Tierra de entes

Antes de la tragedia/ parte dos

Nokto fue guiado por el ente dragón de traje, el que era como el consejero de la reina, en cada paso que dio se sintió extraño, estaba preocupado por Catalina, fantaseó con la idea de regresar y abrazarla más, hasta consumirse en el afecto y calidez que solo Catalina podía trasmitirle.

Por otro lado, Catalina se quedó rondando por el palacio con el zorro en brazos, triste, ella sintió una soledad y preocupación sofocadora. En el palacio no había muchos entes, la ausencia de vida era más notoria cuando la nieve entraba en ráfagas de viento brusco por las ventanas. Catalina se dedicó a explorar el lugar, hasta que se topó con otro ente dragón, uno de escamas azuladas y vestimentas de luto. El ente observó a Catalina, sin dejar su encorvada pose, los ojos del azulado escamado resplandecieron como dos trozos de carbones, su viperina lengua escapó de su hocico, dejando car gotas de baba que se congelaban al momento. Catalina sintió temor ante la presencia del ente, más por la mirada de fuego que hacía conjunto con la respiración agitada de chispas. Catalina dio unos pasos atrás, al ver que el esbelto no se movía y permanecía embobado mientras su pecho se hinchaba con su fuego interior, salió corriendo de ese pasillo con el zorro en brazos.

Mientras tanto, Nokto terminó caminando solo por los túneles que había debajo del palacio y del pueblo. Con una antorcha en la mano, en la otra llevaba la pesada espada, buscaba el motivo encargado de maldecir a los dragones. El corazón de Nokto daban constantes vuelcos, él no sabía que mal yacía resguardado en las profundidades. Los latidos de su corazón comenzaron a sincronizarse con el gotear de algunas filtraciones. Cerró sus ojos, respiró hondo, buscó calmarse. Intentó percibir energías y presencias que podría ocultarse en el lugar, pero no pudo, una masa de energía oscura impedía el paso y flujo de energías naturales. No obstante, Nokto fue persistente, y sintió por una milésima de segundo el origen de la oscuridad, el ente que encarnaba un maleficio. Corrió hacia donde sintió provenir la energía, con la presencia grabada en su mente, se adentró en un encogido túnel debido a derrumbes en el pasado. La antorcha que iluminaba el camino se apagó, el lugar estaba inundado de agua. No obstante, la oscuridad de la zona cavernosa no se comparaba al ente que cargaba con la maldición, aquella oscuridad era espesa y abundante como el humo de un incendio. Para alegría del príncipe, pequeños destellos de luz se manifestaron cuando el fuego desapareció. Brillantes larvas había colonizado las paredes, eran las encargadas de recrear un universo estrellado. Fascinado, Nokto avanzó mirando las paredes. Al salir del pequeño túnel, saltó a la vista la antigua ciudad de los dragones. Había por todos lados incontables pilares de rocas talladas, parecían ser los pilares los encargados de mantener de pie la cueva que una vez fue la habita original de los entes dragones. Algunos viejos nidos de dragones permanecían intactos; eran un conjunto de rocas volcánicas, paja y cosas indistinguibles para Nokto.
Debido a derrumbes, el agua de algún río se filtró en el interior de la caverna, llevándose consigo parte de la historia de los entes dragones.

Nokto caminó confundido sin saber por dónde ir. Cansado de dar vueltas por el lugar sin rumbo fijo, volvió a cerrar sus ojos, concentró sus sentidos en su cuerno. A la lejanía escuchó algo que pareció ser un llanto, guiándose por el sollozar, caminó lentamente en el agua helada estancada. Nokto extrañó el calor de Catalina, era lo único que le hacía anhelar el frío, la presencia de ella. Entre más avanzó el llanto incrementó, era desgarrador y continuó, alguien sufría demasiado. Nokto sintió familiar aquel llanto, recordó el día que conoció a Luz: fue de visita al reino sombra con Roi, aún era un niño, pero debía ver los tratados de paz establecidos. En su estadía conoció a la niña que lloraba a todo pulmón, Luz. Lloraba debido a que su hermana, la reina, no quería abrazarla. Nokto a pesar de ser un niño y sentir miedo por volver al lugar que recordaba poco, se acercó a la niña y la abrazó con intenciones de calmarla. Luz se reconfortó en las cálidas acciones del príncipe. Odette no tuvo más alternativa que dejar a su hermana ir seguido el reino sol, ya que Luz tenía mucho apego hacía Nokto, su prometido. Cuando Luz se encontraba en el reino sol era muy feliz, los criados del castillo cuidaban de ella con mucho cariño y esmero, y Luz convivía y jugaba seguido con Nokto: él era todo para ella.
Seguido Luz lloraba cuando Nokto no la complacía. Ella gustaba de alimentarse de la sombra de él, algo que le causaba a Nokto desagrado. Él no comprendía bien como los Ombroj se alimentaban de sombras y solo podían vivir consumiendo de estas. Asombrado, llegó a mirar a Luz, y como con sus frías y paliduchas manos podía tocar y manipularla las sombras, como si de un objeto se trataran. Cuando Luz tomaba la sombra de Nokto y clavaba sus colmillos para consumirla, él sentía perder energías y relevancia en el mundo de los vivos. Por lo tanto, le prohibió a Luz alimentarse de su sombra, prohibición que desató tristeza en Luz, y mucho llanto. Cada vez que la princesa tenía hambre, lloraba por no poder consumir la sombra de su prometido.
Nokto dejó de recordar los momentos que le tocó presenciar los llantos de Luz.

—¿Luz? —preguntó en voz baja—. «No, qué haría ella aquí?» —pensó.

—¿Nokto?... ¡Es un milagro!

Pequeñas pisadas en el agua alertaron a Nokto de que alguien se acercaba a él.

—¿Qué haces aquí? —Nokto estaba tan sorprendió que, concibió la idea que tal vez era una ilusión.

—Salí a buscarte... el reino sol ha sido destruido y mi hermana se alió con un brujo, uno que la engatusa con su sangre. En mi búsqueda, ¡ese maldito brujo dio conmigo! —gritó enojada—. Me maldijo, y no conforme, me encerró aquí. Mi presencia daña a los entes dragones... tengo que salir lo antes posible. —Limpió sus lágrimas con la manga de su lodoso vestido blanco—. Es un milagro que estés aquí, tú, salvándome. No sé cuanto tiempo he pasado aquí, creo que me he vuelto loca. —Luz llegó hasta donde Nokto estaba, no dudó en abrazarse de él. —Dime que no eres producto de mi locura.




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