The Magic World

C180: Nosotros somos uno

Con tanto cansancio y las heridas recuperándose a penas, Bazasel deja el cuerpo de Deametry reposar en una esquina. Luego de haberse tomado unos minutos de descanso, planea continuar la misión, seguir apoyando al equipo. Pero su adversario lo toma por la punta del pantalón y, con las pocas fuerzas que le quedan, lo hala. Al voltear, observa la mirada del chico que antes era muy explosivo y parecía tener una carga inmensa en los hombros. Ahora está mucho más calmado. Notó al instante que no estaba tratando de detenerlo, sino de hablar con él. Decidió tomarse un minuto para conversar, ya que siente empatía.

—¿Por qué me salvaste de la caída? —le pregunta Deametry—. No era parte de la misión, pero te habrías asegurado de tu victoria.

—No creo que haga falta eliminar a un enemigo. Lo más importante es dejarlo fuera de combate. —responde de espaldas a él, apretando los puños con los guantes puestos.

—¿Qué te asegura a ti que no volveré a interferir?

—Te venceré las veces que hagan falta. ¿Comprendes? Pero no hasta el punto de aniquilarte. En la vida real, habrías muerto.

—En esta simulación, yo soy el criminal. ¿Crees que deberías dejarme aquí tan cómodo?

—Decepcionaste a tu familia, ¿cierto?

Hubo un silencio de diez segundos. En vez de ser incómodo, en realidad, decía mucho de ambos. No hizo falta verle la cara a Deametry para entender lo que sentía al momento de escuchar la pregunta. Ese silencio dio la respuesta más clara que ni siquiera las palabras expresarían. Dolor, decepción, desilusión. El cansancio pasó a un segundo plano cuando tuvo que recordar las consecuencias de haber perdido este combate públicamente. Familia de dones míticos, un heredero especial que sería de los mejores. La imagen que tenía su padre del hijo fue manchada, ensuciada. Deametry soltó algunas lágrimas, aunque tratara de mantenerse fuerte. Los espectadores observan la escena tras la pantalla mientras se desarrollan el resto de combates. Drake y Lucy prestan suma atención a los sentimientos del chico. De repente es tomado del hombro cálidamente, y conecta con una mirada amable de Bazasel.

—Aunque no lo parezca y no hayas cumplido las expectativas de ellos, admito que me costó el combate. —dice, generando otro tipo de emociones en Deametry. Luego le regala una sonrisa con los ojos cerrados, confiando en que no pasará nada. —Jaja, me gustaría que nos volvamos a enfrentar en un futuro, y así comparemos cuánto habremos mejorado.

¥¥¥

—Ellos...

—Sí, todavía pueden pelear. —concluye Jake junto a su amiga en una pose genial y firme.

—Imbéciles, ¿creyeron que acabarían conmigo tan rápido? —interroga Wizard, muy lastimado—. O una mejor pregunta: ¿acaso creyeron que podrían vencerme?

—Echa a un lado tus aires de arrogancia. —le pide Helaines, agotada pero con fuerzas para continuar—. Si no nos ponemos serios, ellos nos acabarán.

—De acuerdo.

Un ataque combinado: cañones jabonosos. Cinco hombres salen del libro con sus cañones pesados. Mientras Jake deja la cápsula a un lado, Helaines los llenó de jabones y espuma. Los tiros potentes chocan en el cuerpo de Jake, dolió tanto que cayó al suelo. Shey los evita al separarse en varias partes, percibiendo dónde podría recibir el ataque. Sin embargo, un poco de espuma pega en sus ojos, irritándolos y consiguiendo que pierda su buena visión. Wizard saca una espada eléctrica e intenta cortarle en cualquier parte, pero ella esquiva como puede. «Qué habilidad tan jodida, no puedo tocarle. Aunque esté temporalmente cegada, sigue sabiendo dónde estoy y cuándo haré un movimiento», piensa Wizard, sosteniendo la espada con dureza.

"Los payasos tratan de hacer reír a los niños. Su fin es la diversión y entretenimiento para los más pequeños. Pero existen unos que abusan de los inocentes. Tienen la apariencia amigable y tan ridícula que causa gracia. Son aquellos que pueden acercarse muy fácilmente a los niños. Mediante chistes y tonterías, los atraen con la intención de tocarlos en vez de jugar. Shey quedó con esa imagen, fue la realidad que ella percibió cuando entró en la adolescencia. En dos ocasiones el mismo payaso tocaba sus piernas. Parecía que la acariciaba, siendo cariñoso o un poco meloso. «No era más que un asqueroso pedófilo interesado en mí», concluyó ella años después.

—¿Por qué esa cantante es tan odiada? —preguntó a su hermano cuando ella tenía 9. Él es mayor por cuatro años.

—Insultó y ofendió a la iglesia. —respondió la madre—. Nadie debe ofender a Dios. ¡Mucho menos meterse con los hijos de él!

—¿Yo soy hija de Dios?

—Todos lo somos.

—¿Ella también lo es?

—No, porque no es creyente ni está bautizada.

—¿Todos lo somos o no? —interrogó el hermano.

—En cierta parte, sí.

—Qué confuso es Dios. —comentó Shey.

—Su inteligencia está lejos de nuestro entendimiento.

Si de algo tendrían semejanza los payasos y la iglesia, sería que el objetivo era similar en la búsqueda de la felicidad. Diversión o alabanza, lo que siempre se busca es la sonrisa de cada ser humano. Sonrisa es igual a felicidad. ¿Sí? ¿No? Esa percepción no solo está en la mentalidad de las personas en la dimensión humana, sino también en la mágica. La búsqueda de la felicidad considerada como el objetivo universal. Sin embargo, habían sacerdotes que abusaban de niños, lo que esa cantante reclamaba públicamente. Fue odiada y rechazada. Un hecho que Shey comprendió al tener más edad. «Ellos le sacan una sonrisa a la gente con engaños. Sus intenciones no son verdaderamente la felicidad», pensaba ella desde los 16.



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En el texto hay: personajes variados, combates epicos, lugares magicos

Editado: 27.10.2022

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