Capítulo 6.5: l4 hum¡llaciØn;

Salieron de casa sin cruzar palabra.

Thomas iba al frente, tomando de la mano a Francis.

Su postura es firme, los pasos medidos, casi mecánicos. Como si no caminara hacia una simple discurso, sino hacia una sala de juicio.

Francis lo seguía a unos pasos, sintiendo el calor del sol filtrarse por las calles perfectas de la zona.

Pero no sentía calor, ni frío, ni aire.

Ambos fueron hacia la zona central en donde se llevaba a cabo el evento, cada uno de los vecinos se encontraba allí, reunidos en los alrededores, Tom detalló que las casas tenían en sus puertas banderillas pegadas.

Los altavoces ya estaban encendidos cuando llegaron, se reproduce sonido de marchas lentas, grandilocuentes, acompañadas por aplausos dispersos. Había vecinos de pie en semicírculo frente a las mesas con comida y alrededor habían niños corriendo con tiras tricolores en sus brazos.

Todo parece ser un evento político común y corriente.

—Sigo pensando que algo anda mal acá, cariño. ¿Porque no nos devolvemos? —dijo entre dientes.

—Ya habíamos accedido a venir, ya no podemos echarnos para atrás. ¿Recuerdas? —replicó ella.

Tragando su molestia, la pareja caminó en dirección a la tarima, parece que llegaron a tiempo.

Todos los vecinos de repente, se fueron también al lugar, y empezaron a formarse uno detrás de otro, en una perfecta fila india, y tomando cierta distancia entre ellos mismos.

—¿Que es esto? —Tom arrugó la cara, observando como actúan sus vecinos. — ¿Porque hacen fila si estamos en un simple evento?

Agarro la mano de Francis, para mantenerla cerca, en caso de algún incoveniente.

Franklin ya estaba allí, sin inmutarse a nada.

El alcalde dio un paso adelante, y el micrófono comenzó a amplificar su voz como si hablara desde el cielo mismo. Durante un rato, solo observó a la multitud, inexpresivo, detallando a cada uno de ellos, nuestra pareja se sintió bastante incomoda en esos momentos, y compartieron una mirada mutua.

Luego miró en dirección a nuestro dúo, y no pudo evitar esbozar una sonrisa.

Pero Tom se dió cuenta que no solo estaba el alcalde, a los lados y a la distancia de las personas, habían más de la guardia del evento, todos con trajes de negro y con el logo de la República, tal cual los hombres que fueron a buscarlos. Todos observaban de una forma fría a cada uno de los vecinos, buscando o tratando de ver algo que no está bien.

Francis devolvió su vista al sitio donde está Franklin, y notó que a los costados de la tarima. Están los mismos chicos que la fueron a buscar, observándola.

—Damas, caballeros y niños. —habló al fin.— Muy buenas tardes a todos, espero que durante estos dos dias, el evento en conmemoración al general les hayan parecido magníficos, ya que es lo menos que cada uno de ustedes merece. —toma una pausa.— ¡Un aplauso para todos ustedes!

Todos y cada uno de los vecinos comenzó a aplaudir enérgicamente, todos están muy contentos. Todos, excepto nuestra pareja, quienes solo se limitan a observar en silencio, mientras se sujetan de la mano.

—Ya saben que este evento, no es solo una conmemoración, es un homenaje al hombre que nos dió todo, ¡Al visionario! ¡A quien no se acobardó ante sus enemigos! ¡AL EX PRESIDENTE Y GENERAL MARCOS PÉREZ JIMÉNEZ! —Todos aplauden eufóricos.— incluido el valor y lo primero que nos dió nuestro libertador, Simón Bolívar. ¡NUESTRA TOTAL INDEPENDENCIA! —Tomó una pausa, mirando a los vecinos.

El dúo por el momento, solo se mantuvieron cerca uno de otro, limitándose a oír de lo que estaba hablando.

—¡Y también es quien nos hizo UNA de las potencias más importante en TODA AMÉRICA! Y eso es un hecho que... ¡NADIE PUEDE NEGAR!

Todos alrededor comenzaron a aplaudir de nuevo, celebrando cada una de sus palabras.

—Gracias a él, todo el país, pudo elegir mirar al futuro, y no al pasado. Como ocurrió con esa gente del norte, que si. Fue una aberración lo que les ocurrió. —toma una pausa.— ¡FUERON BOMBARDEADOS POR ESA BASURA NAZI! —respiró hondo, y relajó su tono.— lo cual, es una de las mayores tragedias del siglo pasado. Y que se recordará siempre...

Francis mira a sus alrededores, y se da cuenta de que la seguridad, la vigilan atentamente a ella. Siente el peso de su mirada, incluso sin hacer o decir algo.

—¿Estos estúpidos que tanto nos miran? —les devolvió la mirada a cada uno de ellos, haciendo que la aparten por el momento.

—Pero eso, no justifica la clase de basura que se volvieron, ¿No lo creen? —hizo silencio y dirigió su mirada a los vecinos, esperando su respuesta.

— ¡NO! ¡NO! ¡NO! —cada uno de los presentes gritó al unísono, junto a algunas palabras más en señal de desaprobación.

—¡Exacto! Esa gran nación, como le decían. —hace unas comillas con sus dedos.— Los Estados Unidos de América, esa gente que escupió al cielo y su propia saliva les cayó en la cara. Ahora son una nación fallida, llena de intolerantes y racistas. —eleva su tono.— ¡QUE NINGUNO AVANZÓ! —toma un momento, y se ríe entre dientes.

Ambos hicieron silencio, a pesar de la respuesta positiva hacia las afirmaciones de Franklin.

—¿Y como se hacen llamar ahora? ¿Eh? ¿"La Unión Cristiana Americana"? —hace una expresión de dolor fingido.— Que nombrecito, ¿No? Y ahora que lo pienso ese nombre les va como anillo al dedo, ya que cuando una nación cae... Solo les queda rezar para salir del zaperoco en donde quedaron.

El público comienza a reír.

—Toda esa gente que murió, no sirvió de nada, ya que cada uno de ellos se volvieron unos monstruos intolerantes, ya que al fin y al cabo. Las bombas no los volvieron así, solo les quitaron sus cadenas y le dieron la oportunidad de mostrarse. —eleva su voz mientras la mesa la toca de forma violenta con su dedo.— ¡TAL CUAL COMO SIEMPRE HAN SIDO!

Thomas comenzó a sentir un pitido en su oído, y por un momento no escuchaba nada a su alrededor, y esa corazonada de que algo malo ocurriría, se acabó potenciando para el.