Themma

Capítulo 3


DAVID


—Cámaras fuera —ordenó el propio Doctor Helling. Con un brusco gesto con sus manos, tomó una de las grabadoras y la estrelló contra el suelo, impregnando el piso de filosos vidrios. Tras el altercado, me dedicó una sonrisa forzada y se dirigió hacia mí—: Acompáñame, jovencito.

Lo seguí en silencio y nos adentramos en una minúscula salita. Desde allí, tras un par de pasillos, acabamos en un cuarto inmenso e imponente.

—He aquí el trabajo de mi vida —me anunció el hombre con una enorme sonrisa.

—No me siento digno de ser el primer extraño en probarlo.

—No te preocupes. Hazme el favor de rellenar este formulario con letra prolija y de imprenta —me extendió el papel con una sonrisa, deslizándome también un bolígrafo negro.

Completé el papel con rapidez proporcionando todos los datos que se requerían para que la prueba fuera exitosa: grupo sanguíneo, afecciones cardiorespiratorias, intervenciones quirúrgicas previas, alergias a productos químicos, entre otros datos de vital importancia.

El hombre observó el formulario y frunció el entrecejo tras sus gruesos lentes de vidrio. Cruzándose de brazos, dejó entrever su preocupación:

—David, tenemos un problema —cuatro palabras fueron suficientes como para destrozar mis esperanzas.

—Sea lo que sea, espero que no nos impida seguir adelante. Me he gastado dos mesadas completas y no estoy dispuesto a que me regresen mi dinero y ya —mi tono decidido y mi fuerte expresión hizo que el doctor cambiase de idea.

—Está bien, lo haré de todos modos. Será mi primera experiencia con un menor de edad. No creo que se produzacan alteraciones significativas —concluyó.

—Por lo tanto, si no tiene ninguna objeción, comencemos con todo esto de una vez por todas.

El doctor me extendió su tablet con un respingo y me indicó cómo crear el ávatar de mi chica. Comencé a explorar cada detalle y formé una primera imagen: una joven de cabello naranja y rizado, de piel cobriza y curvas significativas.

—Dios mío —me horroricé— parece que extraño más a Sophie de lo que creía.

—¿Cómo dices? —la pregunta del doctor me hizo caer en la cuenta de que, tal vez, había pensado demasiado alto.

—Nada importante —mentí.

Una vez repuesto el color blanco a mis mejillas, decidí realizar un segundo intento, meditando en una mujer ideal y que, a su vez, fuera capaz de provocar esos celos que moría porque Sophie los sintiera. Comencé de abajo hacia arriba, dándole a mi creación pies talla treinta y seis, resistentes para soportar su peso y útiles a la hora de comprarse unos buenos zapatos. Le otorgué también unas piernas delicadas y algo broceadas, una cintura firme y hermosa, un torso pequeño y unos brazos fuertes. Su cara acabó compuesta por cabello negro recogido en un rodete, unos finos labios color carmesí, en contraste con su piel morena y una delicada naricita respingada. Aquélla sí que era una mujer perfecta.

El doctor cargó mis elecciones en el software de su computadora y me invitó a adentrarme en un inmenso cubículo. Al hacerlo, me asusté un poco y llegué incluso a cuestionarme por qué había decidido arriesgar mi integridad y mi mesada por conseguir la novia perfecta.

—Espera un segundo —lo interrumpí, justo antes de que la puerta se cerrara frente a mí-: me gustaría agregarle un detalle a mi... —novia creada por la ciencia— Ya sabes. El punto es: agrégale los ojos azules más hermosos que dispongas.

—Hecho —tanto en el rostro como en la expresión del doctor Helling se revelaba una intensa ansiedad.

La puerta se cerró sola y allí me quedé, solo, rodeado de miedos y esperanza. Recibí una advertencia del doctor cuando abandoné el área en donde debía parame al intentar apartarme de la maraña de cables que se cernían sobre mi cabeza.

—Esto te va a doler... y mucho.

Tras sus palabras tranquilizadoras, una serie de electodos se fijaron por todo mi cuerpo y una intensa corriente eléctrica me habría sacudido si no fuera porque antes el doctor había tenido la precaución de amarrarme de brazos y piernas a su invento para así evitar fallas en el proceso.

Sentía, con intenso dolor, la corriente eléctrica que empapaba todos y cada uno de mis miembros. Tras cinco minutos de sufrimiento, la electricidad dejó de amenazar con acabar con mi vida y pude observar, antes de caer de bruces sobre el suelo, un holograma en donde podía verse mi persona girando trescientos sesenta grados sin detenerse. Después, todo fue dolor y oscuridad...


 

THEMMA
 

—Despierta —la suave voz del doctor sacudió mis oídos y esas fueron las primeras palabras que oí en mi vida.
 


 

Bostecé antes de abrir los ojos. Por fortuna, lo hice justo antes de tropezar con un ser extraño que yacía en el piso. Con que aquello era un humano. No se veía tan mal después de todo, mas creo que no fue lo suficientemente fuerte como para no desvanecerse en el proceso.
 


 

Bajé la mirada y observé el cuerpo en el que me encontraba. En mi pantalla, podía leer el nombre de cada una de las partes de mi nuevo cuerpo: RODILLA, PIE, CADERA, PANTORRILLA. Aquello era, sin dudas, algo extraordinario.
 


 

¿DESEA ACTIVAR ESPEJO PARA UNA VISIÓN ÓPTIMA? 
 


 

Acepté. A través del reflejo pude observar a una joven de dieciocho años, demasiado hermosa para ser real. Mis ojos turquesa parecían irreales. Era perfecta.
 


 

ALTOS NIVELES DE EGO. AUMENTO DE RITMO CARDÍACO. SE RECOMIENDA DISCRECIÓN.
 


 

Parpadeé para ocultar la notificación de mi vista justo cuando el joven se repuso del shock eléctrico. En mi pantalla se podía leer:
 


 

NOMBRE: DAVID CECIL
EDAD: 16
GRUPO SANGUÍNEO: AB+
ALERGIAS: POLEN DE FLORES
 



#8558 en Thriller
#2989 en Ciencia ficción

En el texto hay: 150 capitulos

Editado: 10.08.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.