The Prophecy Of Shadows

CAPÍTULO 1

“LAS SOMBRAS SON MIS ALIADAS, Y EL CAOS ES MI HOGAR.”
CROWLEY DE SUPERNATURAL.

Las sombras rodearon a Crowley, el príncipe de las tinieblas, en un callejón tranquilo y sombrío. De pronto, una figura pequeña y ágil apareció, deslizándose sigilosamente a su lado. Los ojos de Morrigan, una niña mitad demonio y mitad humana, cuyos ojos brillaban con una mezcla de determinación y desesperación. Aprovechando sus habilidades y agilidad demoníaca, intentó arrebatarle la cartera al mismísimo Diablo.

En lugar de moverse, dejó escapar una risa suave y retorcida. —¿Intentas robarme, pequeña criatura? Qué audaz eres —murmuró con un tono de diversión, sus ojos rojos brillando con intriga mientras la observaba.

A pesar de la apariencia demoníaca que mostraba, Morrigan mantuvo la compostura e intentó liberarse —Déjame en paz, anciano —exigió, forcejeando con una sorprendente falta de temor.

Crowley soltó una carcajada profunda, Crowley agarró su ropa con fuerza y ​​sintió su lucha por resistir, podía sentir el aura demoníaca que ella no podía ocultar. —Oh, pero qué encanto tienes, querida —respondió con una voz suave pero cargada de peligro. —¿No te das cuenta de quién soy yo? Intentar robarme a mí, el príncipe de las mentiras y el engaño, es un desafío interesante.

Con un movimiento de su mano, la atmósfera a su alrededor se volvió más oscura, con un aire tenso que estaba impregnado de energía demoníaca. Morrigan, sin embargo, logró soltarse de su agarre, haciendo que él cayera al suelo. Su magia no funcionaba al cien por cien con ella.

Crowley se levantó del suelo con elegancia, limpiándose el polvo imaginario de la ropa con un gesto tranquilo pero con una chispa de admiración en sus ojos infernales. —Interesante —murmuró en voz baja, evaluando a la joven con una mezcla de curiosidad y respeto. —Tienes más fuerza de la que aparentas, querida. Aunque mi magia no te afecte completamente, ¿qué te hace pensar que puedes enfrentarte a mí? —preguntó con una sonrisa torcida, su voz resonando con un oscuro encanto que parecía envolverla sutilmente.

Morrigan, con una sonrisa desafiante, metió sus manos en los bolsillos y lo miró mientras se levantaba. —¿Quién dijo que me enfrentaría a un anciano como tú? No me interesa el poder, no eres interesante para mí —dijo con desdén.

Crowley, impresionado por su comportamiento desafiante, dejó escapar una risa baja. —Oh, tienes un espíritu libre, eso es innegable —respondió con una mirada de divertida admiración. —Parece que has decidido no jugar en mi arena. Aunque, te advierto, las decisiones rápidas pueden generar resultados inesperados.

Se ajustó su atuendo con elegancia mientras la observaba con ojos que brillaban con una mezcla de admiración y resentimiento. —Pero dime ¿qué es lo que realmente quieres, pequeña criatura? Seguro que no es solo sobrevivir en las calles. —preguntó con una curiosidad, aunque con una expresión curiosa que insinuaba cautela.

Morrigan pareció por un momento estar influenciada por la magia de Crowley, pero se encogió de hombros sin darle una respuesta clara. —Dime tú, Crowley, ¿qué intereses tienes tú?—

Con su comportamiento astuto y enigmático, Crowley la miró con el ceño fundido y le reveló sus planes ocultos.

—Mis intereses, querida, son tan vastos como los abismos más profundos del infierno —respondió con voz suave, pero llena de significado. —La manipulación de las almas perdidas, la danza de las intrigas entre las cortes infernales, y el juego eterno de poder y ambición... todo eso me interesa.

Se acercó hacia ella pero manteniendo cierta distancia, su presencia envuelta en un aura de oscuridad y misterio. —Pero también me fascina lo desconocido, lo impredecible —continuó, mirándola fijamente. —Y tú, Morrigan, eres definitivamente algo inesperado.

Morrigan lo miró, evaluando sus palabras con una chispa de inteligencia y desafío en sus ojos. —¿Y cómo pretendes actuar, Diablo? Ya besaste el suelo una vez —dijo con una sonrisa sarcástica.

Crowley, manteniendo su compostura y su sonrisa que parecía querer entrar al juego de ella, respondió con calma —Es solo una pequeña distracción en este gran juego, querida Morrigan. Actúo con paciencia y astucia, con una visión que se extiende más allá de los momentos fugaces.

Se acercó un paso más, sus ojos centelleando con una mezcla de advertencia y curiosidad. —Pero tú, con tu aversión por el poder y tus juegos de calle, tienes un encanto único—admitió. —Tengo curiosidad por saber cómo tu historia combina con gran interés la profecía que escuché susurrar en las sombras.

—¿Profecía? ¿De qué estás hablando? —Morrigan no entendía nada de sus palabras, ya que era algo totalmente ajeno a ella.

Crowley se detuvo por un momento, evaluándola con una expresión de sorpresa y deliberación. —Ah, parece que aún no estás al tanto de todo, ¿verdad? —dijo suavemente. —Hay profecías que circulan en los rincones más oscuros, incluso más allá de tu comprensión actual. Algo que se susurra entre las sombras, algo que podría cambiar el curso de los reinos infernales y más allá.

Sus ojos rojos brillaban con intensidad mientras continuaba. —Pero no te preocupes, querida Morrigan. A veces es mejor no saber todo, especialmente cuando la ignorancia puede ser tu mejor defensa.

Morrigan se encogió de hombros, desafiante. —Algo me dice que tampoco sabes qué dice esa profecía de la que tanto hablas. En los enigmas siempre hay algo que no puedes saber hasta que llega su debido momento.




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