Las sirenas comienzan a llegar, pero nadie se acerca a dónde estoy, no porque no me noten, no, todo lo contrario, incluso las personas que vagan por la calle se detienen al verme, otras, más corteses, desvían la mirada, pero es un hecho que todos me ven.
Supongo que la gente se pregunta, el porque me encuentro sentada a los pies de la iglesia, sí... Tal vez sea eso, y no el por qué mi cabello es un estropajo, o del lodo en toda mi ropa.
Aunque, ahora que lo pienso, tal vez el ramo en mis manos es lo que más llama la atención. Ja, eso debe ser.
El ramo...
Pues bueno, señores y señoras transúentes, como mi desdicha ya es grande, y no pienso aumentarla poniéndome un letrero que explique mi situación, me comunicaré a través de la mente, no tengo telepatía, pero espero que alguno de ustedes la tenga, así no hablaré conmigo misma como una loca, al pensar que alguien me escucha.
La razón de mi sufrir, se la dejo a Erick Marcha, o David Landgrave, llamenlo como quieran, ahora da igual.
Y es que, todo esto no estaría pasando si aquel hombre no hubiera vuelto, ja, pero no volvió así sin más, no -hubiera sido fácil de aquel modo -no, el hombre por el que he suspirado estos últimos nueve años de mi vida volvió comprometido, comprometido con la señorita miss perfección, Ellie Goodall.
Así comienza esta historia, con los Marcha, con los Landgraves, los Goodall, periodistas, una doctora, un adolescente, un secreto, y una boda que los unió a todos.
Ahí entraba yo, entre los decorados del pastel y el vestido de la novia, ahí estaba yo, atrapada como el jamón entre dos panes, lista para recuperar al amor de mi vida.
La gente comienza a verme con sorpresa e indignación.
¡Ja!, ¿no que no me entendían?
Editado: 01.09.2021