The Magic World

C126: Pasado de Lucy - Parte 3

Un montón de platillos variados vuelan por todas partes. Pasta con carne molida y tres tipos de salsa. Sopa de tiburón. Gelatina cambiante de colores y sabores. Torta con crema y chupetas cantantes. Arepas devora tentáculos jugosos. Helados que aumentan la porción debido a la temperatura baja. Bebidas servidas en cada vaso que viajan en círculo elevados. He quedado maravillada de cómo pintaron el restaurante vacío lleno de vida. Sprout reproduce música pop y Barley comienza a realizar su baile robótico muy particular. Mueve los brazos en ola, da un giro, ahora los deja caer y solo bailan sus piernas al ritmo de la canción. Luego toma la bandeja y la pone en su cabeza para continuar el baile sin que se le caiga.

—Te está invitando algo de comer. —explica Sprout amablemente. No lo había notado.

Le señalo una merengada de cambur, el plato de Sushi que vuela en dirección contraria y un helado de oreo, son riquísimos. Sin embargo, en vez de buscarlos, primero me pide la mano. Se la doy por inercia y me jala con fuerza para tomarlos juntos mientras seguimos el baile. Damos vueltas, giros, me atrapaba cada vez que me perdía o tropezaba. Soy inexperta en el baile, pero no lo parece frente a él. Al cabo de unos segundos, nota que la bebida está cerca. Realiza una acrobacia y la consigue. Luego hacemos una juntos y atrapamos el helado. Faltaba el Sushi, pero esta vez Barley dejó de seguirme, solo continúa bailando. Volteo para ver a Sprout, y él me hace seña de que lo intente sola. Me engrandesco de determinación, tomo aire y doy varios pasos ridículos. En mi cabeza, parezco una super estrella. Finalmente alcanzo el platillo. Aunque no me esté viendo, mi cara de satisfacción debe ser grande.

—¡Lo conseguiste! Y eso ha estado espectacular. —comenta Sprout, moviendo los brazos a todos lados de la alegría.

—¿Qué tal si después de comer le servimos la cena a su madre? —planteó Barley, acercándose a mi oído.

Cuarenta minutos más tarde volví a casa acompañada de él. Mientras caminábamos, me contó la mudanza del negocio. Mantener un restaurante no es fácil, y menos si a los clientes les cuesta acceder por problemas económicos. La capital está llena de ángeles humildes. El creador de ellos, dueño del restaurante, piensa llevar el negocio a un reino, donde tendrán muchas más oportunidades.

Al llegar, papá estaba saliendo con la intención de buscarme, preocupado. Por un momento pensó en regañarnos a ambos, pero en una noche tan sensible para él, prefirió abrazarme y agradecerle a Barley por traerme. A pesar de ser un robot, hizo el mismo gesto como si se hubiera escapado una lágrima en su único ojo. Luego nos entregó la comida especialmente para mamá y se despidió. Cuando entro al cuarto sola, ella tenía apariencia de debilidad, pero el verme y el olor captó rápido su atención. Estuvo cerca de preguntarme adónde había ido, lo supo al ver la comida que traje.

—Lo preparé con ayuda de unos nuevos amigos. —confesé.

No pude aguantar las lágrimas y me dio un fuerte abrazo que duró minutos, ni siquiera los conté. Supe que la comida no tuvo valoración alguna por ella, sino la intención que mostré. Por fin logré sacarle una enorme sonrisa y producirle alegría en un momento tan difícil para todos.

Lamentablemente, ella resistió la enfermedad un año más. Los ángeles caídos deben cremarse, no tenemos espacio en Capital Angels para un cementerio, tampoco pensamos adentrarnos al desierto frente a tantos peligros que daría. La época de lluvia llegó. El gobierno proporcionó otra vez la pólvora que genera nubes. Mamá tuvo una despedida linda como su alma, la sonrisa se mantuvo hasta el último día que la vi. Desde que tenía los 14 años me esforcé mucho en aprender de medicina y curarla, pero sin duda alguna no sería tiempo suficiente para lograrlo. Tuve que apoyarla y acompañarla hasta el final.

Continué mis estudios de medicina. Me di cuenta que en la capital no hay preparación completa en ninguna parte. Repetidas veces pensé en que quizá ese había sido el problema: una enfermedad desconocida tratada por médicos en preparaciones a nivel medio. Le hablé incontables noches a papá y a la abuela Maggie esa idea de emigrar que se acrecentaba al pasar los días, en el cual uno de esos llegan extranjeros a la capital. Un hombre corpulento, un chico carismático y otro que vestía ropa elegante. Les brindaron hospedaje por una semana, y en cuestión de un movimiento tras otro, tomaron control de la ciudad. Nos amenazaron, demostraron las habilidades que tenían e invitaron a unos nuevos que construyeron su fortaleza. El hotel sería la base de ellos. Con la experiencia que tuvieron los ángeles caídos de la generación pasada, no querrían tener una batalla más. También tomaron en cuenta que dios tuvo piedad, pero no significaría que ellos la tuviesen.

Los guardias cobraban a cada dueño de negocio por el alquiler cuando, en realidad, ni siquiera una pequeña porción era de ellos. Priorizaron el agua, comida y suministros médicos para los distribuidores y trabajadores de la mafia. Todos sabíamos que el negocio era de drogas, pero a tan solo dos años después, cuando tenía 18, Raider comenzó a trabajar para alguien de mayor poder. La droga ya no era la misma, sino una que potenciaba las habilidades de los dones. Nadie se había enterado del cambio.

—Ha estado empeorando. Ya ni siquiera me hace caso a mí. —confesó Raymond, sentado a un lado del jardín junto a mí.

—Scarlet está abusando de su don. —opino—. Un poder así, usado para el mal, terminaría generando atrocidades. Debería irse por un camino diferente.



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En el texto hay: personajes variados, combates epicos, lugares magicos

Editado: 27.10.2022

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