Those Preferences

Fedfu

La puerta frente a mí está por completo abierta. Yo sólo observo lo que dentro de la habitación se halla desde el pasillo con suelo de mármol sin realizar ningún movimiento. A lo único a lo que le presto atención es al pequeño niño que hace dos años fue anexado a la familia. Ese regordete infante con la piel clara y pelo castaño claro, sin llegar a ser rubio, pero tampoco café. Los dos o tres dientes que en su boca trae hacen que se vea como una inocente y vulnerable criatura, quien no sabe lo que le espera en su futura extrema vida.

Sus ojos no parecen fijarse a un punto específico, giran a todas direcciones cada cuatro o cinco segundos, aprendiendo con cada perspectiva que utiliza. Lo ingenuo se le nota, aunque ni si quiera lo conozcas, eso es lo que muchos aman de los niños, aunque no para mí.

La inocencia es algo que muchos adoran, sin embargo, me hace vomitar. Ver que alguien no puede entender simples sucesos o datos que se les presentan me hace enojar. Sé que soy un perro y debería ser igual, de poco razonamiento, pero ya desde hace tiempo llevo pensando que no es mi caso... Todos los canes que alguna vez he visto no han sido nada agradables, pues aquel enojo nacido de la poca inteligencia de otros ha vuelto con cada animal que pasa frente a mis ojos... ¿Qué se supone que me sucede?

Aunque, en un giro argumental, eso es por lo que me encuentro aquí, ahora, observando desde una zona segura a esa... cosa.

Él es parte de la familia y, desde que llegó aquí, mi egoísmo me ha impedido acercarme, pues a los pocos días de su llegada, comencé a ver esa inocencia de la que ya mencioné... La incomodidad se hacía presente con cada movimiento que él realizaba, tan poco prudentes que me daban asco.

Pero, como dije anteriormente, es de la familia. Tarde o temprano debo conocerlo...

No me decido a hacerlo... ¡Es tan estúpido! Yo... No sé si sea buena idea esto...

Sus ojos... Ahora ya no están viendo a un punto ciego... Me está viendo a mí y comienza a sonreír, destacando su poca cantidad de dientes... Creo que ya no hay vuelta atrás.

T1 me saluda torpemente desde ahí adentro... Supongo que ya debería acercarme a verlo...

Camino poniendo un pie frente al otro con lentitud... No quiero hacerlo, pero sumamente necesario para que no esté sufriendo. Por ahora sólo pienso que terminará rápido, es bastante terapéutico a pesar de que todo el mundo lo diga.

Finalmente, me paro frente a la pequeña silla para bebés en la que está sentado. Lo empiezo a oler en todos los rincones de su cuerpo y, con cada inhalación, guardo toda descripción que identifique perfectamente su olor: el suyo es sutil, pero bastante revelador. En varias zonas tiene impregnado un olor a talco y en otras varias a un gel especial para el cuidado de infantes de la edad de T1 o menos. Así es cómo podré saber si se trata de él o de alguien muy parecido.

Una vez con los datos exactos sobre su olor, detengo el olfateo y lo único que hago es verlo con mis ojos de pocos colores. Fue en ese momento cuando él movió su mano lentamente para acariciarme con delicadeza. En un primer momento, ese en el que su mano rosó el primer pelo, mi reflejo fue retirar la cabeza con rapidez, sin embargo, decidí volver a ponerla en la misma posición para que continúe su caricia.

Él comenzó sólo tocando y alejando la mano levemente, pero al tomar confianza, introdujo un movimiento circular con poco diámetro que resultaba satisfactorio para mí... Es tan halagador que alguien frote con compasión tu pelo que es digno de agradecer. Creo que este niño no es tan rebelde como creía... Parece ser bastante empático; al menos hasta ahora.

Fue entonces cuando, en un acto sin precedentes, el niño con ligero cabello dorado me abrazó con, al parecer, todo su corazón, pues reflejó esto con gran firmeza en su abrazo.

Pude ver su cara de felicidad mientras me mantenía en sus brazos y, mientras éste aún estaba vigente, "Fedfu" salió de su boca. ¡Él intentó decir mi nombre!, aunque no del todo bien ja, ja. Solté una risa en mi interior; por un lado, reflejaba mi risa de que lo haya dicho erróneamente, en cambio, el otro reflejo se trataba de una pequeña risa tierna, pues parece quererme tanto que dijo mi nombre... Es tan... desagradecido de mi parte.

Todos estos dos años me alejé de este niño y, cuando por fin me inclinó por la opción de ir a verlo, me percato de que todo este nombre me estaba viendo desde lejos y, con sólo eso, un amor por mí creció a tal punto, que hasta mi nombre se ha aprendido... Creo que estoy arrepentido.

[...]

De verdad estoy arrepentido.

Con este sentimiento en mente, me decido por devolverle el favor... Sin que se lo espere, me abalanzo sobre él y le lamo la pequeña y cachetona cara una infinidad de veces. Él sólo ríe en silencio y repite "basta" una y otra vez en tono divertido. Comienzo por creer que pasaremos muchos momentos divertidos juntos... Esto pude hacerlo desde el día en el que llegó... Estoy bien imbécil.
 
Por varios minutos, lo único que hacemos es corretearnos por la habitación, lanzando cosas y tirando otras. La diversión no podría expandirse más ahora mismo... Ese niño ya se ganó un lugar en mi corazón en tan poco tiempo.

Tras correr uno tras otro, romper lo que había en la habitación y hacer todo tipo de actividades; decidimos que bajar al jardín sería una maravillosa idea.

Bajamos las escaleras poco a poco, teniendo un miedo sin explicación acerca de lo que nuestro padre nos dirá. Una vez en la planta baja, vemos a mi padre en la cocina, limpiando y escombrando el desorden que hicieron durante la comida de la tarde joven.

Ya íbamos a abrir la puerta corrediza de cristal que lleva al jardín, cuando nuestro padre nos notó saliendo de la casa. Él nos preguntó sobre adónde íbamos y mi hermano preguntó cómo pudo, pues su lenguaje aún no estaba del todo desarrollado.



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En el texto hay: sacrificio, mundo distinto, perro

Editado: 12.05.2020

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