The Magic World

C144: Pasado de Mael

Lucy carga en sus garras y espalda a Boonie y Collette para llevárselas volando. Drake sujeta al hechicero, quien los guía al próximo destino mientras usa la propulsión a la par de Leo. A los pocos minutos llegaron al pueblo Oso, el cual se encuentra rodeado por murallas de concreto y aves artificiales que iluminan la zona de adentro. El hechicero habló con los guardias para dejarlos pasar. Curiosamente, son muñecos de 3 metros de alto, cascanueces. Tienen puesto su uniforme y lanzas de metal bien afiladas. A la mayoría les llamó la atención, pero para el hombre era completamente normal. Una vez pasan la enorme muralla, se encuentran un río iluminado por destellos del cielo nublado. Detrás de las nubes, hay una clase de luz verdosa y azul fluyente que apenas irradia tras las nubes. Todos menos Leo quedan maravillados con el río luminoso.

—Debemos tener cuidado contigo, ahora estás muy vulnerable. —le recuerda Drake a Collette mientras comienzan a cruzar el puente.

—Me extraña que el collar se rompiera tan fácilmente. Su material era bastante resistente. —confiesa ella—. ¡La parte buena es que estamos en un lugar como Blood Sacred!

—¿Blood Sacred? —dice el hechicero—. Estaba conciente de que ella era una vampira al ver su reacción por la luz pero, ¿de dónde son ustedes? ¿Por qué enfrentaban a ese golem? —interroga mientras se para al frente de todos, obstaculizando el paso.

—Somos pasantes de Bextruz, y venimos en busca de dos mandamientos. —responde Drake, posando frente a él.

—¿Bextruz? ¿Qué es eso? ¿En verdad los mandamientos existen?

—Parece que a este hombre le falta culturizarse. —le susurra Leo al oído de Boonie, y ella asiente.

—¿No conoces a esa escuela tan reconocida? —pregunta Lucy.

—Aquí no solemos conocer lo que está fuera de Purple Moon. —contesta de hombros bajos.

—Pues, los mandamientos existen, así como la historia del Rey Demonio. —le aclara Drake, mucho más seguro de sí mismo—. Debemos tomar las dos gemas que se encuentran en este amplio territorio. Luego las dejaremos en buenas manos para que nadie peligroso las use.

—En dado caso, conozco a alguien que sabe dónde está la otra gema. —confiesa mientras siguen avanzando al pueblo.

—¿Qué? ¿En serio? —pregunta Collette, entusiasmada—. ¡Llévanos directo hacia esa persona!

—De hecho, se trata de una niña.

—¿Una niña que conoce la ubicación de algo considerado como mito? —interroga Lucy, insegura.

—Sí. Cuando la conozcan, entenderán por qué. —aclara él—. Pero está lejos de acá. Debemos avanzar mucho todavía.

—¿Por qué planeas ayudarnos? —pregunta Leo.

—Porque siempre he luchado por el bien del territorio. Ahora es mi oportunidad de hacer algo grande por Purple Moon y, quizás, abrirnos los ojos al exterior.

¥¥¥

Flashback:

Corto la cebolla en varios trozos. Luego el tomate y finalmente el cebollín. Alguien toca la puerta. Le echo un vistazo a las tajadas antes de abrir. ¡De repente veo que se están quemando! El agua del hervido sobresale de la olla y justo cae encima de las tajadas. Insisten en tocar nuevamente, momento que mi madre avisa en un simple reclamo. Controlo la temperatura del hervido mientras volteo las tajadas para terminar de echar los últimos ingredientes de la ensalada. Me rindo al intentar acercarme a la entrada, y pido que pasen. No era nadie más que el contador de renta exigiendo su pago de los últimos dos meses. Tuve que recibir sus gritos y quejas, sin quitar las manos de la cocina. Al cabo de unos segundos se retiró con la advertencia (amenaza) de sacarnos si no logramos estar al día.

Inmediatamente llevé la comida bien caliente a mamá una vez acabó la hora tan tensa que tuve. Quise entregarle casi todo en un viaje a su cuarto, pero tropecé con el juguete de mi hermanito en el pasillo. No me importó los golpes que recibí en la caída, ya que no podían doler más que ver los platos rotos y, sobre todo, la comida tirada en el suelo. «¡Ni pienses que voy a comer eso! ¡Una mosca estaba parada en la pasta!», recuerdo a mi madre decirlo mientras me levanto desilucionado. «No me alimento de comida de días pasados. ¡Lo mejor es comer recién hecha!», siempre aclaraba eso. Sacudo un poco mi cabello de lo embarrado que está. Recojo los vidrios rotos y comienzo a limpiar el desastre. «Prefiero la comida rápida, hasta aquella que prepara la vecina. Pero si no hay más nada que hacer, entonces cocina tú pues», aguanté las lágrimas con ese último recuerdo. Apretando los labios era más factible que no llorara.

—Está lista. —informé en su puerta.

—¿Solo serviste sopa? —pregunta cuando la dejo en su mesita junto a la cama—. ¿No tenías nada más que preparar? ¿Para qué trabajas si no tenemos ingredientes en cas...?

—Ocurrió un accidente. La comida y los vidrios se mezclaron. —le interrumpí, serio pero por dentro sentía las ganas de llorar. Me tomó un buen esfuerzo prepararlo todo.

—De nuevo con las ocurrencias. —dice y prueba la sopa—. Podías agregarle más sal. No sé por qué te tiembla la mano cada vez que cocinas. —Ese fue un dicho chocante que me calentó la sangre. Sobró que lo dijera.

—Debo buscar a Gael, ya casi sale de la escuela. —le informo mientras doy mi retirada en short y camiseta.



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En el texto hay: personajes variados, combates epicos, lugares magicos

Editado: 27.10.2022

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