The Magic World

C195: Agnes

Bibi detiene repetidas veces los garrazos de Raiden con su bate. El último lo desliza para desviarlo, coge impulso y conecta un batazo fuerte en el abdomen. Lo obligó a retroceder unos pocos metros. Soportando el dolor, él suspira y vuelve al ataque con una excelente velocidad. A pesar de esa rapidez, ella se mueve al mismo ritmo, manteniendo siempre la misma postura firme. Entre tantos movimientos ágiles y flexibles, recibe nuevamente un golpe del bate que lo tumba contra el suelo. «Sus habilidades son impresionantes. Lo que más molesta es la dureza de cada impacto, podría destrozarme muy rápido», piensa Raiden, preocupado. .Cuando alza la mirada, nota que su enemiga no se encuentra cerca. Resulta que fue inmediatamente a la ayuda de la hermana.

Near realiza una combinación de químicos que genera con sus manos. Así crea una espada láser de color morada. Una vez Agnes estuvo a punto de disminuir el peso de su cuerpo para elevarse, Zed es golpeado fuertemente por una de las colas de agua. Cae justo a un lado de ella, frustrado. El susto le hizo bajar la guardia, dejando una apertura al adversario, quien no duda ni un segundo en atacar. Sin embargo, es detenido por Bibi. Ella muestra mucha imponencia, tanto que molesta e intimida a Near. Pero esa firmeza se cae, ya que una cola de agua la golpea a un costado para apartarla. Lamentablemente Agnes no realizó ningún movimiento, siente miedo de cometer un error o alguna estupidez. Ambos cayeron y se levantaron muy pronto. Solo que ella se visualiza en un futuro donde no podrán apoyarla y quedarán tirados.

—Tranquila, hermana. Nosotros nos encargaremos. —le habla Bibi mientras corre a la par de Zed.

—¿Ustedes dos contra ellos tres? —interroga, insegura—. Se ven fuertes y habilidosos.

—¡Nosotros también lo somos! —exclama Zed, preparando la siguiente jugada.

"Después de lo sucedido en Castle Combe, ambas emprendieron una aventura hacia el próximo lugar poblado. La gente sin hogar fue muy unida en la larga caminata. Tuvieron buena organización, avanzaron en una fila ancha y repartían la comida en ciertos horarios cuando recolectaban suficiente para la mayoría. Los días eran lindos, pero llenos de incertidumbre. Las poblaciones se encontraban alejadas unas de otras, debido a la cantidad de zonas verdes que habían. Mantener el grupo alrededor de 2300 personas, por tantas que fueran, evitaría ataques de animales que vengan del mundo humano. Pero mucho cuidado con las criaturas mágicas, algunas de gran poder y tamaño no se intimidan por los números.

—Aún tengo hambre~. —se quejó Agnes mientras caminaban junto al resto de la gente.

—Ten, toma mi manzana. —ofreció Bibi.

—¡No! ¡Tú también tienes ham... ! —exclamó hasta que su estómago volvió a rugir. No tardó en devorarse la fruta.

—¿Ves? ¿No te sientes mejor?

—Pero, pero, pero tú quedaste con hambre. —refutó, soltando una lagrimita en su ojo.

Bibi siempre fue una chica bastante dura y fortalecida emocionalmente. A pesar de las adversidades, continuaba adelante sin mirar atrás. Lo que ella menos quería recordar era el fallecimiento de su madre. Ayudar a esta niña de casi su edad le hacía sentir mucho mejor, dejando de lado lo que verdaderamente le afectaba. Cada vez que lloraba Agnes, su nueva hermana la consolaba. Abrazos tiernos y cálidos. Cuando tenía mucha hambre, le compartía comida. En las noches difíciles con tanta oscuridad y ruidos de animales, dormía en los brazos de la hermana. La mejor manera era pegar cabezas para sentirse segura. Duraron días, los cuales se convirtieron en semanas hasta que, después de un largo mes, hallaron una aldea abandonada. Consiguieron muchos suministros, parecía casi recién desalojada. La buena noticia se volvió una pequeña esperanza. Tocó seguir avanzando.

—Recuerda: nunca te separes de mí. Estaremos siempre apoyándonos la una a la otra. —le dijo Bibi, tomando ambas manos de su hermana.

—Okay.

Pasaron dos meses duros de un largo viaje hasta llegar al próximo pueblo. Todos fueron bien acogidos. Les brindaron la oportunidad de comenzar una nueva vida. Los niños huérfanos debían esperar en un orfanato a sus futuros padres. Ambas trataban de quedarse siempre juntas, más ahora que sentían miedo de alejarse por la adopción. Cada semana venían distintas familias. Simplemente observaban a los pequeños realizar las distintas actividades del orfanato. Agnes amaba pintar. No tanto el dibujo, sino jugar con los colores y hacer combinaciones de manera espontánea frente al papel. Pero ella notó que Bibi se fastidiaba, nunca fue un pasatiempo atractivo para su hermana. Por otro lado, a ella le encantaba practicar y competir en deportes como fútbol y béisbol. También jugar al escondite y las atrapadas. Era una diferencia bien marcada. Agnes fue tranquila, Bibi más activa.

—Vamos al patio. —ordenó Bibi con una cara larga de aburrimiento—. Los demás niños se divierten juntos.

—No quiero. —contestó Agnes mientras seguía pintando—. Prefiero jugar con los colores. ¡Ellos son mis amigos!

—Sé que no eres de hablar tanto con otros niños, pero es más divertido jugar con "amigos reales".

—¿Piensas que mis amigos no lo son?

—Ya tienes once años, hermana. ¿Hasta cuándo seguirás teniendo amigos que no hablan?

—¡Hasta que me dejes sola! —exclamó Agnes, enfadada.

—¿Por qué quieres... que te deje sola?



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En el texto hay: personajes variados, combates epicos, lugares magicos

Editado: 27.10.2022

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