C92: Caverna Lady Death

—¡Desembarquen! —ordena Saoco.

—La caverna se ve tenebrosa. —comenta un compañero pirata mientras baja del barco.

—¿Qué estás diciendo, maldito idiota? —le pregunta desde lejos, muy imponente—. Desde aquí puedo oler cómo el miedo corre por tu sangre. —Continúa viendo al compañero miedoso hasta que le pierde de vista.

Saoco, de ojos cafés, cabello castaño claro, corto, con un buen tamaño de 1,85. Es medianamente robusto, con musculatura y piel morena. Lleva una cicatriz bien marcada desde poco más abajo del hombro, hasta la cintura, en diagonal. Se sabe que una espada grande, junto a un espadachín profesional la causó. Viste una bandana en la cabeza, una correa sujeta en la pierna con el pantalón oscuro de cuero. También lleva puesta una camiseta blanca, tan larga que le permite mostrar su tatuaje en la espalda, que dice: I never lose. Humano, pero posee el don tipo zoan del tiburón. Es considerado como buen usuario, además de tener mucha iniciativa, determinación, firmeza y valor para enfrentar los peligros que acechan el mar. Segundo al mando de la tripulación.

—¡Joder! Hawk todavía no ha llegado. ¿Por qué tardará tanto? —se queja Medish.

—No te preocupes, Medais. Podemos continuar sin él. —contesta Gibson, bajando del barco como el resto de piratas, pero con una sonrisa entusiasta—. ¡Venga ya! ¿Dónde coño se encuentra ese temible peligro al que nadie ha sobrevivido?

—Tishk, qué patético. —opina Medish, chupándose los dientes—. De seguro todos querrán tomar del agua. Hasta entonces, te estaré esperando, compañero.

—No seas tan iluso. —le dice Saoco, siendo el último en bajar—. Bajo las adversidades que se pueden presentar en los mares, no esperes a que él regrese. No sabemos si podrá.

Medish es un tritón, de los pocos que tiene la tripulación, pero el mejor en combate y estrategia. Ojos azules marinos, piel escamosa y manos gruesas y duras. Mide 1,90. Su cabello de rulos, castaño oscuro, le llega hasta un poco por debajo de los hombros. Uñas ligeramente largas. No es tan musculoso, su apariencia es más delgada, pero sabe muy bien cómo luchar y guiar parte de la flota. Tercero al mando de la tripulación.

—Es... inmensa. —comenta un navegante.

—Si dices que no es tenebrosa, estaré convencido de que finjes valentía. —comenta el timonel principal.

En efecto, tiene una profundidad de kilómetros, sin contar cuánto tendrá el agua en esta zona. Hay pilas de rocas por doquier y caminos inconclusos. Se debe saber bien por dónde pisar. Los barcos, con lo grandes que son, no pueden pasar sin antes recibir algún daño. Ciertas esquinas y otros pasadizos están oscuros, pero la parte principal y central se ven iluminadas con los pocos rayos del sol que entran. No tienen la certeza de dónde está la fuente. Sin embargo, indudablemente podrán conseguirla al recorrer toda la caverna.

Una parte de la tripulación ha entrado y observado el entorno cuando, de repente, sienten un aura extraña, tensa y amarga que se aproxima lentamente. Tres piratas asoman sus cabezas por un pasillo, donde pueden notar que viene de allí. No les dió tiempo de avisar al resto del peligro inminente. Perdieron la voz, se asfixiaban y sintieron un ardor intenso por todo el cuerpo. Apenas lograron voltear sus cuerpos y tratar de correr, pero las piernas fueron paralizadas. Sufrieron solo durante algunos segundos hasta que sus corazones se detuvieron.

Cuatro más escucharon a los cuerpos caer al suelo. Se acercaron rápidamente, pero recibieron un fuerte dolor de cabeza. Gritaron de dolor. Jalaron sus cabellos de la desesperación. Ese grito fue la alerta para los demás. Algo sucede, pero ni siquiera les permite acercarse lo suficiente como para saberlo y comunicarlo. Comenzaron a perder la vista, solo ven destellos de luz molestos. Luego sus oídos se volvieron sensibles, tanto que el grito empeoraba terriblemente el dolor de cabeza. Dos compañeros más se aproximaron. Los pasos que escuchaban era una tortura horrenda.

—¡Capitán! Hay un ente muy peligroso en ese pasillo. ¡Estamos teniendo bajas!

—Oh, vaya, aquí habrías servido de mucho, Hawks. —opina tranquilamente—. Vayan tomando otra ruta. Mantengan distancia de esa aura. Intentemos traerla a donde la luz nos permita tener mejor visión.

—Mierda, ¿qué habrá sido eso? —se pregunta Atsu mientras nada por el agua.

—Ya hemos perdido a más de veinte piratas, señor. —le informan a Gibson.

«Ya estaba aquí cuando llegamos, y los magos que vinieron por nosotros están en Crystal Sea o con el Cracken», piensa Atsu.

Él es uno de los tripulantes más especiales de Gibson. Posee habilidades marítimas no muy profundas. Consigue infiltrarse en otros barcos y territorios enemigos, con la facilidad de salir sin ser atrapado. Tiene el don tipo Zoan de la rana. Humano, piel clara y lisa como su cabello castaño claro. Ojos verdes, cejas finas y no tiene tanto vello. Mide 1,66, delgado. Suele vestir short de tela, camisas playeras, lentes oscuros, aunque ahora no los lleva puestos, y sandalias.

—Una... mujer.

—¿Una mujer?

—Sí, el aura viene de ella.

—¿Cómo puede causar tantas muertes, sin siquiera mover un dedo? —pregunta Saoco.

Los piratas comienzan a desesperarse y correr, alejándose de ella. Mientras más densa sea el aura, más peligro corres. Así le ha quitado la vida a 20, 30, 50 y seguirá subiendo a medida de cuántos entren en su campo. Atsu nota, desde su posición, que la mujer tiene fuertes respiraciones y una mirada que transmite trauma. No puede dejar de verla, se ha quedado impactado. Apenas tiene un vestido blanco, descalza y en varias partes de su cuerpo, en la piel, se notan las heridas; ya sean cortadas, rasguños o moretones. Algo, por supuesto, no anda nada bien con ella, ¿pero hasta qué punto sabrán si deben enfrentarla, evadirla o huir?