The Roddy's #1

Capitulo 4

El sol se filtraba a través de las cortinas cuando Jake despertó, sintiendo una calidez a su lado. Abrió los ojos y se dio cuenta de que la pequeña gatita herida dormía plácidamente junto a él. Su corazón se llenó de ternura, pero al instante, un pensamiento lo golpeó: ¡ya era tarde para la escuela!

—¡Oh, no! —exclamó, levantándose de un salto. Sabía que sus padres lo regañarían si lo descubrieran con el gato en su habitación.

Decidido, tomó su mochila y, con mucho cuidado, metió a la gatita dentro. La pequeña maulló suavemente, como si entendiera la situación. Jake sonrió nerviosamente mientras se colocaba la mochila al hombro y salía corriendo de su casa, una rebanada de pan en la mano.

Al llegar a la escuela, se dio cuenta de que ya era muy tarde. La puerta del aula estaba cerrada, y Jake se quedó allí, mirando con ansiedad. Fue entonces cuando vio a su amigo Dave acercarse. Dave era el tipo de chico que siempre estaba en su rincón, reservado y tímido, pero con un buen corazón.

—¡Hola, Jake! —saludó Dave, levantando la mano.

—¡Hey! —respondió Jake, tratando de actuar natural, aunque su nerviosismo crecía por momentos.

Mientras esperaban, la gatita empezó a maullar desde la mochila. Jake se puso rígido, mirando a su amigo con preocupación. Dave se detuvo, frunciendo el ceño.

—Oye, Jake... ¿tienes un gato en esa mochila? —preguntó, con una mezcla de sorpresa y curiosidad.

Jake se rió nerviosamente, intentando restarle importancia a la situación.

—Eeeh, ¿por qué lo dices? ¡Yo hice ese ruido! Jajajaja. —Su risa sonó forzada y poco convincente.

Justo en ese momento, el profesor apareció y les abrió la puerta del aula. Jake y Dave se dirigieron a sus asientos, pero Jake notaba que la mirada de su amigo seguía fija en la mochila, como si estuviera a punto de descubrir su secreto.

Con el corazón latiendo fuerte, Jake se preguntó si podría mantener la calma y proteger a la pequeña gatita que había encontrado. ¿Qué pasaría si Dave lo descubría?

Mientras el profesor comenzaba la clase, Jake no podía dejar de pensar en la pequeña vida que ahora dependía de él.

Jake se encontraba en el recreo, observando desde lejos cómo Max reía junto a Aria. Un susurro de preocupación cruzó su mente: primero debía encargarse de la gatita. Pensó en liberarla en algún lugar seguro, pero justo en ese momento, Dave apareció a su lado.

—Ya sé qué tramas, Jake —dijo Dave, con una mirada inquisitiva.

Jake, un poco nervioso, respondió:

—¿De qué hablas, Davy? No estoy haciendo nada.

En ese instante, la gatita salió de su mochila, maullando suavemente. Dave frunció el ceño.

—Lo más seguro es que la dejes en la calle. Pero luego buscará su lugar.

—No, eso puede ser peligroso —replicó Jake, preocupado.

Dave suspiró, preparándose para irse.

—De todas formas, no te olvides de las clases de guitarra en la tarde.

—Claro, lo tengo todo controlado —respondió Jake, intentando sonar convencido.

Al darse la vuelta, se encontró cara a cara con Aria.

—¿Cómo va con tu banda? —le preguntó ella, sonriendo.

Jake sintió que su corazón se aceleraba.

—Ya tengo todo listo. Tal vez nos presentemos en el festival de música.

Aria le sonrió, y por un momento, Jake olvidó la gatita y las preocupaciones del día. La música, la amistad y esa pequeña criatura en su mochila parecían entrelazarse en su mente de una manera perfecta.



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En el texto hay: humor

Editado: 17.01.2025

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