Hasta hace no mucho tiempo, su hábitat natural de compras habían sido centros comerciales en épocas de descuentos, mercados de baratijas y tiendas de ofertas, pero ahora Regina caminaba en la “Avenida De Los Millonarios”.
Pasearse por la mundialmente famosa (y cara) Quinta Avenida de New York no era algo particularmente inalcanzable, el verdadero reto para la persona común era el siquiera soñar entrar y adquirir algo en alguna de las tiendas de ultra lujo que ofrecían sus artículos a precios exorbitantes.
Era pasado un poco del medio día, el sol radiante brillaba sobre la “capital del mundo” y el glamur que exudaban tanto los edificios como las personas crearon una sensación de pesantes en la mente de Regina.
Aunque su cuenta bancaria tenía fondos de sobra para permitirse un shopping desenfrenado en las tiendas que quisiera, la naturaleza ahorradora que administró su estilo de gastar el dinero por mucho tiempo no iba a desaparecer por el hecho de haberse vuelto muy rica.
No era extraño que alguien que llevaba una vida ordinaria y de repente comienza a obtener muchísimo dinero empiece a gastar sin inhibiciones, pero para Regina la transición de ahorrar cuidadosamente cada dólar para poder pagar la renta a tiempo a tener la capacidad de gastar miles y miles en un solo día, aún la seguía digiriendo poco a poco.
Luego de caminar un rato, Regina entró a un gran edificio, por supuesto todo desde el piso hasta las lámparas despedían elegancia, se dirigió hacia un ascensor y presionó el número 10.
Su destino era un restaurante de comida estilo japonesa, siendo alguien que había crecido con comida rápida como menú diario, los sabores de las diferentes cocinas internacionales no le decían nada y siempre preferiría una hamburguesa grasosa a un refinado plato de alta cocina, pero ella no había ido con la intención de almorzar.
Estaba allí por negocios.
Como sacado de una escena de película, en el vestíbulo estaba una hermosa joven con rasgos orientales, más específicamente japoneses, vestida en un elegante traje de camarera de estilo oriental, ella estaba hablando con un hombre acompañado de una mujer, ambos vestidos como se puede esperar de gente rica y poderosa, la cuestión era simple, querían ingresar al restaurante pero no habían hecho una apropiada reservación.
Regina entró y en el preciso momento que la joven camarera la notó rápidamente ofreció una ligera disculpa al inconforme y molesto hombre y se apresuró hacia ella,
- Señorita Walls, es un placer tenerla hoy con nosotros –, dio una reverencia de estilo muy japonés ante Regina y luego con mucha amabilidad la instó a que avanzara hacia la entrada del restaurante, - ¿tenía reservación para hoy? –
- Gracias, no tengo reservación solo venía a dar mis saludos al chef –
- Ya veo, entonces permítame guiarla –
Actuando como si el hombre y su acompañante no existieran, fueron dejados en el vestíbulo mientras Regina y la camarera entraban al restaurante, pero si se hubieran dado vuelta para mirar sus expresiones hubiesen visto la cara roja y enfurecida de ambos.
El nombre del restaurante era “MaSsa” y de acuerdo a la investigación en línea que hizo Regina era el más lujoso y prestigioso restaurante de comida japonesa de occidente, se necesitaba hacer reservaciones con un mes de anticipación ya que solo daba atención a 30 clientes por vez, los menús que ofrecía tenían precios desde los 1500 dólares y otras cosas que ya había olvidado, en fin, era un sitio de la élite culinaria.
Como era de esperarse, el sitio era lujo sobre lujo y las personas degustando la comida de calidad 3 estrellas Michelin allí lucían bastante elegantes y acaudaladas, y en sincronía con el sitio.
Regina por otro lado, incluso la camarera que la estaba escoltando despedía mucha más clase y refinamiento.
En otros tiempos todos los clientes la pudieron haber despreciado con la mirada, y hablado cosas ofensivas en voz baja, pero afortunadamente en la era moderna definir el estatus de alguien solo por su apariencia es algo que ya no se hacía, por lo que solo la miraron como alguien “excéntrico”, pues abundaba mucha gente rica y poderosa que no le preocupaba el tipo de vestimenta que usaba en su día a día.
Sin embargo lo que sí los dejó estupefactos más allá de sus zapatos deportivos, su playera y jeans sencillos fue el momento en que tomó asiento, todas las personas sin excepción en el salón se quedaron en silencio y con miradas de asombro.
La mesa del chef, el sitio insuperable y de prestigio por excelencia donde es el máximo honor para un comensal ser invitado, este restaurante tenía la fama de ser altamente exclusivo y además el chef y dueño del lugar siempre estaba en la cocina, para la prensa era prácticamente imposible acercársele y para la gente famosa era muy difícil obtener una reservación, así que una invitación a la mesa del chef era algo impensable de acuerdo a lo que toda la actual clientela sabía,
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Editado: 24.04.2020