Mientras Jake y Max caminaban por el pasillo, el bullicio de la escuela parecía desvanecerse. De repente, se encontraron justo al lado de Aria. Max, con una sonrisa traviesa, no pudo evitarlo.
—¡Aria! Este chico te quiere hablar —dijo, señalando a Jake.
Al escuchar esto, Jake sintió que su corazón se aceleraba. Intentó dar un paso atrás, pero Max lo agarró del brazo, impidiéndole escapar. Aria se acercó, su mirada curiosa y brillante. Jake se sentía como si estuviera atrapado en un sueño, su mente llena de nervios y posibilidades.
Max, sin perder tiempo, continuó:
—Jake tiene una banda, ¡se llaman The Roddy's! Son muy buenos, ¿verdad, Jake?
Jake sintió que se le secaba la garganta. No quería quedar mal, pero la verdad era que no tenía una banda; solo había improvisado para no parecer un perdedor. Con una sonrisa nerviosa, dijo:
—Eh, sí, algo así...
Aria arqueó una ceja, dándole una mirada inquisitiva.
—¿De verdad? Me encantaría escuchar algo. ¿Tienen música?
Jake se sintió como si se le hubiera acelerado el pulso. Max lo miró con un guiño cómplice, como si supiera que todo esto era un gran paso para su amigo.
—Bueno, estamos en eso —respondió Jake, intentando no dejar que su nerviosismo se notara demasiado.
La conversación fluyó, y Jake se dio cuenta de que Aria era diferente. Había algo en su risa que lo hacía querer quedarse un poco más. Mientras hablaban, el mundo a su alrededor se desvanecía, y solo existían ellos tres.
Finalmente, Max rompió el momento con un toque de humor:
—Así que, Jake, ¿cuándo nos invitas a un concierto de The Roddy's?
Jake se sonrojó, pero en el fondo, se sintió un poco más confiado. Tal vez este era el comienzo de algo especial.
—Sí, claro, cuando esté listo —dijo, sonriendo tímidamente.
Mientras regresaban a clase, Jake no podía dejar de pensar en Aria. Había algo en ella que lo fascinaba, y por primera vez en mucho tiempo, sentía que podría ser el inicio de una historia diferente.
Después de aquel encuentro incómodo con Aria, Jake se sintió abrumado por la mentira que había soltado. "¿Por qué dije que tenía una banda?", se reprochó a sí mismo mientras caminaba solo hacia casa. La idea de impresionar a Aria lo había llevado a inventar algo que no existía, y esa presión lo hizo sentir aún más inseguro.
Al llegar, su madrastra lo estaba esperando en la sala. Era una buena persona, siempre dispuesta a ayudar, pero Jake aún no lograba conectar del todo con ella. La trataba con respeto, pero había una barrera invisible entre ellos. Ella le sonrió y le preguntó cómo le había ido en la escuela, pero Jake se limitó a responder con un "bien" y se dirigió a su habitación, sintiendo el peso de su propia decepción.
Una vez dentro, cerró la puerta y se dejó caer en su cama. Miró al techo, perdido en sus pensamientos. De repente, una idea brillante iluminó su mente y esbozó una sonrisa. "¡Claro!", exclamó en voz alta. Se levantó y abrió su armario, donde descubrió su vieja guitarra, cubierta de polvo y recuerdos.
Con determinación, tomó la guitarra y comenzó a tocar algunas notas, intentando recordar las melodías que solía crear. Mientras practicaba, sintió que la música lo llenaba de confianza. Pero en medio de su ensayo, un extraño ruido proveniente del exterior de su habitación lo distrajo. Curioso, se acercó a la ventana para investigar.
Al mirar afuera, vio una pequeña gatita herida, apenas capaz de moverse. Su corazón se hundió al verla en ese estado. Sin pensarlo dos veces, salió corriendo y la recogió con cuidado en sus brazos. La gatita temblaba, pero sus grandes ojos brillaban con gratitud.
Jake la llevó a su habitación, donde la acomodó en una caja con una manta suave. "No te preocupes, pequeña. Te ayudaré", le susurró, sintiendo cómo su corazón se llenaba de ternura. Mientras la observaba, una nueva idea surgió en su mente: tal vez podría escribir una canción sobre ella, sobre la conexión que sentía en ese momento.
Con la guitarra al lado y la gatita a su cuidado, Jake se sintió más inspirado que nunca. La música no solo podía ser una forma de expresión, sino también un refugio donde podía ser él mismo.