Themma

Capítulo 4

DAVID
 


Al despertar, me encontré con una mujer hermosa. Aún me crujían todos y cada uno de los huesos de mi cuerpo, pero me esforcé por dedicarle una sonrisa. Ella no se percató y continuó observándome de la cabeza a los pies, haciéndome sonrojar.

La saludé y me incliné para abrazarla, mas ella acabó sujetando mis brazos y jalando de ellos. Al parecer, el concepto de novia enamorada de mí no estaba incluido en los resultados. Expresé mi queja con desazón al doctor, mas él me advirtió, en tono sereno, que a eso lo solucionaría en unos instantes. Tomó por lo tanto, dos cables pelados y los conectó uno a cada lado del cerebro de Clarissa. Tras un par de chispazos y una intensa humareda, el panorama cambió por completo.

—Hola —su voz sonaba como la de una persona embobada por el amor y su semblante reflejaba a la perfección que dicha criatura se hallaba enamorada perdidamente de mí.

Me despedí del doctor, no sin antes felicitarlo por su increíble invento y agregando de que se trataba de un verdadero honor para mí el hecho de ser elegido como el primer sujeto de prueba para Dobles S.A.

—Les espera un largo camino que recorrer juntos a partir de ahora. Espero de corazón que sean felices.

Abandonamos la sala tomados de la mano y nos adentramos en una inmensa cueva de periodistas que ostestaban sus cámaras y nos cegaban con sus flashes. Lo pensé dos veces antes de negarme a hablar con la prensa; después de todo, nunca antes había estado en televisión y moría de ganas por convertirme en una celebridad, a quien todas las mujeres amen. Observé a lo lejos la silueta de Emma escurriéndose por entre el gentío e imaginé la cara que haría Sophie al ver a su exnovio en todos los medios de comunicación.

—Soy Matteo Marshall, del Canal Nacional —el hombre extendió su micrófono junto a mi rostro antes de realizar su pregunta—. ¿Cuál es el nombre de tu... —titubeó— chica?

—Clarissa —contesté.

—¡Qué nombre tan anticuado! —al escuchar sus palabras me vi obligado a voltearme, simulando no haberlas oído y atendiendo al próximo reportero.

—Aquí Andy Ferreira desde la Universidad de Ciencias —introdujo— y me encuentro aquí con el joven David, quien acaba de ser el primer cliente de Dobles S.A. Cuéntanos tu experiencia con la compañía...

—Me resultó muy gratificante todo el proceso el cual, pese a ser ruidoso y algo complejo, acabó arrojando los resultados esperados. Estoy muy agradecido con el trabajo del Doctor Helling- tomé una pausa y me encaminé hacia la salida—. Si quieren contactarme, no duden en llamarme por teléfono para concretar una cita. Eso es todo, caballeros.

Entrelacé mis dedos con los de ella y caminamos hasta el zaguán, en donde nos recibió un taxista, el cual nos felicitó por todo el revuelo mediático que habíamos causado con el experimento. Sin dudas, aquel hombre pensaba que la clonación era la tecnología del futuro que nos mejoraría el presente al olvidar el pasado. Sin dudas, aquel señor era de los míos.


 

THEMMA
 

El anciano que nos atendió en el taxi me resultó simpático. Ya había comenzado a acostumbrarme al hecho de averiguar si cada persona con la que me cruzaba tenía o no antecedentes criminales. Por fortuna, el humilde señor no era de esa calumnia.
 


 

—¿Hacia dónde se dirigen? —nos interrogó.
 


 

—Main Avenue 635 —dijimos ambos al unísono.
 


 

El hecho de que yo conociera la dirección de su casa hizo que David se estremeciera, mas no sería conveniente aclararle que había recaudado más de treinta gigabytes de información suya en mi cerebro. Decidí, entonces, permanecer en silencio el resto del viaje. Pronto llegaríamos a destino y conocería por fin a sus padres.
 


 

Una insoportable canción sonaba en el automóvil, agregándole también los coros del mismo taxista, el cual nunca debería de cambiar de rubro para dedicarse a la música. Me pasé todo el viaje carcomiéndome las uñas al pensar en el encuentro con los padres de mi novio, temiendo no ser lo suficientemente buena para su hijo. Se lo comenté a David, preocupada, mas sus palabras me tranquilizaron:
 


 

—Eres demasiado perfecta para mí. Si ellos no te aceptan como eres, tampoco me estarían aceptando a mí. 
 


 

El coche frenó en frente a una pintoresca casita color crema, de dos pisos de alto y unos delicados retoques de madera. Al tocar el timbre, el ladrido de un perro me sobresaltó. David tintineó los dedos y tocó la puerta con los nudillos. 
 


 

—¿Quién es? —preguntó una voz desde afuera.
 


 

—Soy yo —se limitó a decir él.
 


 

La puerta se abrió, revelando a una mujer de unos cincuenta años de edad vestida con un delantal celeste, a juego con un delicado pañuelo que rodeaba su muñeca. El cabello recogido con una aguja de tejer contrastaba con sus pómulos maquillados con precisión para resaltar el gris de su mirada. 
 


 

NOMBRE: ESTHER OLAVARRÍA
NACIONALIDAD: COLOMBIANA
EDAD: 48 AÑOS
 


 

Parpadeé para ocultar la información y agendé en un recordatorio que debía consultarle al doctor acerca de mi computadora cerebral y cómo bloquear información innecesaria. La mujer me examinó de pies a cabeza, sorprendida al verme vistiendo un mono azul que hacía juego con mis ojos.
 


 

—Mi nombre es Esther, es un gusto conocerte. Mi hijo ha gastado una generosa cantidad de dinero en construirte —alegó al dineral que le había costado el hecho de crearme, sin dejar de resaltarme mi condición inhumana.
 


 

Tampoco podría considerarme a mí misma como un clon, dado a que no lo era; ni mucho menos una cygborg, dada la ausencia de piezas metálicas. Sin dudas, mi misma existencia es un misterio. No sabemos quien somos hasta que crecemos; luego, cuando lo averiguamos, disconformes, nos convertimos en la contraposición de lo que fuimos, para sanar nuestras más alocadas fantasías. Y eso era a lo que, precisamente, le temía.
 



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En el texto hay: 150 capitulos

Editado: 10.08.2020

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