—Necesitamos pasar, somos familiares, vivimos en esta ciudad. —insiste Raymond.
—Lo lamento, no puede pasar. Son órdenes del gobierno. —contesta el guardia, parado en todo el frente de la entrada de Capital Angels.
—Entonces, por favor, preséntame a tu superior un momento.
—Yo soy mi superior.
—Hablo de la autoridad más alta que esté encargada de esta guardia, un jefe...
—Yo soy la mayor autoridad aquí. —le interrumpe con una leve sonrisa mientras posa en las rejillas.
«La ciudad está decadente. ¿Qué creen que harán formando un bloqueo? Espero que no sea torturar a más angeles caídos que se encuentran dentro. ¿Estarán buscando algo en concreto? Según la iglesia, el peor castigo que pueden recibir por sus pecados es el rechazo de la sociedad en general. Hay mucha contaminación, desechos tirados en cualquier parte. Esta corrupción empeoró su condición. La intriga y preocupación me invaden. El pedido que me mandó mi jefe es de suma importancia para el negocio».
—No sirve de nada, Ray. Vámonos de aquí. —se rinde Scarlet, la pequeña y hermosa hermana de Raymond. Él le hace caso, se retiran.
—Jum, excelente, idiotas. —comenta el guardia de brazos cruzados, muy sobrado—. Supieron quién manda aquí.
Scarlet se detiene fríamente y aprieta sus puños. —No te atrevas, sabes para quién trabajamos. Lo mejor es no llamar la atención. —le advierte Raymond.
—Y tú sabes bien que odio a los lengua larga. —El color de sus ojos rojos se vuelven más intensos con su brillo.
—¡Scarlet, contrólate!
—Además de tenernos que retirar, ¿también debemos aguantar sus palabras idiotas? Solo escucha bien su voz irritante y expresiones burlonas. —aclara mientras camina hacia él molesta, lo que parece tierno por su tamaño y cachetes regordetes—. Será rápido. Luego nos podremos ir sin mucho escándalo.
—Ah, ¿volvieron para seguir insistiendo inútilmente? No me importa que tengan familias a quienes ver y cuidar. He dicho que no pasarán. —continúa hablando el guardia.
Scarlet abre en grande sus ojos rojos. Son impactantes cuando hace esa mirada directa. El hombre comienza a sentir su cuerpo frío, ansioso, con nervios y temor. Tiembla sin saber por qué. Deja de mostrar confianza para cambiarla a nervios. Siente que algo malo sucederá, pero no tiene idea de qué. La niña camina cada vez más lento para centrar su magia, está bajo su poder, del que no parece haber escapatoria. De repente el hombre comienza a tener alucinaciones, insectos asquerosos inmensos en un entorno oscuro y escalofriante.
Una gran cucaracha pasa por encima de él y bota excremento encima de su cuerpo. Algo meramente repugnante. Está aterrorizado, no puede creer bien lo que ve y siente. Saca su arma para dispararle a la niña una bala que debilitará su poder mágico. Es un arma con material capaz de anular hasta cierta gravedad los poderes. Scarlet mantiene concentración en su habilidad, no cierra los ojos en ningún momento. El guardia tira del arma. La bala impacta, pero no disminuye ni un poco el poder de la niña.
—Lo siento, no permitiré que escapes de su habilidad. No quisiera verla de muy mal humor. —confiesa Raymond al lado de ella. El guardia dispara desesperado otras tres veces que impactan en el pecho de este, pero no hay efecto alguno. —Detente, el material no funciona contra mí.
—¿De qué mierdas estás hablando? —pregunta, suelta el arma y retrocede.
—Oye, bastardo, jamás vuelvas a ser tan boca abierta, ¿estamos de acuerdo? —le habla Scarlet, muy imponente.
El hombre ve a un montón de insectos en su alrededor, suceso que lo aterroriza aún más y tapa sus ojos con ambas manos. Sin embargo, los sonidos que emiten se vuelven altos, tanto que es inevitable escucharlos. Una gran mosca comienza a chupar su cabeza, dejando la baba encima. De nuevo algo desagradable. Finalmente se rinde, los deja pasar y jura lo que ella quería.
—¿Ves? Te dije que no me tomaría mucho tiempo. —dice mientras ambos cruzan la entrada a la ciudad de los ángeles caídos.
—Cállate. Después de todo, tuve que cuidarte como siempre. —contesta Raymond. A los segundos pisa un papel de periódico. Lo levanta para leer, ya que un rostro se le hizo familiar. —Hey, ¡es Lucy!
—¡¿Lucy?! ¡¿De qué me estás contando?! Déjame ver, desgraciado. —Se encarama en uno de sus brazos, y él recibe varias pisadas por estar encima suyo.
—¡Ya! Cálmate, parece que cumplió una misión importante como maga. —Ambos comienzan a leer juntos. —Según las noticias, ella junto a un equipo de estudiantes de pasantías salvaron la raza de vampiros, la cual había sido abandonada y rechazada.
—Así que se está volviendo algo reconocida, ¿no? Ya sale en las noticias como una heroína. —comenta alegre, pero su sonrisa se desvanece de inmediato—. Aunque ella no ha visitado a la familia por más de un año, ¿acaso no tienen vacaciones en esa escuela?
—¡Debemos buscar a nuestra prima! Le daremos la bienvenida después de tanto tiempo.
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En la agencia de medios de comunicación...
Dos noticias han puesto a la gente y autoridades inseguros. La preocupación del Ministerio de Defensa aumentó. Los medios de comunicación estallaron, y los periodistas trabajan arduamente para hacerle llegar los hechos al público.