—¡Ñah! ¡Romper el suelo me tomaría un siglo! —se queja Hazel, cansado de tanto golpearlo con el diente de tiburón.
—Ni creas que así llegaremos rápido. —asegura Raiden, dejando de ver el mapa para hablarle.
—La primera no fue nada difícil de obtener, ya que estaba aquí mismo. —opina Hurona—. La siguiente se halla en el noveno piso. Debemos llegar pronto.
—¿Qué hacemos con la esfera de cristal? —pregunta Near—. Dudo que sea seguro dejarla aquí. No tenemos nada para guardarla.
Mientras hablaba, dos colas de agua pasan a los lados de su rostro, llevándose, una de estas, la esfera. Luego todos observan cómo ella la envuelve en otra esfera, siendo de agua y diez veces más grande. Se mantiene flotando en el aire. De repente Hazel viaja velozmente hacia allá y lanza un ataque con ganas. Sin embargo, el diente de tiburón fue detenido al ser parte del agua más densa. Además, la esfera de cristal fue movida mientras él se acercaba. Con los ojos bien abiertos y dándole la espalda a sus compañeros, él guarda su arma mágica. «No está mal Hurona. ¿Cuándo te volviste tan buena?», se pregunta Near, mirándola de reojo.
—No es lo mejor, porque tan solo detuvo un ataque mío. —comenta Hazel de espaldas todavía—. Si aplico mayor velocidad y realizo unos golpes más, de seguro no aguantaría.
—¿Entonces tienes alguna idea, enano? —interroga Raiden de brazos cruzados.
—Nop, jeje. —responde con una linda sonrisa—. Es lo que se le ocurrió a Hurona, y creo que basta por ahora.
—Para evitar cualquier inconveniente, deberíamos mantener las esferas aquí con la habilidad de Hurona. —plantea Near—. Tendremos que cuidarla cueste lo que cueste. Ella ya tiene la responsabilidad de mantenerlas en este piso.
—¿A dónde se fue Hazel? —pregunta Raiden, dándose cuenta que se esfumó en tan poco tiempo.
—Ese idiota calentado con las hormonas altísimas... —lo nombra Near con una expresión fría y seria, pero que carga rabia e irritación por dentro—... decidió bajar y enfrentar a las criaturas sin nosotros.
—Así que será momento de acompañarlo, ¿no? —supone Hurona, comenzando a bajar las escaleras.
—No queda de otra.
Así comenzó la aventura por los últimos pisos de la torre. Mientras la esfera de cristal queda medianamente protegida, ellos van en busca de la más cercana. Una vez bajan al nivel inferior, se topan con un montón de monstruos que están llevando a cabo un enfrentamiento contra Hazel. Aunque, por más agresivos y numerosos que sean, él se los merienda muy fácilmente. No le toma tanto esfuerzo acabarlos, lo hizo en solo un minuto con la ayuda de su fiel amigo: el diente de tiburón.
—Eso fue demasiado fácil. —opina Raiden con los hombros bajos y encorvado.
—¿Te parece poco? —le pregunta Near—. Tú apenas le llevarías un combate decente.
—¡No me subestimes!
—Eh, Hazel. No te separes tanto de nosotros.
—¿Por qué debería hacerte caso, Near? —interroga de espaldas a él.
—Trabajando en equipo, lo conseguiremos con mayor efectividad. —contesta, mostrando suma seriedad—. ¿Por qué piensas ir delante de nosotros? ¿No te somos útiles?
—No es eso, jiji. —responde, nuevamente, con su típica sonrisa agradable—. Es que estoy emocionado.
—Tómatelo en serio.
—¿Tomármelo en serio? ¿Crees que no puedo hacerlo mientras me divierto?
Una vez bajan al piso diez, ven cómo Hazel corre por el amplio espacio. No hay casi objetos en la zona, pero está repleto de trampas peligrosas. Llamas salen del techo. Él las evita mientras realiza un baile como pirata. Lo ejecuta sin darse cuenta del montón de trampas que activa, ya que puede hacerse desde el suelo. Bastantes flechas son disparadas por los laterales, aunque no fueron un verdadero problema. Pasa tranquilamente entre estas con una forma de caminar muy despreocupada. Dos flechas se clavaron en la mejilla y brazo. Solo las sacó, botando un poquito de sangre. Ni siquiera el dolor le molestó, porque fue casi insignificante. Por último, pasa un camino de rayos lásers que dejan un pequeño espacio entre ellos para avanzar. Realizando volteretas con una excelente agilidad, logra llegar al otro lado y desactivarlos pulsando el botón al final del pasillo.
—¿Cómo logró hacer todo eso sin sufrir casi daño? —pregunta Raiden con los hombros bajos.
—No tiene la habilidad de percepción, pero usa una técnica para moverse así entre las trampas. —analiza Near, observándolo de un solo ojo.
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—Nos tocó el primer piso, el cementerio. —habla Zed mientras todos ven a su alrededor.
—Qué miedo. —confiesa Agnes, aferrándose a su paraguas.
—No es necesario que tengas miedo. Recuerda que estoy aquí para protegerte. —comenta Bibi a la vez que camina hacia una de las tumbas—. Aunque Karthus aclaró que no era importante esta torre, creo que nosotros podríamos darle un buen valor.
—¿Lo dices por ser lápidas con el nombre de tantos magos? —interroga Zed. Mientras tanto, Leo revisa curiosamente el mapa, tratando de comprenderlo.
—Por supuesto. No están los cuerpos reales aquí, pero sería una falta de respeto, por mi parte, permitir que estas lápidas se destruyan.