La... la... la. La, la, la... la, la, la.
El piano suena sus piezas al son en que ella canta. Baja lentamente por una de las escaleras principales. Un paso tras otro mientras acaricia su muñeca peliroja. Casi todas las luces del gran escenario apagadas, menos la del centro, donde se encuentra el último ángel caído que fue secuestrado. No puede verla, pero escucharla cantar le aterra bajo un ambiente así. Sin embargo, no debía ser él quien sufriese apenas en su llegada. Por lo que se arrastra para atrás cuando ve a un ángel caído masculino caminando hacia él. Le hace temblar que ande maquillado de payaso con su mirada vacía y los brazos tumbados. Cedió su posición, apartándose del foco de luz. El compañero simplemente se arrodilló a varios metros frente a la joven. Fue el momento en que este abrazó sus piernas y comenzó a espectar.
Peliroja de cabello liso sedoso, largo hasta la espalda baja. Ojos marrones claros, un lunar en el labio inferior, delgada pero con ciertos cachetes gorditos. Mide 1,58. Su piel es clara, blanca y suave. Tranquila y silenciosa en la mayor parte del tiempo, exceptuando los momentos que despierta su ira y rencor. La joven Scarlet de 15 años, hermana de Raymond y prima de Lucy, quien se encaminó a lo oscuro y maquiavélico. Lamentablemente no hay alguien que la detenga. Raider le entrega ángeles caídos que cometieron "crímenes" o hicieron una falta para ellos. Así puede jugar lo que quiera, usando su aterrador poder, del cual están interesados en tenerlo por la magnitud que ejerce en otros.
—Era un regalo de los ángeles, para una dulce niña... —empieza a cantar una vez que se encuentra a pocos metros de la víctima—, dijeron que no servían de nada, ellos son muy crueles.
"¿Por qué tardaron tanto en venir? ¿Saben lo duro que es para una niña de cinco años perder sus alas? —preguntaba la tía, alterada—. ¡Las alas están más desarrolladas! ¡Nunca podrá olvidar ese dolor!
¡Clink! ¡Clink! La espada del arcángel cortó sus alas, y los gritos no tardaron en escucharse. Al haber terminado, los médicos se encargaron de atender sus heridas. No se aplica ningún método para calmar el dolor, porque el dios considera que así recibirán mejor los ángeles caídos su castigo. Llanto, dolor y odio generados por esos "hermanos" que obedecen cualquier orden que él les dé. Scarlet no aguantó el dolor y se desmayó en plena atención. Estas son las marcas que deben llevar en la espalda."
»Mi hermano y yo,
un buen equipo,
juntos para siempre,
realidad quien contemple,
las almas muy unidas
¿A quién le gusta jugar?
La presa no deja de temblar en varias partes del cuerpo. Es incapaz de aguantar el miedo por lo que viene, ya que lo sabe. Está conciente de lo que hará mientras el nuevo espera atento. Las paredes y suelo se sienten fríos como el espíritu de la joven, la cual se paró a pocos metros frente al ángel caído. Trata de no mirarla, pero se dejó llevar por su dulce y tierna voz hasta que, finalmente, ve la linda sonrisa que ella le muestra. Era tan bonita que sintió calidez y confianza durante unos segundos. Sin prestarle atención a la letra, tarareó la canción, pensando que podría agradarle y, solo así, se liberaría del castigo.
"¿Cómo te fue con los demás niños, papi? —le preguntó la pequeña Scarlet de 7 años a su padre.
—Cállate, Scar, no te metas en asuntos de adultos.
—¿Por qué le tienes que seguir hablando así a tu hija?—interfirió la mamá.
—Quiero un trago. —confesó y se sirvió un vaso de Whisky.
—¿No responderás? —insiste en un tono más fuerte.
—¡Silencio!
Junto a esa orden, el padre le rompió la botella en su cara. Ella cae al suelo sufriendo el dolor de los cristales que se clavaron en el rostro. Seguido del shock durante unos segundos, buscó ayuda con los vecinos. Los gritos y llanto de Scarlet fueron esos factores que lo sacaron del trance. «Lastimó a mamá, lastimó a mamá», le repetía una y otra vez a Raymond, quien había bajado para saber lo que sucedió.
—Los payasos son... malos. —decía ella.
—Fue un accidente. —le recalcaba su hermano mientras la abrazaba.
¥¥¥.
—¡¿Por qué lo hiciste?! —le interrogó el tío de los niños. Estaba furioso por las heridas de su hermana.
—El trabajo no ha estado bien.
—Nunca estuvo bien que fueras un payaso. ¡Un ridículo payaso! ¡¿Crees que algo tan ridículo tendría futuro en esta ciudad?! ¡Despierta!
—Cállate. —le ordenó en voz baja. Sus manos temblaban, se comía las uñas.
—Es absurdo que te dediques a esto. ¡Déjalo! Si continúas con tu agresividad, tendremos que hacernos cargo de los niños.
—¡Dije que te callaras!
Inmediatamente se tiró encima del tío y lo golpeó una y otra vez. Ninguno de los dos pudo controlar la fuerza bruta de aquél ángel caído. Debido a los problemas generados a su obsesión al alcohol y drogas, no fue capaz de detenerse. Necesitaba drenar toda la furia. Sentía que los problemas económicos, familiares y de salud por su esposa serían más ligeros al descargarse. Pero toda la escena que llevó a la muerte del ángel fue espectada por la hija, Scarlet, quien se congeló del miedo al ver esa brutalidad. Sin embargo, lo que hizo ese día no fue suficiente. Continuó tomando y, de alguna forma que la haya conseguido, se drogaba noche tras noche. Al haber ocultado bien los hechos y, como no hay autoridades ni profesionales que investigaran el caso, logró durar un tiempo junto a sus hijos. La madre estuvo en recuperación y su hermana, Tasmin, la cuidaba.