Tierra de entes

Siete dioses

Cuando se intentó explicar la creación del la Tierra de entes, se contó una verdad a medias.

Siete dioses crearon un mundo fantástico, donde los buenos entes podían vivir en paz, alejados de las leyes de la Tierra. El mundo que crearon era hermoso y variado. No obstante, los dioses se preocuparon, tanta diversidad podría arrastrar caos. Forjaron dos reinos: el reino sombra, para quienes se identificaran y buscaran la oscuridad. Y el reino sol: para quienes amaran y buscaran la calidez de la luz. Aquellos reinos eran los principales, el balance del mundo. Satisfechos, los dioses dejaron su creación, para otorgar el libre albedrío. Fueron a la Tierra, donde crearon un portal a su mundo. El portal era similar a un pozo.
Una vez en la Tierra, ellos, por algún motivo desconocido, tomaron formar de árboles, sus raíces unidas llegaron hasta el portal, el pozo. Vigilaban el mundo que crearon. El incontable tiempo pasó, y una guerra se desató, una tras otras. Los dioses sufrieron, sin poder hacer nada, ellos, por algún motivo que no se esclareció, no podían interferir. Entonces, su ayuda idónea apareció. Brujos curiosos, viajeros entre espacios y tiempos. Adentrándose al mundo dividido por reinos, apoyaron con su sabiduría, para frenar las guerras. Los humanos no tardaron en aparecer junto con los brujos. Los humanos, tanto como los brujos, eran buenos haciendo tratados de paz y controlando los entes caóticos. No obstante, en una confusión no explicada, un ente del reino sombra bebió sangre humana, aquel ente desarrolló una dependencia hacia la sangre y perdió el control de sí mismo. Hacían lo que fuera ordenado por el humano, con tal de tener una gota de sangre. Un humano corrompido hizo mal uso de aquella información, ofreció su sangre a los entes de la oscuridad, los dominó, controló y gobernó hasta el día de su muerte. Para evitar más casos así, se creó una ley: todo brujo y humano debía ser sacrificado, puesto que su sangre era una maldición y arma. Y así fue, aquella ley debía llevarse al pie de la letra por todo ente.
Los humanos y brujos desaparecieron, uno a uno con el tiempo, hasta los que se ocultaban fueron encontrados y aniquilados; solo quedaron registros de ellos en papiros viejos. El tiempo pasó, las guerras pararon, y todo parecía ser paz. Hasta que apareció de nuevo un humano y una princesa se enamoró de él. 

 




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