Drake:
El bando enemigo parece estar muy calmado después de haber recibido a un colega destrozado. Un hecho que nos confunde a la mayoría. Cuatro asesinos, treinta y dos habitantes armados y cinco estudiantes de Bextruz. Nosotros estaremos resguardados en la casa de Rubí. Las demás personas irán a detenerlos. Gerald piensa intentar hacer un acuerdo antes de flanquearlos. Algo que Leo, Kevin, Rubí y Boonie no están de acuerdo.
—Cometerá un grave error. Con esos asesinos, no se puede llegar a nada. —opina Rubí, apagando las velas de la casa con aplausos.
—¿Ya no te preocupa desconocer el don del enemigo? —me pregunta Kevin, parándose al lado mío frente a la ventana.
—En este momento, hay varias razones para preocuparse por otros aspectos en vez de ese. —respondo, y veo al enemigo acercarse.
—Qué extraño, ese no parece ser un humano. —comenta Leo al observar a un hombre con escamas en la piel.
—El grandote tampoco. —añade Kevin—. A menos que ambos tengan un don relacionado a esas razas.
Uno de ellos apunta hacia una de las casas, y dos entran allí, derribando la puerta. Esta no tiene las luces apagadas. La mujer y el hombre de escamas buscan a las personas que se encuentran en el hogar. Los han tomado de sorpresa cuando estaban cenando. En seguida los mandan a salir de manera violenta, lo cual estos proceden sin reproches. Pero un señor en silla de ruedas se mantiene quieto y silencioso. Es una persona de mayor edad.
—Los están sacando del hogar. —informa Kevin con preocupación—. Seguramente, los usarán de rehenes.
El hombre de escamas se queda viendo al señor en silla de ruedas. Le ordena por segunda vez que salga del hogar sin importar lo que estaba haciendo. Este sigue estando casi completamente quieto, mirando su plato. En unos pocos segundos, es tirado del balcón cruelmente. Se escucha el golpe que llevó y cómo crujió el cráneo al impactar contra el suelo, llevándose así una muerte en seco.
Boonie lo ve desde la ventana y comienzan a salirle lágrimas. Se tapa la boca con la mano, sintiendo todo el peso de culpa encima. Gerald se acerca con velocidad para evitar otra desgracia. Varias personas se movilizan con sus armas detrás de las casas, sin ser vistas por el enemigo. Rubí queda impactada al igual que nosotros. En realidad, no habíamos presenciado un asesinato.
—Espero que eso les sirva como demostración de lo que podríamos realizar si no nos entregan a la chica. —confiesa, aparentemente, el líder.
—¡Un momento! ¡No desperdicien otra vida! —exclama Gerald, llegando a donde están ellos—. Podemos tener un acuerdo.
—¿Cómo dijiste? —pregunta el tipo, con una mirada fría.
La mujer levanta su brazo y apunta hacia la cabeza de un habitante. Gerald intenta seguir hablando para convencerlos. Pero antes de que pudiera hacerlo, ella dispara una púa que atraviesa la cabeza por completo. Otra persona cae al suelo, sin poder levantarse por si sola de nuevo. Cada uno de nosotros nos enfurece y duele que hayan matado a un hombre inocente. Esta vez Kevin empieza a cambiar de opinión en cuanto a quedarnos quietos mientras se recuperan.
—Aquí no venimos a negociar. ¡Dejen de perder el tiempo y entreguen a la chica! —exige el tipo, enfadado.
—Entonces no nos dejarán otra opción. —supone Gerald, con la cabeza agachada.
De manera rápida pero decidida, saca una pistola y dispara al hombre a la cabeza. Pero este, al percatarse de ello, se mueve bruscamente para esquivarla. Luego toma a uno de los habitantes y lo usa como escudo. En seguida se acerca, impulsándose con mucha rapidez de frente y lo embiste, consiguiendo que caiga al suelo. Los pueblerinos armados salen de sus escondites y se lanzan al ataque. Disparan desde varias direcciones con sus escopetas, fusiles y pistolas. El grandote hace frente a las balas, cubriendo al de escamas y la mujer mientras que ella suelta sus púas.
La tipa le atina a unas personas que tiene a la vista. El de escamas corre hacia otras, recibiendo varias balas en su cuerpo que le hacen daño. Resistiendo cada impacto, consigue llegar a donde están varios y los golpea con mucha fuerza. En cuestión de segundos derribó a varios habitantes mientras que el grande daba puñetazos más destructivos en el suelo y lo agrietaba. De tal forma, vencieron a la mayoría. Muchos están heridos, otros inconscientes y unos pocos murieron en el intento.
Gerald apunta de nuevo al tipo, estando tirado en el suelo. Este golpea con una increíble fuerza al habitante, rompiendo, con facilidad, la columna. Lo deja inmóvil en el piso. Luego recibe un balazo en toda la frente, el cual le duele mucho, pero fue soportable para su resistencia. En ese momento me percato de que este hombre debe ser bastante fuerte si no fue producto de un don que tenga. Después toma el arma del sheriff, la aprieta y destroza como si fuese de plástico.
—Las armas del mundo humano son buenas, pero aquí no sirve de mucho. —comenta el hombre con una leve sonrisa, y levanta a Gerald, tomándolo por la camisa.
—Hubiesen sido mucho más efectivas las armas mágicas. —aclara la mujer, mientras guarda las púas de su cuerpo—. Se nota que este es un pueblo que viene de ese patético mundo.
Leo se siente cada vez más impaciente por salir a enfrentarlos y descargar su furia contra ellos. Jason intenta calmarlo y hacerlo entrar en razón junto a Lucy. Boonie anda muy mal emocionalmente, cree tener toda la culpa de lo que está pasando; sintiéndose responsable de todas esas muertes. Lucy me toma de la muñeca, dándome a entender de que confiará en cualquier decisión que elija. Eso es algo que me deja en la deriva, ya que no tengo seguridad en mí mismo.