Those Preferences

El Cuarto Sumando

Cada día con la familia Thompson es un regalo de la vida. Todos los días con ellos son divertidos y llenos de cariño y amor entre cada uno de nosotros; aquí cada uno rebota el amor que le es recibido para que se expanda con cada día que pase en esta bella casa.

Desde aquel suceso de desconfianza que experimenté en ese momento en el que me encerraron en esa habitación oscura y fría tanto de forma física como psicológica, no ha habido ningún otro caso parecido que me haga alejarme de mi familia de nuevo y, sinceramente, en el momento en el que me dijeron por qué habían realizado esa atrocidad, su razón me hizo sentirme bastante especial y único entre los demás perros, pues ellos optaron por apostar mi lealtad sirviendo como solución para el mundo que, según ellos, está terrible y nadie parece verlo.

A pesar de lo contento que he estado junto a estas dos increíbles personas, hay algo que me inquieta bastante... Desde hace nueve meses, algo ha estado cambiando en el organismo de mi madre... Cada día, la piel donde creo resguarda a su estómago se hace cada vez más grande y una media esfera se hace más presente... No sé lo que pueda significar, aunque hay posibilidad de que tenga consecuencias negativas, pues en ciertos momentos se retuerce sobre ella misma, gritando en desesperación. Realmente me preocupa.

En estos precisos momentos, me encuentro descansando sobre el sofá de la sala ubicada en la planta baja de la casa. Lo único que estoy haciendo es viendo a la nada, pensando en un millón de cosas al mismo tiempo, sin ni siquiera identificar de qué tratan esos temas que recorren mi mente.

Veo a mi madre avecinándose a la sala, con intenciones de sentarse a mi lado y finalmente lo logra con cansancio. Ella comienza a acariciar mi cabeza de forma lenta y suave, mostrando nuevamente el cariño que me tiene y que hago recíproco.

Comencé a disfrutar esas caricias, cuando mi madre tomó su ya gran panza con una mano, mientras gemía de dolor y desesperación; puede que esto ya haya sucedido varias veces, sin embargo, esta vez sus gritos parecían transmitir más agonía, por lo que posiblemente signifique que está experimentando más dolor que en otras ocasiones.

Mi padre llegó corriendo a ella para auxiliarla, aunque no tenía un rostro de preocupación como esperaba, sino que parece tener una sonrisa y, aún con este rostro, le dijo a mi madre: "Cariño... creo que ya va a venir..."; como respuesta, ella le devolvió la sonrisa, la cual no permaneció por mucho, pues los dolores continuaban para ella.

Él la tomó a ella en sus brazos, la llevó a la puerta principal, la abrió con los dedos que aún no estaban ocupados y se dirigió al auto. Yo los seguí, aunque cuando me encontré junto a la puerta trasera, mi padre me miró, diciendo sin palabras: "No podrás ir"; sin embargo, me quedé allí, esperando que me dejara acompañarlos. Finalmente, él me abrió la puerta, indicando que voy a poder estar con ellos a donde sea que se dirijan.

En el camino, mi padre manejaba a una velocidad sin igual, parecía completamente desesperado por llegar a ese lugar al que tanto quiere llegar para, posiblemente, lidiar con el dolor que mi madre está experimentando.

Tras poco tiempo, logramos llegar a donde mi padre tanto deseaba llegar con velocidad. Arribamos a un gran edificio color blanco con el título de metros de altura: "HOSPITAL". En el momento en el que atravesamos la entrada, un conjunto de enfermeros colocaron con delicadeza a mi madre en una camilla y corrieron a una habitación a la que a mi padre y a mí no nos dejaron atravesar.

*********

Pasaron algunos minutos, esperando sentados a que mi madre saliera sana y salva, sin volver a tener dolores, pues espero que el objetivo de encontrarnos aquí haya sido eliminar su enfermedad.

Fue entonces cuando una de las enfermeras se acercó y nos pidió acompañar a mi madre. Ella comenzó a caminar a través del pasillo y nosotros la seguimos. Finalmente, entró a la habitación más profunda del pasillo. Dentro, pude ver a mi madre con una gran sonrisa y acostada sobre una camilla, con una ropa color azul cielo y sin alguna tela que cubra sus piernas; alrededor de ella, se podían observar varios enfermeros, incluyendo al médico a cargo del caso.

Me encontraba observando todo con cuidado, cuando al observar lo que mi madre cargaba entre sus brazos, pues fue algo que realmente me impresionó... Era una especie de humano en miniatura, algo que nunca había presenciado. Mi madre observaba a la pequeña criatura con felicidad, aunque por un segundo, mientras aún seguía observándolo, la sonrisa se desvaneció. La emoción se transformó inesperadamente en una ansiedad incontrolable. Ella otorgó al humano pequeño a un enfermero y comenzó a declarar con seriedad: "No lo quiero."

Todos tenían en su rostro un gesto de confusión; "Es tu hijo... ¿seguro no lo quieres?, ¡tú lo engendraste!", varios decían, tratando que entrara en razón y, entre más lo hacían, la presión de mi madre aumentaba, gritando con cada vez más fuerza: "¡NO LO QUIERO!".

La tensión en la habitación llegó a tal nivel, que mi padre tuvo sacar a todos de dicha habitación para hablar con ella...

—Cariño... ¿Qué sucede? —Mi padre preguntó, tratando de averiguar el porqué del drama que causó por esa criatura que por lo visto, es su hijo, ¿mi hermano?

—Yo no lo quiero...

—¿Por qué?

—Yo... no quiero darle amor... no quiero darle compasión... si finalmente me lo van a quitar por este mundo asqueroso... no tiene sentido toda esta mierda...

—Creo que entiendo... y tienes razón... pero tenemos que hacerlo, para que lo que hemos planeado logre salir adelante...

—... De acuerdo... —Mi padre sonrió, sabiendo lo duro que tuvo que ser para ella aceptar finalmente.

—¿Cómo te gustaría llamarlo?

—Creo que lo mejor será nombrarlo... T1... Muchos ponen nombres como este, pues saben que, al final del camino, todo el esfuerzo será en vano.



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En el texto hay: sacrificio, mundo distinto, perro

Editado: 12.05.2020

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