Themma

Capítulo 12


 

DAVID
 

Tras cenar una deliciosa milanesa frita a la napolitana con ensalada rusa, uno de los más espectaculares platillos que los latinos han sabido crear, aún no me entraba el sueño. Tanto mi madre como Clarissa se habían dirigido cada una a su respectiva habitación, dejándome solo en mi noctambulismo. Bueno, a decir verdad, Clary dio muestras de un cansancio fingido que no me hizo dudar en absoluto de que todo era para continuar con sus planes en secreto.
 


 

Prendí el televisor y comencé a pasar los canales, evitando programas de chimentos y series mexicanas mal actuadas. Sin previo aviso, sentí unas pisadas y me encontré a Clary vistiendo una camiseta gris con la frase I♡ LA en el frente. Traía en sus manos dos enormes paquetes de harina, un sobre de cacao, una masa para glaseado y dos bolsas llenas de confites que habían llegado esta tarde a casa. El repartidor, con su habitual uniforme amarillo, había descargado los productos que Clary había encargado a las once de la noche, preguntando por la loca a la que se le ocurría pedir semejantes ingredientes a altas horas de la noche.
 


 


 


 

—Aquí está esa loca de la que hablas —le había dicho Clary, firmando con avidez todos los papeles y entregando el dinero exacto, procurando espantar al repartidor lo más rápido posible de su vista.
 


 

—¿Y ahora qué pretendes hacer? —le pregunté a Clary mientras ella preparaba todos sus ingredientes y los colocaba frente a la mesada de forma tal de poder ver la televisión desde allí.
 


 

—Recaudo fondos para nuestra campaña. Según mis cálculos, seremos unos doscientos allí y tendré que conseguir más gorras para un futuro —me respondió, mientras vertía un paquete de azúcar sobre un bowl, siguiendo a la perfección la receta on-line que se dibujaba en su cerebro.
 


 

Encontré un canal de noticias y allí me detuve. El enorme cartel amarillo con la palabra «URGENTE» me hizo detenerme allí. Clary se dispuso de forma tal de poder ver y escuchar a la perfección.
 


 

En la escena, un enviado especial cubría una operación policial mediante el cual rescataban el cadáver de una joven clon, Elissa Birkham, de la casa del hombre que dispuso de ella a su antojo hasta matarla.
 


 

—A la una y cincuenta y tres de la madrugada de hoy —comenzó el periodista—, las Fuerzas Especiales hallaron el cuerpo de la joven de quince años que había desaparecido hacía días junto a su secuestrador y creador, Tumako Oko, gracias a la pista de su hermanastra Brenda, quien asegura haber seguido el chip de identidad de Elissa y burlado Tumako al hackear su computadora personal y conseguir hallar su ubicación exacta.
 


 

»Tal como lo reflejan las magulladuras en el cuerpo de la víctima, la joven Elissa fue una de las tantas mujeres que caen en la trata de personas. El propio Tumako reveló que encargó al Doctor Helling con dicho propósito desde el momento uno y que había logrado recaudar buen dinero con ella. 
 


 

»La víctima sufrió durante cuarenta y ocho horas hasta que su captor se decidió por acabar con su vida de forma abrupta, mientras subía la grabación del momento a la web. El caso quedará en manos de la Corte Suprema de Justicia la que determinará los cargos que se le imputarán...
 


 

—¿Qué piensas de esto? —le pregunté a Clary, preocupado—. Es una pena que no ha pasado ni una semana desde que el Doctor dio a conocer su experimento y encontramos el primer asesinato.
 


 

—Y si yo no detengo a ese maldito presidente, ese será el primero de muchos —se limitó a responder, antes de encender la batidora para comenzar a cocinar.
 


 

THEMMA
 


 

Por primera vez en la semana no despotriqué contra mi despertador mental. Recién eran las cinco de la mañana y nos congregaríamos a las nueve. Con mis escasas cuatro horas de sueño, mi sistema se había puesto en modo ahorro de energía para conseguir un alto rendimiento en la revuelta.
 


 

Me preparé un café y comprobé que mis dos bizcochuelos ya habían enfriado y clavé un palillo en cada porción junto a la frase: «No te pertenezco». Me vestí con un mono color rojo, al cual le había escrito con marcador «Soy importante» y me calcé mi gorra. 
 


 

Decidí renovar la convocatoria para recordarles a mis trescientos seguidores el día y la hora del encuentro. Por su parte, SúperAtomicumMC también palpitaba la marcha con ansias y se comprometió a comprar cien gorras más para antes de las nueve. Concretamos en reunirnos junto a la estatua de George Washington a las nueve y desde allí partiríamos por las calles principales, blandiendo banderas y gritando hasta quedar afónicos.
 


 

Llamé un taxi y le dejé una nota a David, aclarándole que no llevaba mi teléfono conmigo para evitar perderlo entre la multitud. Plegué una mesa ratona junto a su respectiva banqueta y esperé en el zaguán a que el chofer se asomara en algún momento. Embolsé los pasteles y los coloqué sobre la mesa, mientras aguardaba cruzada de piernas.
 


 

El conductor llegó a los cinco minutos y me ayudó a cargar todo dentro del auto. Demostró un creciente interés acerca de mi proyecto y me dirigió lo antes posible hacia destino. Al bajarme, me extendió una tarjeta con su número de teléfono.
 


 

—Siento no poder estar aquí para ayudarte con esto —se lamentó él al llegar—. En verdad, estoy cubriendo a mi jefe, quien debería estar haciendo todo el trabajo. Me creó ayer por la tarde y hoy ya me puso al volante y, como somos idénticos, su jefe no nos diferencia y así él puede dormir hasta tarde para relevarme después —confesó, con una sonrisa.
 



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En el texto hay: 150 capitulos

Editado: 10.08.2020

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