Lucy:
No entiendo bien lo que está pasando ni por qué me ataca. Sin embargo, estoy segura de que es un enemigo. Tiene que formar parte de las amenazas que han destruido este pueblo.
Termina de probar mi sangre con su daga. Miro de reojo a mis compañeros de viaje para saber que están bien. De repente el cuerpo se me adormece. No siento debilidad, sino más bien que estoy congelada. Caigo al piso, quedando completamente vulnerable. Intento mover mis brazos, pero no consigo hacer casi nada. Sólo puedo mover mis ojos para parpadear y ver en distintas direcciones que me permita la posición pecho al suelo.
—¿Conoces a una chica llamada Boonie? —pregunta el hombre, acercándose lentamente.
—¿Quién rayos eres? —pregunto. Me esfuerzo al máximo para levantarme, pero no puedo mover casi ninguna parte de mi cuerpo.
—Yo soy quien hace las preguntas aquí. —contesta de mala gana, y afinca su peso, con la rodilla, en mi columna—. Si me obligas a repetir la pregunta, partiré tu columna.
Grito por la desesperación y dolor que tengo. Al cabo de unos segundos, Leo corre hacia acá rápidamente y conecta un fuerte puñetazo de fuego en el rostro del hombre. Este retrocede unos cuantos metros y lo mira con molestia.
—¿Estás bien, Lucy? —me pregunta, sin quitarle la mirada al enemigo.
—Dentro de lo que cabe, sí. —le respondo, y me alivio por estar segura, al menos por el momento—. Tiene una clase de don extraño donde paraliza al enemigo, y no sé hasta cuánto tiempo. Desconozco algún efecto secundario que posea.
El tipo se acerca rápido. Ataca con una daga que iba directo al rostro, la cual Leo esquiva, torsiéndome hacia atrás. Luego le da una buena patada en llamas por la barbilla, ejecutando una vuelva canela. El hombre dura dos segundos para recomponerse, y lanza otro corte que roza el brazo del oponente. Seguidamente realiza varios que Leo, con mucho cuidado, esquiva. El tipo no le está dando chance de contraatacar por lo continuo que es con sus movimientos.
Leo prepara, con su brazo, un potente ataque cubierto en llamas, y lo conecta en el abdomen del enemigo. Este sale disparado, e impacta contra unos botes de basura. Pasan unos pocos segundos para que este se levante. Leo no espera más, y se acerca para darle una patada, usando su don. Pero el enemigo esta vez la ha bloqueado con ambos brazos. En seguida bloquea otro puñetazo de fuego con una de sus dagas. La desliza por el puño, y le genera un pequeño corte. Luego lo patea en el pecho para empujarlo y así tomar distancia.
—¡Hará su movimiento de nuevo! —le advierto, viendo lo que sucede.
Leo intenta impedirlo, disparando varias bolas de fuego del tamaño de un balón de basket. Pero el enemigo se quitó rápidamente de allí, esquivando el ataque para luego probar la sangre. Cuando lo hace, de manera muy sorpresiva, llega Boonie, conectándole una buena patada voladora en el rostro. Este cae al suelo y suelta una de las dagas ensangrentadas. Sin embargo, ya era tarde para salvar a Leo, el cual queda tirado en el piso, sin poder moverse como me ha pasado a mí.
—No puede ser. En verdad, esa habilidad es peligrosa. —comento, asombrada y preocupada a la vez.
—Él es uno de los asesinos que vienen por mí. —confiesa Boonie, con mucha seriedad. Pocas veces la noto así.
—¿Asesinos? —pregunta Leo, inmóvil—. Creo que tienes mucho de qué contarnos, cabello rosado.
—Después de lo que llevamos de amistad, creo que ha llegado el momento de contarles la verdad. —opina mientras ve al hombre levantarse.
—Boonie. —la menciona el enemigo con voz gruesa—. Si esta es la única forma en que aparezcas, significa que ellos son muy importantes para tí.
—Drako, mucho tiempo sin verte. —comenta Boonie, manteniendo su seriedad.
Se puede sentir cómo ella está absorbiendo la energía de Drako para pasarla a nosotros. Cada segundo que pasa es un poco de magia que recibimos, a pesar de que no estén peleando.
El enemigo la ataca con movimientos veloces, usando su única daga que tiene. Boonie esquiva varias veces, y en una de esas lanza una patada con giro. Pero Drako la detiene con la mano que tiene libre. Luego, al estar apunto de realizarle un corte, ella salta para alzar la otra pierna; y en el aire le da un buen golpe en el pecho. Este la suelta y retrocede dos pasos para después intentar clavarle la daga en el suelo, aprovechando que estaba tirada. No lo consigue hacer por los pelos, e inmediatamente recibe otra patada en el rostro. Solo que esta vez la ha resistido.
Poco a poco me voy levantando por estar recibiendo energía mágica. Leo y yo nos volvemos más fuertes mientras que la habilidad de parálisis se debilita. Esto causa que el efecto no sea tan duradero. Al quedar parada, extiendo mis brazos para convertirlos en alas de fénix. Luego vuelo a gran velocidad cerca del suelo e impacto un fuerte golpe en la espalda del enemigo con mi cabeza mientras peleaban. Boonie tropieza y cae al piso. Yo me llevo, por el impulso, al tipo para después chocar contra la pared de una casa. Ambos la atravesamos de tal forma que lo hago recibir mucho daño.
—Creo que duró poco tiempo. —opina Leo, refiriéndose a la parálisis.
—Fue debido a mi habilidad. En poco tiempo, estarás tan fortalecido y él tan debilitado que podrás levantarte como si nada. —explica, y corre hacia donde estamos nosotros.
—Puff, qué chicos tan molestos. —se queja Drako, parándose lentamente. Yo lo observo muy atenta.
Cuando termina de levantarse, vuelvo a conectarle exactamente el mismo ataque, pero esta vez en las costillas. Consigo que atraviese otro muro de la casa. En ese momento me doy cuenta que el lugar estaba hecho un desastre antes de que llegáramos. Este hogar fue invadido.
—Deja de luchar y entrégate. —le ordeno, estando parada al lado de él, tirado en el suelo con varios escombros.
—Ehh, jeje, bajaste la guarida, idiota. —me informa.
Luego toma la parte inferior de mi pierna para halarla con fuerza. Yo caigo mientras él se levanta simultáneamente. Después, dejando la daga entre los escombros, me golpea dos veces en el rostro con su puño. A la vez, pisa mi pierna de fénix para tener la otra mano libre, pero lo detengo, aplastándolo con ambas alas. Seguidamente lo tiro a un lado. Los dos nos levantamos rápido. Él me taclea, sacándonos de la casa y volviendo al pasillo donde estábamos. Se frena y me suelta, dejándome caer. Boonie, sin perder tiempo, lo golpea dos veces en el abdomen y una en el rostro. Leo coge fuerzas, y se pone de pie mientras enciende sus llamas en las piernas y brazos.