Tierra de entes

Tierra de un brujo/ parte dos

Catalina poseía mucha curiosidad por el joven, fue guiada a unas escaleras, igual a las que antes había subido y bajado. Cuando el brujo las subió, una aldea apareció de un momento a otro. Nobe explicó que hechizó el lugar para que no llegaran desconocidos. Muchas cabañas modestas aparecieron a la vista de Catalina, al igual que los habitantes. Entes alargados, esbeltos y con figura humanoide totalmente blanca. Vestían túnicas, batas y ropas sencillas. El brujo contó que esos entes se llamaban raíz. Eran similares a los humanos, pero ellos nacían de la tierra, y cuando eran bebés, solo tenían forma de plantas, más crecida la raíz, la planta se marchitaba y un esbelto niño alargado salía de la tierra para ser un ente raíz.
Maravillada, Catalina miró a los habitantes, a pesar de tener un aspecto extraño, vivían muy similar a los humanos. Algunos regresaban del lago cercano con una canasta llena de peces. Otros, cultivaban la tierra. También, estaban los entes raíz que se dedicaban a hacer telas con hilos de gusanos de seda, y algunas fibras de plantas.
Catalina caminó guiada por Nobe, contempló las cabañas cálidas, de algunas salía el humo por la chimenea. A la lejanía, un quiosco mantenía unidos algunos habitantes, llevaban consigo arpas, trombones y violines. Practicaban felizmente, para en la noche alegrar a todos con sus melodías.

Nobe caminó más allá del centro de Aldea, algunos habitantes raíz le saludaron con una voz cálida y miraron con curiosidad a Catalina. El pelirrojo entró a la cabaña donde viva, la que estaba rodeada por un cultivo de plantas medicinales, otras yacían cortadas, colgaban de la fachada para secarse con el sol. Catalina entró en la cabaña, era acogedora, la chimenea estaba prendida y calentaba el interior. Nobe invitó a Catalina a sentarse en el sillón rústico que yacía cerca de la chimenea, mientras él cambiaba sus ropas.
Nobe pasó entre una alargada cortina, y entró a su habitación. Tardó en salir, cuando lo hizo, portaba una máscara con apariencia de rostro de un zorro, ropas negras y un abrigo bastante voluptuoso de plumas rojas.

—Extraño... —murmuró Catalina cuando miró al brujo.

—No lo es, los brujos debemos ocultar nuestra humanidad, es una tradición. Solo que de vez en cuando me apetece ser un vagabundo en el bosque. ¿Segura qué eres una bruja? ¿Cuál es tu animal guía?

—Mi animal guía es Nokto —soltó una risa Catalina.

—¡Oye! —La puerta de la cabaña se abrió de un momento a otro, Nokto estaba del otro lado.
No llevaba sus lentes y miraba todo borroso, Catalina solo fue una silueta contenedora de rayos para la vista de Nokto, y el brujo un contenedor de llamas.

—¿Cómo es posible que llegaras hasta aquí? —preguntó asombrado Nobe.

—Fue fácil... —Nokto clavó fijamente su mirada en Catalina, se acercó a ella y le pidió los lentes: fueron entregados rápidamente.

—¿Ya te sientes mejor?, creí que te tomaría todo el día y hasta la mañana, interesante.

—Catalina ¡No debiste venir con él!, te pones en riesgo... ¿Tienes idea de lo preocupado que estaba? ¿Olvidaste lo que sucedió con las sirenas? Vámonos. —Estiró su mano.

—No me haría nada, no es malo. Tú mismo lo dijiste, tiene una presencia cálida. —Bajó la cabeza—. Quiero escribir sobre los habitantes raíz, son muy interesantes... Planeo preguntarle a Nobe sobre ellos.

—Príncipe, ya que estás aquí, puedes también quedarte. Veo que has formado un vínculo con ella, por eso la encontraste, a pesar de que un hechizo fuerte mantiene oculta la aldea. —Nobe caminó hacia la chimenea, y alimentó la llama con troncos que tenía cerca.

—¿Vínculo? —preguntó Catalina.

—¿Le cuento yo, o lo haces tú?, príncipe.

—Tú eres un brujo, debes saber mucho.

—Los Floroj son los entes más extraños que estudió mi madre en vida. Fieles hasta la muerte, aunque la pareja de un Floroj muera, ellos seguirán solos, y para nuestra sorpresa, mueren pronto después de que su pareja lo hizo. Son entes curiosos, logran hacer lazos fuertes, irrompibles, como raíces de álamos. Me parece que son los entes más románticos de este mundo. Imagina una planta que tiene hermosas flores, esa planta se le une otra, sus raíces se entrelazan y crecen juntas, y hasta crecen flores intercaladas entre ellas. Pero, si una de las plantas muere, no mucho tiempo después, la otra le sigue. Cuenta la leyenda que, la unión que hacen los Floroj es irrompible. En este momento, hay una energía proveniente del príncipe que se conecta contigo, como una larga raíz que te envuelve, por eso pudo entrar a la aldea aunque tenga un hechizo, porque tú estabas adentro.

—¿Eso es verdad? —Catalina miró asombrada a Nokto.

—Sí... no lo hice a propósito, el vínculo, pero después de que te atacaron las sirenas de rio, me sentía extraño. Tenía miedo... de que te comieran. En mi mente recordé el día que te conocí, me dije a mí mismo que no era casualidad, yo fui quien abrió el pozo. En mi temor de perderte... —respondió apenado y calló sin continuar.

Nobe se sentó en su alfombra rojiza, miró fijamente las llamas de la chimenea.

—Ya veo... al parecer eres un regalo de los siete dioses —dijo quien se calentaba con el fuego.

—¿Un regalo? —preguntó Catalina.

—En la Tierra están los siete dioses que crearon este mundo, tiene forma de árboles y cuidan de su mundo desde un pozo. Cuando sueñan con un futuro caótico, hacen regalos a los reyes de su mundo, para evitar el futuro caótico. Esta en las antiguas escrituras, desde la antigüedad, reyes se han encontrado con brujos y humanos. Por una extraña razón, un pozo se aparecerá ante ellos y el ser contenido que duerme bajo la gracia de la muerte será entregado al indicado. Eso cuentan la leyenda. Catalina... no estás aquí solo para escribir sobre el mundo, tu presencia significa que habrá un cambio significativo.

—Sabes mucho Nobe. Yo vi esos árboles antes de llegar aquí. Es extraño, hay cosas que no me saco de mi mente. Me asombro, más no me asusto, hay una parte de mí que acepta lo que ve, lo siento hasta familiar.




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