Kenzie
Aplaudo junto al resto de espectadores, no me sobra el dinero como para entregar lo que me gustaría, pero dejo un billete de un dólar arrugado que tengo en el fondo de mi billetera en el sombrero a unos pasos de mí; ya es prácticamente tradición hacer esto y los chicos ya me conocen de hace varios meses, meses en los que he solo he trabajado medio tiempo en la cafetería a cuatro estaciones del metro desde mi apartamento. No es el mejor trabajo del mundo, pero sin una “carrera” es lo mejor que puedo hacer para conseguir dinero.
La gente se dispersa cuando el espectáculo termina y varios dejan algunos billetes en el sombrero, me acerco a los chicos quienes me reciben con un abrazo de lado en forma de saludo; hago cuentas rápidas del interior del gorro y cuento exactamente ciento cincuenta y tres dólares en solo tres horas, lo cual no es nada malo.
—Esto cada vez es un mejor negocio, muchachos.
—Podrías disfrutar de las ganancias si te unieras a nosotros.
—Lo sé, pero ya saben que no es algo que me pueda permitir por el momento, o ningún futuro momento.
—¿Sigues practicando?
—Tanto como puedo, es mitad de año, ninguna academia está aceptando audiciones; esperaré al otro año, tal vez tenga más suerte.
Es una mentira que ya estoy acostumbrada a decir, llevo casi toda mi vida tratando de entrar a alguna escuela de danza, la que sea, pero nada ha dado frutos todavía; posiblemente es mi falta de talento o no estoy hecha para esta clase de mundo.
Me despido de los muchachos siguiendo mi camino a casa, un pequeño estudio que logro pagar con el salario de la cafetería; literalmente hay espacio para mi cama y para mí, y un pequeño escritorio que compré en línea a un buen precio. La cama es de aquellas que tienen una especie de separación, al levantar la base se abre algo parecido a un baúl y es donde guardo mi ropa; ese minúsculo estudio se lleva la mitad de mi salario, la otra mitad la uso para mis cosas básicas y para pagar ciertas horas a la semana en un estudio de baile a dos calles que me permite tener una práctica, el precio no incluye un profesor, solo un salón en donde soy yo, la música y el espejo.
Desde que tengo memoria me gusta la danza, a los ocho años comencé con danza de salón, cuando descubrí que podía bajar canciones desde internet fue una cosa fenomenal; descargué canciones de todo tipo a mi pequeña memoria portátil que heredé de una amiga que le compraron una mejor y me la regaló para no tirarla. Entonces descubrí el rap, hip hop, un poco de jazz y algo de pop; solía salir a la calle con mis audífonos y mi pequeña memoria, podía pasar horas en el callejón inventando mis propias coreografías y era lo que más me gustaba.
Hace algunos años estoy tratando de entrar en una escuela, algo que debí haber hecho desde que descubrí el baile, pero no tenía los medios monetarios para hacerlo y ahora tampoco los tengo; siempre trato de aplicar a las becas y no tengo un excelente currículum porque no he participado en obras muy importantes, en ninguna obra para ser exacta, solo aquellas de la escuela que sucedían dos veces al año, así que no soy una potencial alumna con un desorbitante talento que debe ser explotado.
Solo soy una chica que ama bailar.
Me detengo frente a la luz roja y como cada día volteo a la derecha, en la esquina opuesta se impone en gracia y gloria máxima la mejor academia de la ciudad: The Vault.
Cualquier bailarín que quiera una carrera decente y prometedora debe ser alumno de esa escuela, es lo mejor en danza y de allí se han graduado varios importantes del mundo del baile contemporáneo; ya he aplicado tres veces para una beca completa y he sido rechazada las tres veces, mi última oportunidad es probablemente el próximo año, si no puedo encontrar escuela para entonces, tendré que aplicar a universidades para al menos tener un título y no desperdiciar mi vida.
Mi móvil vibra dentro del bolsillo de mi pantalón, desvío la mirada del edificio al que quiero entrar con ansias y saco mi móvil; no reconozco el número en la pantalla, pero es de la ciudad, no suelo tener números no registrados, así que deslizo el dedo por la pantalla y contesto.
—¿Señorita Nicholas? —una voz femenina me interrumpe antes de que pueda siquiera preguntar quién demonios es y cómo tiene mi número.
—Sí soy yo, ¿quién habla? —avanzo cuando la luz cambia a verde.
—Hablo desde el centro de reclutamiento de la escuela de danza The Vault para informarle que se ha abierto una sesión de audiciones para nuestra academia, me gustaría saber si está interesada.
Sus palabras entran en mi oreja y puedo sentirlas viajando por mi cerebro hasta mis neuronas que apenas están haciendo sinapsis, abro la boca para decir algo, pero la información sigue vagamente siendo procesada.
—¿Es alguna especie de broma? No hay admisiones a mitad de año.
—Lo sé, señorita, pero es una situación excepcional y como contamos con su información y contacto pensamos que podría interesarle la oferta.
—Sí, por supuesto, ¿cuándo sería esto?
—Las audiciones serán hoy a las cuatro, debe presentarse quince minutos con anterioridad para registrarse; le rogamos sea puntual.
—Seguro, puntual… hoy a las cuatro.
—Hoy.
—Allí estaré, gracias.
—Que tenga buen día.
La línea se corta desde el otro lado y me detengo en plena vereda con el móvil todavía pegado a mi oreja, recibo algunos empujones e insultos por quedarme en el medio.
Audiciones.
¡Audiciones a mitad de año!
Veo la hora en mi móvil, las audiciones son a las cuatro y son las tres quince, si debo estar quince minutos antes para registrarme quiere decir que…
—Mierda, treinta minutos.
Contra mi voluntad y la de mi vida económica, hago parar un taxi que me lleve de regreso a casa por mis cosas; entro en el estudio casi derribando la puerta y casi rompiéndome un talón, busco mi bolso de danza y quito la ropa sucia que me negué a sacar ayer después de haber vuelto de mis sesiones conmigo misma. La arrojo en una esquina sin preocuparme demasiado y meto ropa de repuesto porque ya he roto varias mallas por mi actuar acelerado, meto mi memoria por si me dejan usar alguna música personal y meto la carpeta con los papeles que siempre piden en las audiciones de The Vault.
Editado: 01.05.2021