinados de color café.
Kim es de la misma clase solo que, en ese caso, ella tiene el don que le permite ser un súper humano, incrementando su fuerza y mejorando sus sentidos. Es robusta, un poco musculosa, 1,79 de estatura, piel clara, manos un poco grandes y pesadas, ojos verdes rallados y cabello rubio. Además, su rostro es refinado.
Ambos suelen pasársela con Bibi junto a otra chica más que no se encuentra con ellos. Desconozco el resto de características que no sean a simple vista.
—Responde a mi pregunta, ¿tienes algo con Kevin? —insiste Bibi muy imponente a Lucy, reposando su bate en el hombro.
—¿Por qué quieres saber eso? ¿De dónde viene ese interés? —le pregunta Lucy extrañada.
—Ohh, con que no tienes una idea. —asume Alaric, frotándose la barbilla muy pensante. Bibi la mira fijamente.
—Solo es algo que quiero saber y que puedes responder con facilidad. —responde, sujetando el bate con ambas manos ahora.
—No creo que sea necesario decirte datos personales míos.
—Jaja, si ustedes no tuvieran nada, no tendrías tanto misterio ni te estarías reservando eso.
—Asumes demasiado rápido, ¿no crees? —le dice Lucy muy chocante. Bibi mantiene la cordura mientras recoge el bate y la ve fijamente.
De repente, una clase de luz brilla detrás de mí. Volteo para intentar ver qué es, pero su brillo es muy potente. Al aclararse, me encuentro con una chica ¡Es la otra amiga de Bibi! ¡la que faltaba por estar allí! Ella me empuja con mucha fuerza. Me tropiezo con una bolsa de basura grande que estaba en el suelo, y caigo en el piso detrás de todos ellos. Los cinco, contando a la chica que me empujó, observan cómo me levanto rápidamente y limpio un poco mi ropa.
—¡Larazy! —dice Kim alegre.
—Parece que nos has traído una sorpresa, Larazy. —comenta Bibi con mucha seriedad—. Creo que este no es lugar para conversar. Hay muchos metiches en esta zona. —opina mientras me mira con molestia, y luego comienza a retirarse junto a los demás—. Hablaremos cuando tengas más tiempo a solas, Burmeister.
—¿Te encuentras bien? —le pregunto cuando ya se han retirado del callejón y al acercarme a ella.
—Si, no sé que es lo que realmente quería. —respnde y confiesa sin verme a los ojos.
Al salir del callejón, nos llama a los dos la atención una canción que se escucha alto. Nos acercamos para ver qué es, hay varias personas haciendo un círculo, impiéndonos ver lo que se encuentra en el centro. Cuando conseguimos ver en la gran cantidad de personas, notamos que es Boonie bailando alguna clase de danza estilo pueblerino con un elefante de algodón de azúcar color rosado. Lucy y yo nos asombramos por eso, a la vez, nos divertimos. Ciertamente se ve muy chistoso. Ambos se ven muy alegres bailando.
—El mundo mágico comienza a interesarme cada vez más. —confiesa Kevin al lado nuestro de brazos cruzados con una sonrisa. Lucy y yo nos sorprendemos al verlo de repente.
—Jajajaja, no sé como hicieron para darle vida y forma a un algodón de azúcar, pero ha funcionado. —comenta Lucy mientras se ríe a carcajadas.
Está anocheciendo. Lo acabo de notar al ver el sol ocultarse casi por completo, y las luces de los postes y tiendas se encienden. Boonie nota que nos encontramos cerca viéndola, y sin siquiera dudarlo, nos toma a Kevin y a mí para bailar en el centro. No soy de bailar casi, pero intento defenderme. Kevin no lo hace tan mal, aunque parece que tampoco sabe mucho. La gente nos mira mientras aplauden al ritmo de la canción, ríen y otros cantan. Puedo notar que algunos de nuestros compañeros están en los alrededores haciendo lo mismo.
Lucy se ríe al vernos bailar, y tapa su boca con la mano mientras lo hace. Después de unos segundos, yo la tomo por la muñeca, y la traigo al centro. En este caso, ella se queda unos segundos parada sin casi moverse. Luego, sigue el ritmo de la música, bailando bastante bien. No sabía que lo hacía de tal manera.
—¡Oye! —le llama Kevin a Boonie mientras bailamos—. ¿Cómo hiciste para tener un elefante de algodón de azúcar viviente?
—¡Mi nombre es Dumbo! —exclama el elefante mientras hace pasos chistosos.
—El vendedor me dijo que podía encantarlo con su barita mágica. —responde Boonie con voz alta para que lo escuche—. La usé, optó la forma que tenía en la mente, comenzó a tener vida y lo nombré Dumbo por tener esas orejotas.
—¡Hey! ¡Esta es una fiesta, el cual no me han invitado! —exclama Leo, entrando al centro del círculo a bailar también. Por lo visto, no se le da mal tampoco.
—¡Yo creo que esta fiesta debería ser para que bailemos todos! —opina Shey, la amiga de Raven, y toma a Bakugo para traerlo al centro. Él al principio se niega, pero luego de unos segundos acepta entrar.