El último puñetazo de Bibi destroza al enemigo, estampando contra el suelo. Raiden pierde cuatro dientes y queda completamente fuera del juego. En una pose intimidante y firme, ella le dirige la mirada a Near, quien se está preocupando demasiado. El piso se agrietó en ese golpe. Los ojos de la bateadora señalan que el próximo será la persona montada en la nube. «¡No cabe duda! Su don le permite aumentar la potencia de sus golpes con cada impacto. ¡Estaremos acabados si no la dejamos noqueada pronto!», piensa él, sudando más de lo normal. Estuvo a punto de pedirle a Hurona que se encargara de ella, pero se encuentra muy ocupada. Zed logró congelar tres de sus colas de agua para luego elevarse y atraparla. En plena caída, la enemiga genera un dragón de su elemento. Con ciertos movimientos de serpiente, evita las flechitas de hielo que lanza Zed. Finalmente el dragón lo traga y se lo lleva hasta impactar muy fuerte en el techo.
—Por lo visto, tú estás en otros asuntos. —asume Near.
—¡Te tengo! —exclama Agnes, abrazándolo desde atrás.
Al enrollarlo con ambas piernas en la cintura y brazos en su cuello, aumenta gradualmente el peso del cuerpo. Asfixiándose y disminuyendo la altura en que se encuentran sobre la nube, él genera un ambiente de radiación alta que irrita la piel de Agnes. Intentó mantenerse pegada al cuerpo del rival mientras lo asfixiaba, pero no pudo aguantar la irritación. Lo suelta y saca el paraguas para elevarse aun más. Near tose a la vez que aumenta su altura. Sin embargo, recibe un golpe potente que casi lo tumba de la nube. Al voltear, nota que Agnes todavía trata de recuperarse. Se toca la nariz, y nota que sangró. De repente otro impacto muy duro lo deja al borde de su nube, generándole cierto dolor de cabeza. «¿Qué pasa? No sé qué me golpea», se pregunta. Cuando dirige su mirada a Bibi, la observa recogiendo un brazo y apuntando con una mano.
—¿Puedes lanzar ataques a distancia? —interroga él, sorprendido.
—Segundo nivel. —contesta ella, tomándose un instante en ajustar la puntería—. Se necesita tiempo y concentración, pero es efectivo.
—¡¿Cuánto más tendremos que lidiar?! —pregunta Near, molestándose a la vez que el campo de radiación aumenta—. ¡Ustedes, en verdad, me estresan!
Al darse cuenta que ya está en la mira, mueve su nube bruscamente para evitar el impacto. El primero lo evitó, pero el siguiente impacta por debajo de la nube y lo tumba. Mientras cae, ella lo sigue con su ojo bien concentrado. Antes de que toque el suelo, otro puñetazo a distancia es soltado e impacta en su espalda. Se estrelló contra la pared, quedando mal herido. Hurona intenta ayudarlo e intervenir, pero Zed crea un iceberg que casi la golpea y aplasta si no fuera porque se movió rápido. Ella puede generar agua desde sus extremidades y moverse como parte de una corriente. Así fluye de un lado a otro, siendo más difícil de conectarle ataques. Al percatarse del estado en que se encuentra Near, pone en marcha el plan de emergencia. «Hemos llegado hasta aquí, y no pensamos cederles el puesto de victoria», piensa ella, generando grandes cantidades de agua que cubren el piso por completo.
—Así que la chica agua se puso en serio. —concluye Bibi, emocionada.
—¡No juegues~! Y yo que veía el final tan cerca~. —se lamenta Agnes, arrodillada, dramática.
—Llevo rato tratando de acabarla y quitarle los cristales. Pero domina muy bien su elemento como para vencerla tan pronto. —confiesa Zed, echándose un chapuzón en el agua.
Mientras combaten en los pisos centrales, desde hace casi media hora, ellos luchan por los cristales. En el último, hay hielo que busca tomarlos, pero el agua de Hurona los aparta de un lado a otro. Se desplaza mucho más rápido que el hielo, por eso no ha podido robarlos. Ambos son capaces de llevar su elemento hasta una zona y sentir dónde se encuentran y qué tocan. La corriente se mueve a una fuerza capaz de llevarse a todos. Está creando la forma de un remolino. Los atrae continuamente al centro. A la vez, Hurona dispara muchos cañones del elemento. Impactan duro en el agua. Near consiguió elevarse nuevamente con su nube, aunque está muy adolorido. Mojados, siendo atraídos, recibiendo salpicaduras y roces de los choques. Todo mientras ella prepara un ataque final.
—¡No sé nadar! —confiesa Agnes, realizando movimientos bruscos. Pero Bibi le ayuda.
—Debiste usar tu paraguas para elevarte. —sugiere ella, teniendo en su cara la mano de su hermana—. ¿Dónde está?
—¡Lo perdí!
—No tenemos muchas energías. Te ayudaré para que finalicemos. —dice Near, tocándose su rostro por el dolor.
—Eres mejor compañero de lo que esperaba, Near. —opina Hurona, utilizando bastante fuerza—. Tu cara de odioso y comentarios arrogantes fueron olvidados por mí durante unos minutos.
—¿Debería recibirlo como un cumplido?
—¡Jaja! Siento que las etiquetas jamás podrían definir a las personas. Todos son un mundo por dentro.
«Vaya, por alguna razón, ella se ve adorable cuando, en realidad, no lo parecía», piensa él.
—¡Déjame! ¡Yo puedo cuidarme sola! —le pide Agnes, tratando de soltarse.
—¡Acabas de decir que no sabes nadar! —aclara Bibi—. ¿Recuerdas esa vez que casi te ahogas?
—¿Cuándo dejarás que haga algo por mi cuenta?
—Ni siquiera veo señales de que puedas hacerte cargo. ¡Por eso te estoy ayudando, hermana!