—¡Mal nacidos! ¡Se atrevieron a tirarlo del edificio! —exclama Kimmy, y con su gran barriga y boca alargada, prepara su próximo ataque.
—No tenemos tiempo para enfrentar a cada uno de ellos. —advierte Lucy—. El objetivo a cumplir es otro y más crucial.
—Debemos bajar hasta el segundo sótano. Allá está casi toda la droga. —informa Raymond.
Kimmy estuvo a un segundo de liberar otra potente explosión, pero Raymond conectó su mirada en ella y logró anular el ataque. La boca volvió a su tamaño normal como también el estómago, y los químicos se convirtieron en vómito que debió botar de inmediato. Lucy lo toma por sus hombros con las garras para salir del edificio y dirigirse a planta baja, donde tendrán acceso al sótano. Notan que Leo se encuentra en el comienzo del enfrentamiento contra Gareth, quien sigue tomando de su botella hasta acabarla. Logran llegar sin problemas a la entrada principal del hotel. Un destrozo alarmante los asusta en ese momento. El suelo voló en pedazos por varias partes mientras Lucy escudaba a Raymond. Dos figuras visualizaron apenas. Lo que mejor pudo reconocer ella fueron las llamas azules que eran liberadas. Supuso que habían problemas abajo. De un salto al agujero de buen tamaño consiguieron caer en el primer sótano.
Escucharon varias voces pidiendo auxilio. Manos eran extendidas lo más que podían hacia ellos, viniendo de cada celda en todo alrededor. Parecía peor que una prisión. Un lugar muy oscuro, no tiene casi iluminación y es bastante espacioso. Las celdas están en los laterales de ambos niveles. En el primero, hay pasillos que conectan con los demás ángeles secuestrados, una estatua de varios metros de altura y grosor, y las escaleras que conducen al segundo nivel. Aquí se encuentran ángeles secuestrados dentro de sus respectivas celdas, frías y sin iluminación.
—Esto es vivir en las tinieblas. —opina Raymond. Ambos observan detenidamente el entorno.
—Sin duda alguna, esto es inangélico. —agrega Lucy.
—¡Ya han abusado suficiente de nosotros!
—No queremos volver a verla. Es una completa atrocidad.
—¿Se refiere a Scarlet? —pregunta Lucy, y Raymond asiente—. ¿Tanto ha empeorado durante estos dos años?
—Sí. Mientras tú evitabas regresar, ella comenzaba a empeorar. —responde él, cabizbajo.
—Creo que podemos tener esa conversación más tarde.
—¡Por favor! ¡Necesitamos ayuda para volver con nuestras familias y abandonar este lugar lleno de horror!
—Es alucinante que todos estén en condiciones tan deplorables. Desnudos, a oscuras y siendo torturados psicológicamente. —comenta Lucy.
—Todo lo ha provocado mi hermana. —le informa con la voz quebrantada—. Pero ellos la manipularon. Únicamente están interesados en su poder. Por esa razón complacen su lado vengativo y cruel.
—Scarlet necesita un psicólogo, no la oportunidad de hacerle daño a otro. —aclara Lucy—. En Capital Angels tal vez no haya, pero afuera estoy segura que logrará tener ayuda y atención.
»Nunca debemos ignorar las enfermedades ni problemas mentales.
—Entonces debemos hallar rápido a mi hermana. Solo yo tengo la habilidad específica para controlar su poder. —asegura Raymond.
—Antes debemos liberar a estos ángeles caídos. No podemos dejarlos aquí.
—Sé que sonaré mal, pero creo que el problema está en Scarlet y los distribuidores. Luego podremos liberarlos.
—¿Y piensas que lucharemos con víctimas aquí? ¡Sería un completo peligro! Nuestra prioridad es Scarlet, pero ellos también lo valen.
—De acuerdo, vamos.
¥¥¥
¡BOOM! Una explosión venida del último piso del edificio cercano al hotel. Escombros hechos polvo, el comienzo de un incendio y la presencia molesta de su magia. Suki aún percibe al enemigo, lo que significa que continúa en buen estado. Cansada de creer que pierde el tiempo, tira una granada a lo largo del pasillo hasta el próximo apartamento. Sin embargo, Kevin fue ágil y valiente como para saltar por una ventana y atravesar la otra del siguiente edificio. Apenas tuvo cortadas mínimas e insignificantes.
«No cabe duda, ella posee la misma habilidad que yo», asegura Kevin mientras toma mayor distancia y la rival lo persigue al pasar de un edificio a otro. «La diferencia entre ambos es que yo todavía no domino ni comprendo bien cómo funciona». Suki convierte el brazo en un fusil. Se detiene un momento para seguir captando al enemigo, y realiza un movimiento brusco por el suelo. Evitó el montón de balas disparadas de la metralleta que Kevin usó desde el apartamento de al lado. Todas atravesaron la pared. «Sigue moviéndose. Ella no solo puede sentir al enemigo para descubrir su ubicación y atacar en puntos ciegos. También es capaz de predecir cuándo hará algo, ya sea defenderse o actuar a la ofensiva», analiza y corre hacia la dirrección contraria. Dispara a las manillas de cada puerta y pasa por las habitaciones».
Suki tira muchas balas en toda la pared que conecta con la habitación en que su enemigo se encuentra. Pero él la obliga a cubrirse cuando dispara con su metralleta. «Esto me preocupa. No es cualquier tiradora, sino una con mejores habilidades». Se levanta al no recibir más ataques y tumba la puerta para verla de frente. Sin embargo, la ex miembro del ejército revolucionario ya había retrocedido. Él va tras su rival y, de repente, tiene un presentimiento alarmante de que algo pasará. «¿Qué sucede?», se pregunta mientras observa el entorno sin bajar la guardia. No se percató de qué le había provocado tal reacción, pero decidió no confiarse por tratarse de alguien como ella. Por lo que se tiró desde la ventana y justo cayó en las escaleras de emergencia del próximo edificio.