Ocho horas después...
—¡¿Quééééé?! —grita Drake con los ojos muy abiertos y los brazos alzados por la impresión.
—¡Por eso no tengo el mandamiento! —explica Bartol, teniendo casi todo el cuerpo vendado.
—¿Por qué no te comunicas con alguno de tu equipo u otro comandante?
—Tardarán en llegar, les tomaría muchas horas si lo hago en este momento, y no tenemos tiempo. Ese General Demonio no podrá acercarse a ustedes y salir ileso, pero podrá venir otro pronto para obtener el mandamiento que falta.
—¿Cómo se habrán enterado de que estábamos aquí?
—Estás haciéndote pregunta tras pregunta cuando actuar es lo que más importa. —le aclara Bartol, tomándolo por la camisa con fuerza—. Ahora debes ir con tu equipo a por el mandamiento que falta e irnos de regreso.
—Pero... mi equipo...
Drake contuvo las ganas de llorar. Pasaron un montón de recuerdos buenos que tuvo junto a ellos. Las sensaciones que sintió en esas épocas. Lamentablemente llegaron los malos recuerdos. Cada golpe que recibió por parte de su amigo, y verlo sufrir con tanto dolor y furia. El haber abandonado su equipo fue lo que más le dolió a Drake, más que cualquier herida física. Ya está sanado, pero sin ganas de levantarse debido a todo lo que aconteció. En este momento, el equipo se haya disperso. Cada miembro tomó su propio camino, algunos solo temporalmente. Bartol pudo notar su tristeza, y lo abrazó de inmediato con un brazo. Le da dos palmadas en la espalda y le dice: «Podrán haber problemas en el equipo, pero un líder siempre debe buscar lo mejor para todos».
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—¿Cuánto puede comer este tío?
—Su alimentación es anormal como el de un guerrero.
—Quizá su cuerpo sea sobrehumano.
—¡Más carneeeee! —exige Leo con la boca llena en tono muy alto y escandaloso.
Al haberse dormido en el bote que lo llevaba a los próximos pueblos, no se dio cuenta que, por un momento, la corriente era más fuerte. Lo empujaba de manera en que se sentía una carrera de lanchas, pero en su sueño. Unos hombres en las afueras del pueblo Avestruz vieron lo peligroso que era. Gritaron, señalaron y hasta tiraron naranjos que andaban recogiendo. Sin embargo, el cansancio de Leo fue mayor que el golpe de un naranjo en su frente a tantos metros. De repente chocó contra una roca y cayó al agua teniendo el bote destruido. Los hombres fueron sus salvadores al ayudarlo a salir, sobre todo por el susto que se llevó. Luego le llevaron al pueblo Avestruz. Bastante bonito con las calles limpias, gente bien vestida, adinerada, buena comida e igual de activo que los anteriores.
Algunos parecen humildes a pesar de la riqueza, y una mujer que vio la desastrosa apariencia de Leo le regaló ropa para cambiarse. Una camisa anaranjada unicolor, pantalón café, grueso, zapatos altos de piel al igual que el abrigo marrón y beige por dentro. Estuvo muy agradecido con la señora, pero lo que más le importó fue comer. Tres hombres jóvenes, uno con su chica, le invitaron a probar parrilla. Justo le atinaron a lo que más le gusta. La novia está impresionada de lo rápido que devora y tanto que come Leo. Debido al cambio en su cuerpo, la mayor resistencia, fuerza y carga de energía mágica provoca que necesite más cantidad de alimentos. Esto sucede con cualquier ser mágico. De algún modo, en Bextruz solo necesitan un plato para estar satisfechos. Pero en lugares como estos es anormal este tipo de casos.
—Necesito alimentarme bien para sanar por completo mis heridas e ir al pueblo Doll. —confiesa Leo, todavía con la boca llena.
—¿Tus heridas sanan a...?
—¡¿El pueblo Doll?! ¡¿Por qué razón tendrías que ir para allá?! —le interrumpe al hombre su novia, tapándole la boca y alzándose de su asiento.
—Debo encontrar un mandamiento y luego hallaré a mis amigos. —contesta, bastante serio—. Algo acabó con Bartol, quizás Kevin y Tristán estén en el mismo peligro. Debo hacerme cargo. —dice para sí mismo.
—Espera, espera. ¿Tú crees que los mandamientos en verdad existen? —pregunta el hombre de más edad. Leo asiente, dejando de masticar un segundo. —¿Crees en esa religión del dios Luna?
—He visto con mis propios ojos la situación que vivieron miles de ángeles sin alas y los vampiros. —confiesa al tragar y bajar la mirada hacia su plato—. Que exista un dios o no, no me incumbe. Pero a diferencia de los Dragon Slayers, esos seres han vivido en condiciones que no deberían; y existe una razón de por qué y cómo llegaron allí.
»¡Yo seré parte del cambio. No permitiré que los mandamientos caigan en malas manos y sean usados para el abuso. —aclara una vez se pone de pie frente a ellos—. ¡Díganme por dónde ir al pueblo Doll! ¡Tengo intenciones de llegar pronto!
La determinación de Leo los impactó a todos ellos al igual de enterarse que tienen a un Dragon Slayer enfrente, especie que jamás habían visto antes. Los cuatro quedaron en silencio hasta que la chica soltó las primeras palabras.
—Nadie tiene permitido entrar al pueblo Doll.
—¡No me interesa! ¡No cabe en mis planes retroceder!
«Tisk, qué intenso. No tiene idea de lo que le esperaría en ese lugar», piensa el hombre menos hablador de brazos cruzados.
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