Abro los ojos, sintiéndome en alerta. Me siento al instante. He tenido una pesadilla que me ha llevado a pensar que mi abusador viene a por mí para atacarme como lo hizo en casa de mi supuesta amiga, Lydia. Pareciese que el corazón se me sale del pecho. Miro a mi alrededor estando en alerta. Veo la silla vacía al lado de la cama y también la puerta del baño abierta, justo como la he dejado anoche. Me relajo al ver que solo estoy yo en la habitación.
Alex se habrá tenido que ir cuando estaba dormida. No sé si sentirme más segura cuando no está él o más insegura por lo mismo. Supongo que debo sentirme más segura, después de todo ellos son mis secuestradores y eso incluye a Alex. No desconfío tanto en él, ahora que lo pienso estaba nublada por el miedo que me causa estar secuestrada. Tal vez esto resulte mejor de lo que pensé anoche.
Pongo mi mano sobre mi pecho e inhalo profundo. Suelto el aire después de contenerme por unos largos segundos.
El estómago me ruge por primera vez.
Mi primera idea es levantarme de la cama e ir a donde está la puerta que da a alguna parte e intentar abrirla solo para confirmar si está cerrada o si de suerte Alex ha olvidado poner los seguros cuando salió.
Estoy a punto de levantarme cuando escucho el sonido de los seguros quitándose. Debe ser él con un poco de comida, como ha estado haciendo desde hace dos días. En mi mente, cruzo los dedos para que así sea.
Por primera vez desde que se abre la puerta decido mirar qué es lo que hay del otro lado de la puerta. Hay una habitación en donde hay cuadros en las paredes, puedo ver la mitad de un comedor y una barra del otro lado. Hay como una especie de ventana en donde está la barra, que debo suponer que da a la cocina.
No miro quién viene conmigo hasta que cierra la puerta detrás de sí, quitando mi atención de lo que vi del otro lado de la puerta. La persona que viene conmigo viene con un plato de comida en una mano y en la otra mano, un vaso. Me relajo más de lo que había conseguido antes cuando veo su rostro. Es solo Alex, nadie más. Me mira atentamente cuando percibe que algo anda mal conmigo, o al menos eso percibo en su rostro.
—¿Mal sueño? —Pronuncia suavemente. Ha adivinado a la primera. Lo que puedo hacer es asentir—. No hablas mucho, ¿verdad? Justo como lo haría Sabrina que tanto me agrada. —Me guiña un ojo. Ladeo un poco la cabeza a mi derecha, curiosa de su gesto.
Se acerca y me deja a un lado la comida, estira su mano a donde estoy para que tome el vaso con agua y eso es lo que hago.
Comienzo a comer dentro de poco, cuando me siento menos insegura del lugar en dónde estoy.
—Gracias. —Digo cuando termino. Las veces anteriores no pude decírselo así que lo hago ahora. Agrego una pequeña sonrisa sincera—. Por la comida. Por la compañía.
—Siempre con gusto. Te lo mereces, Sabrina. —Se acomoda el cabello con lo que detecto que es una pequeña sonrisa igual de sincera que la mía.
—¿Tú crees? —inquiero, dudosa de lo último que ha dicho. ¿Por qué cree él que si me lo merezco y sus amigos dicen que no?
—¿Te olvidas que eres Sabrina? —su rostro muestra que está incrédulo de lo que he preguntado.
Pensar en eso de nuevo…Aceptar que soy ella no me resulta difícil ahora. Alex dice que lo de Mara ha sido una confusión que vino de parte de esas amigas que no eran mis amigas. Puede que le crea un poco a, en especial por cómo se comportó Grace. Pienso en sus palabras «“Si es culpable: que bien. Y si no: ¿no te alegras de todos modos?”», y cada vez duele más pensar que eso fue dirigido hacia mí «O por lo menos eso creía».
Pensar también en la imagen que aquel chico me mostró, me hace recordar que por culpa de Grace estoy aquí, porque literalmente me vendió a ellos y ahora estoy sufriendo. Ella en definitiva no era mi amiga. ¿Qué hizo Mara para que se ganara el desprecio de ella? Recuerdo lo que hablaban en esa discusión. Esa tal Cady…A Mara la culpaban por algo que tiene que ver con esa chica. Y no puede ser algo bueno, hizo algo como para que Grace decidiera venderla.
Ahora yo estoy pagando por algo que hizo esa chica. Fue todo una confusión. Podría hablar con los chicos y decirles que no soy Mara, ahora que he razonado sobre todo. Pero ellos seguro que no les importa a quién le ha dado, solo les importa lo que han comprado y cuanto les ha costado.
Por otra parte, sigo pensando que ellos no buscan a Mara. No lo sé. Todo es tan confuso y horrible cuando pienso en todo lo que ha pasado.
Los asesinatos de las chicas me persiguen cada vez que intento recordar algo más que no sea eso. No importa cuanto lo evite, señores vuelve para resolverme el estómago.
Todavía recuerdo las posiciones de los cuerpos tendidos en el piso. Recuerdo que creí que estaban muertas, y luego me di cuenta de que no era así. Y volver a escucharlas gritar cuando las atacaron mientras que abusaban de mí.
—¿En qué piensas tanto? —Al cabo de unos minutos pregunta. No he hablado para nada, solo me he quedado mirando a un punto fijo en la nada de la habitación. Me he dejado llevar por todo
El estómago se me revuelve y por un instante siento que estoy a punto de vomitar. Él se da cuenta al instante en que quito los mechones de cabello que molestan para vomitar. Al final, no vomito, solo fue una falsa alarma.