The Magic World

C151: Una carrera al templo

—¡Chijijaja!

—¡Waju, waju, waju!

—¡Grararayoyo!

Ríen los Smilers contínuamente al estar pasando un buen momento. Parece que han olvidado lo que sucedió hace poco, y ahora andan concentrados en el juego que se han propuesto. Uno de ellos toma aire y jala con todas sus fuerzas, pero termina desinflándose al ser completamente inútil el intento. Otro ni siquiera duró tres segundos, ya que sus garras resbalaron. Una pareja se pone de acuerdo para jalarlo al mismo tiempo, lo hacen mientras sus siete pequeñas y tiernas criaturitas lo muerden. No le dejan ni un solo rasguño, tampoco pudieron moverlo en lo más mínimo. Finalmente un grupo más grande toma entre muchas garras y se ayudan entre si para sacarlo, pero fallan. Uno de ellos golpea al compañero que tiene a su lado en la cabeza para echarle la culpa, y este ni siquiera se entera de quién fue.

—¡A un lado! —ordena Collette con una pose de luchadora lista para actuar—. Si en algo puedo ser buena, es en aplicar fuerza.

Todas las criaturas oscuras toman distancia y la observan con atención. Ella truena los dedos, el cuello y los brazos. Con una buena concentración, la masa oscura se esparce, rodea el tridente y entra en el suelo. Al cabo de unos segundos una mano de gran tamaño sale, casi el mismo movimiento que tuvo en su último combate. Creyó que podría funcionar para sacar el tridente, sin embargo, sorprendentemente no fue capaz de hacerlo. La masa oscura fue atravesada por completo al intentar llevárselo desde abajo. Ni siquiera la magia de Collette tiene el poder necesario para algo así. «Entonces solo me queda una opción», planeta la vampira, chocando el puño con su mano. «Iiiihh, ¡qué cosa tan pesada y dura!», grita a todo pulmón, tratando de usar la fuerza bruta. Luego muerde el arma, copiando la misma estrategia que las criaturitas, hasta que dos Smilers la apartan.

—¡Tú... tridente del no sé dónde! —le grita Collette con poco aliento—. ¡Eres un... verdadero reto! ¡Reto... que alcanzaré! —declara, e inesperadamente el tridente es sacado y alzado por alguien.

—¿Tristán? —lo nombra ella, viéndolo con grandeza de dios, ya que el arma responde al dueño, siendo cargada de energía eléctrica.

—¡Collette! —le llama Lucy. Momento en que la vampira no tarda nada en atraparlos a todos con la masa oscura, atraerlos y darles un fuerte abrazo.

—Me alegra tanto que estén todos bien. —confiesa, sin querer soltarlos—. Hice nuevos amigos. —Señala a los Smilers, quienes les sonríen amablemente, pero Tristán y Kevin se ponen en guardia de inmediato.

—¡Ellos nos atacaron! —exclama Tristán.

—¡No, espera! —le pide la vampira, interponiéndose entre ambos bandos—. Esas criaturas fueron sobrevivientes del desastre que hubo en este lugar. ¡Lo menos que podemos hacer por ellas es dejarlas en paz!

—Para solucionar un problema de amenaza, Drake le dio nuestra comida a una bestia en vez de enfrentarla. —recuerda Kevin con total seriedad y las manos en los bolsillos—. ¿Saben? Me hizo entender algo importante.

—¿Qué te hizo entender? —pregunta Tristán mientras ve cómo Kevin se acerca a Lucy para seguir volando.

—Interprétalo como quieras, pero yo no seguiré atacando a esas criaturas sonrientes.

Sin perder más tiempo, el resto se le une para continuar avanzando hacia el verdadero objetivo.

¥¥¥

Frente a unas poses increíbles, Mael y Drake han salvado a Leo de los cascanueces. Varios muñecos se impresionan como si tuvieran personalidad propia, pero reflejan un poco lo que siente su dueña. La epicidad duró corto tiempo, ya que los cascanueces vuelven a levantarse a pesar de todos los daños causados en sus cuerpos. Ni siquiera uno de ellos tiene cabeza. Tanto Mael como Drake quedan sorprendidos de lo que están viendo, y lo intimidante que es el poder de esa niña. El hechicero actúa de inmediato. Cruza los dedos de ambas manos juntas y dispara un rayito de energía mística. Este atraviesa el pecho del alto y gran enemigo para finalmente hacerlo estallar por dentro. Lo dejó desarmado, quitándole cada una de las extremidades y varios pedazos importantes.

—Aquí nos acorralarán. En este punto, será imposible negociar con ella para que nos dé información del mandamiento. —opina Mael, super atento a los movimientos de cada muñeco.

La niña es de ojos verdes, piel pálida, bonitas pestañas y bajita de 1,38. Viste zapatillas blancas como su lindo vestido. Aunque curiosamente insiste en no tener una edad tan joven. Ella posee el don mítico de los muñecos. Puede controlarlos, modificarlos a su gusto y tiene el dominio suficiente como para ver a través de ellos. Es capaz de sentir la presencia de todos, casi son parte de la palma de su mano. Nunca los pierde de vista, ya que constantemente aparecen muñecos cerca de ellos. Sin embargo, algo le inquieta mucho. Hay otros visitantes en el pueblo, ninguno del que ella espera. Están metiéndose en una fiesta del té no programada.

Leo jala levemente el pantalón de Drake para luego señalarle el templo. Al echar una mirada, nota que hay alguna clase de antena enorme. Está absorbiendo una especie de energía azulada que es visible a lo lejos en lo alto. Podría confundirse con las nubes, pero Drake las diferenció bien. No duda ni un segundo más en informarle a Mael que van para allá. Así que el hechicero crea un círculo místico con ambas manos y alza un pedazo de tierra de buen tamaño que viaja rápidamente en dirección al templo. Acercándose a su destino, un samurai realiza un corte en el aire, generando que la tierra se desmorone y la magia de Mael pierda su efecto. Los tres caen al suelo, llevándose varios golpes.



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En el texto hay: personajes variados, combates epicos, lugares magicos

Editado: 27.10.2022

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